Domingo – 4:00 PM – Estación de tren abandonada
El lugar era perfecto: silencioso, vacío y fuera del radar. Souta había colocado las cámaras espía en tres puntos clave: la sala de maestros, la oficina del director y el pasillo que conducía al despacho de Asterio.
—Cada cámara tiene una conexión directa al portátil de Valery —explicó Souta mientras ajustaba la antena—. Todo lo que diga, todo lo que haga… lo tendremos.
Maiky observaba en silencio, los brazos cruzados. Su mente giraba a mil por hora. Desde que supo que