La vida es un instante

Capítulo 14

Cuando termina mi turno, Eider sigue allí esperando por mí tal como lo prometió, verlo me llena de una mezcla de alegría y miedo porque tomé una decisión y ruego por no equivocarme con esta.

Subimos a su auto y tal como la primera vez conduce en completo silencio hasta casa, pero de nuevo viéndome mucho durante todo el trayecto, sin embargo, a diferencia de la última vez, cuando llegamos no me bajo del auto inmediatamente, en cambio decido acompañarlo un rato más.

Eider entiende esto como un gesto de querer conversar.

—Cuéntame tu historia— Pregunta demostrando que tampoco tiene ningún interés en querer despedirse.

— ¿A estas alturas no deberías saber todo de mí? Están fallándote tus dotes de acosador.

Cuando sus hoyuelos reaparecen, me dan ganas de chocar los cinco conmigo misma. 

—Bueno, me lo estás poniendo muy difícil —responde—. No he podido encontrarte en Facebook.

Esbozo una sonrisa sin querer.

—Entonces sí que me has acosado. —Digo en forma de reproche— Bueno para tu decepción no hay ninguna historia que contar.

—Claro que sí. Háblame de tus intereses, aficiones, pasiones, extraños fetiches, de todas esas cosas.

—No soy tan interesante.

—Me niego a creer eso rotundamente. Piensa en algo que te gusta, la primera cosa que venga a tu mente.

—Leer

— ¿Y qué lees?

—De todo. Absolutamente todo

— ¿Y también escribes?

—No

—Así que lees, pero no escribes. Eso me dice mucho de ti.

—Pero ¿y qué hay de ti? —Nunca me he sentido cómoda cuando la conversación se trata de mí.

—Estudio lo que me apasiona y tengo la suerte de ser pasante aun sin graduarme. Soy afortunado así que espero poder ayudar a quienes pueda con mis conocimientos. Eso de estar en un consultorio encerrado toda mi vida no va conmigo. 

—Todo un filántropo—comento medio en broma, pero sobrecogida por sus palabras y en completa admiración por este hombre que empieza a despertar grandes sentimientos en mí.

—Yo no diría que tanto—responde tímidamente.

— ¿Cuál es tu más grande arrepentimiento en la vida, Eider?

Su sonrisa tambalea un poco, pero intenta disimularlo rápidamente. Después de aparentar estar pensando un rato responde.

—No creo que lo haya vivido todavía.

—Así que eres un ser humano decente.

—Bueno, eso espero. 

— ¿Entonces si acepto una cita contigo no intentarás matarme?

—Solo si es en defensa propia—Responde con una sonrisa que ilumina todo su rostro.

— ¿Y dejarás de ser seguidor de Ted Bundy?

—Nunca lo he sido, pero de acuerdo.

—Eso es un gran alivio. —Aparento estar aliviada— Entonces qué te parece ¿Este fin de semana? 

—El fin de semana será.

************** 
Después de una pequeña, pero agradable charla, me despido de Eider y entro en silencio a la oscura casa, me quito los zapatos y voy primero de puntillas por el pasillo hasta el cuarto de Amy. Abro solo un poco la puerta y gracias a la luz que se derrama por debajo de las cortinas alcanzo a distinguir su pequeña cabecita cubierta casi del todo por las sábanas. La inquietud que siempre me acompaña se aligera un poco cuando puedo ver con mis propios ojos que está bien, sana y salva, pero esa inquietud nunca llega a desaparecer del todo, sobre todo ahora que sé que necesita más ayuda de la que yo puedo darle.

Luego me deslizo en el cuarto de mi padre y me lo encuentro desparramado en la cama con las sábanas enredadas entre las piernas.

A pesar de todo, él me preocupa y no puedo dejar que se enfríe, así que me acerco lo tapo al instante y justo en ese momento veo la botella vacía junto a la cama. La tomo y salgo para llevarla a la pequeña cocina junto a las tantas otras que se acumulan allí. 

Mirarlas todas me hacen sentir agotada y el agotamiento pronto se convierte en resentimiento hacia las botellas y todos los problemas que nos han causado.

Tras decidir que ya es hora de dormir, voy tranquilamente hasta el extremo del pasillo sin hacer caso de los ronquidos borrachos del cuarto de mi padre, cruzo calladamente la puerta de mi habitación y dejo por fin el mundo afuera. 

Mi habitación es la más pequeña de la casa. Con el espacio suficiente para una cama individual, un armario con toda mi ropa, y un par de estanterías abarrotadas donde hay desde novelas románticas, paranormales hasta libros de historia. No mentí cuando le dije a Eider que leo de todo, absolutamente todo, o lo hago cuando tengo tiempo. 

Habiendo sido un día tan largo pensé que me dormiría enseguida. Pero no. Me quedo mirando fijamente al techo, recordando una y otra vez las palabras de Eider y mi nuevo descubrimiento sobre lo que siento.

Desde hace año y medio solo he tenido una preocupación y una meta en mi vida, y se me hace tan insensible pensar en mi vida amorosa en medio de todos los problemas que nos rodean en este momento. 

Me pongo de lado y me subo las sábanas hasta la barbilla. No me considero infeliz. De todos modos tampoco es que soy del todo feliz. Supongo que es algo que me da igual siempre y cuando el resultado final sea el bienestar y la felicidad de mis hermanas. 

Nuestro padre resultó ser un desastre como padre y hace un tiempo ya me juré a mí misma cuidar de mis hermanitas lo mejor posible, ¿enamorarme incumple ese juramento? 

En cierta forma se siente mal de solo pensarlo, pero la verdad es que disfruto de mis pensamientos e imágenes muy vividas sobre Eider. Es como si no fuera yo nunca más, como si estuviera transformándome en una chica que se plantea las posibilidades de una vida y amor.

Durante un minuto me permito tener esperanza, imagino que cualquier cosa es posible, pero entonces cierro los ojos y la realidad vuelve a mí. 
 



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En el texto hay: drama, amor, amistad

Editado: 19.01.2021

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