Hay épocas de la vida en las que pasan tantas cosas que te da la impresión de no poder ni respirar. Te levantas, te bañas y te vistes, el día es una confusión de sucesos, trabajos, actividades, tareas domésticas, y antes de darte cuenta, tu agotado cuerpo está fundiéndose de nuevo con la almohada y el colchón. Y luego, cuando parece que han pasado solo dos segundos, ya tienes que abrir los ojos al oír el despertador y todo se repite una vez más. Más o menos Así fue mi vida las semanas siguientes.
Sin embargo, durante esos días se fue revelando una verdad en mí que hasta entonces no estaba dispuesta a afrontar.
Desde el accidente, todos los días eran iguales: limitados y apagados, por más que me esforzara vivía bajo la sombra de un muro, sin color, sin brillo. Siendo un poco melodramática, era prisionera de mi propia celda.
Pero empecé a salir de allí con el paso de los días, fui notando como cada día iba adquiriendo más y más color. Ya no era prisionera, ya no me sentía en una celda, la sombra se disipó y todo por pasar tiempo con Eider.
Entre semana, salíamos todo lo que podíamos. De hecho, cada noche pasaba a tomar café o para llevarme a casa después de mi turno en la cafetería.
Los fines de semana era más complicado vernos porque siempre trataba de dedicarlos por completo a mis hermanas. Pero Eider se convirtió muy pronto en un gran apoyo, no le hablaba de mi familia nunca, pero si le conté más cosas sobre mi vida y mis esperanzas de futuro.
En casa las cosas estaban cada vez peor y los únicos momentos que tenía de “paz” era cuando hablaba con Eider. Establecimos vínculos rápidos y sólidos y cada día lo necesitaba más.
Solo había un inconveniente en todo, yo me seguía negando a dejarlo entrar a casa, no me sentía con la fuerza necesaria para abrirme cuando se trataba de mis hermas y el accidente que nos arruinó la vida, pero Eider seguía intentándolo, siempre lo intentaba.
Esta noche estoy terminando de limpiar y recoger todo para irme, cuando Eider llega a la hora exacta de llevarme a casa.
—No pensarás irte sin mí. —Es su saludo e inevitablemente se instala una sonrisa tonta en mi cara.
—Pensé que ya no venias.
—Pues aquí me tienes. —responde con su sonrisa característica. —¿Te apetece ir a cenar?
Mi sonrisa tambalea un poco.
—Es que, hoy mi amiga tiene un compromiso y mi hermana se quedará despierta un poco más para que cenemos juntas.
—¿Y quién ha dicho que ella no está invitada? —Su respuesta me sorprende, aunque no es la primera vez que menciona algo parecido.
—No me mires así. Sabes que muero de ganas de conocer a esa pequeña. Es más, hagamos algo, pasamos comprando unas pizzas y si no te molesta podemos comer en tu casa, junto a Amy.
Otra vez.
No estaba segura de que eso fuera una buena idea sobre todo por papá. Aunque últimamente trataba de no salir más de lo necesario de su cuarto, pero ¿y si hoy le daba por hacerlo?
—No pienses tanto las cosas Alexia. Solo vive. Vamos, recoge todo que las pizzas se enfrían.
—Bien lo ha… —Un momento ¿escuché bien? —¿Como que se enfrían?
—Ah, olvide ese pequeño detalle. —dice como si nada —Ya las compré, Así que rápido, Vamos, vamos.
Esto es algo tan Eider. Termino de recoger mis cosas y salimos en dirección a casa, pensando en la terrible idea que es eso y en todo lo que podría salir mal.
Me paso todo el camino hablando. Creo que no hago una sola pausa para respirar exponiendo las ventajas de mantener una relación discreta. Sinceramente, no sé por qué quiero yo eso. Quizá tiene algo que ver con asegurarme de que mi hermana no presencie el momento en que otra persona entra y sale de nuestras vidas si esto se termina; pero no voy a decirle eso a Eider. Lo que sí que hago es divagar y divagar.
Para cuando llegamos a casa, Eider estaría ya harto de oírme, pero al menos yo deje clara mi postura. Mantendremos una relación discreta ante mi hermana. Para ella solo es un amigo más, como Megan.
Amy está esperándome, sentada en la mesa de la cocina haciendo los deberes. Entro le doy un beso y luego con nerviosismo le presento a un muy sonriente Eider.
Quien para mi sorpresa la abraza con fuerza. Y acto seguido anuncia:
—Hola, soy el novio de tu hermana.
Me siento apuñalada por la espalda y lanzo a Eider una mirada de incredulidad.
—En el auto no has escuchado una palabra, ¿verdad? —Eider me dirige esa sonrisa amplia y apaciguadora que hace desastre en mis tripas. O eran las Mariposas.
O regresó el virus
—Tengo un oído selectivo, princesa y menos mal, porque si no mi cerebro se habría derretido y me habría salido por las orejas. No pensaba que el ser humano fuera capaz de decir tantas palabras por minuto.
—Creo que te odio.
—No es así y ambos lo sabemos.
Aunque al principio Amy se muestra renuente y me mira nerviosa, al ver nuestro intercambio de palabras se relaja y esboza una muy pequeña sonrisa. Justo es ese momento suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo.
No sabía que estaba tan preocupada porque ellos dos se llevaran bien. Porque Amy no se cerrara ante él y para mi sorpresa la velada es un éxito, Eider se gana por completo a mi hermana.
Amy corre a buscar los últimos dibujos que hizo para mostrárselos a Eider, y juntos entablan una pequeña y privada conversación. En ocasiones se muestra nerviosa, pero él no tiene ningún problema en llevar el peso de la conversación.
Cuando se hace muy tarde y le digo a Amy que es hora de dormir, esta se vuelve y pronuncia unas palabras que nunca esperé oír:
—Por favor, vuelve pronto.
No creo haberme sentido más feliz que en este momento, quizá la habilidad social de Amy está mejorando, esto tenía que ser una prueba de ello ¿no?
—Me alegro que Alexia consiguiera un novio tan guapo y bueno como tú. —dice antes de marcharse.
Entonces Eider suelta una carcajada.
—Solo bromeaba, él no es mi novio. —anuncio a mi hermana.
—Si lo es, porque lo dejaste entras a casa —responde la pequeña traviesa.
Después del accidente corté sin querer toda relación con las personas que me rodeaban, excepto con Megan que nunca quiso dejarme sola. De repente me convertí en quien Mega describiría como alguien fría con la apariencia de que nada le importaba.
No lo decía en plan de insulto, al contrario, decía que le parecía que mi nueva apariencia le resultaba atractiva por el simple hecho de que ahora parecía más distante e interesante, sólo ella puede asociar todos esos adjetivos y presentarlos como un cumplido. Así que la respuesta de Amy no está fuera de lugar si tomas esos pequeños detalles en cuenta.
Al ver que me quedo en completo silencio, Amy opta por darme un beso y luego irse a su habitación, sin embargo, ya empiezo a notar el sonrojo subir hasta mi rostro y veo a Eider muy complacido por lo que había dicho mi hermana.
—Ya ves que al final la situación no fue tan grave —dice después de un rato.
A estas alturas me siento total y absolutamente perdida, he notado que él no es el tipo de chico por el que se tiene un enamoramiento pasajero. Sino más bien es uno de esos chicos por los que se pierde la cabeza, y tiemblo solo de pensar en ello. No quiero enamorarme locamente de nadie. No en este momento, pero él está logrando eso.
—Ya mejor ve a casa Eider. —El entiende que no es momento de insistir, así que nos ponemos de pie y juntos caminamos hasta la puerta. para acompañarlo hasta la puerta.
—Gracias por permitirme conocerla. —dice mientras toma mis manos entre las suyas.
Contemplo nuestras manos unidas y siento un hormigueo recorrer todo mi cuerpo porque nuestra relación está avanzando a pasos agigantados. Levanto los ojos y me encuentro con los de Eider, le brillan de forma especial.
Él mira mis labios y luego mis ojos, sé lo que quiere porque yo también quiero lo mismo.
Se acerca lentamente a mí y me rodea la cintura con un brazo.
—Alex… —La voz de Amy nos sorprende y nos separamos inmediatamente.
—Debo ir a ver que necesita. —anuncio.
—Si, las princesas mandan. —Me mira un rato con una expresión que no logro descifrar, luego me da un casto beso en los labios.
Siento una extraña sensación en el corazón al verlo ahí en la puerta, como si los últimos días a su lado han sido solo un sueño, así que lo abrazo muy fuerte antes de que salga, apretando todo mi cuerpo contra él, y durante un loco segundo creo que si lo aprieto con fuerza suficiente tal vez me convierta en él, me funda en él y demuestre que esto no es el sueño que parece ser. Él parece sentir mi inseguridad, así que corresponde a mi abrazo y besa tiernamente mi cara.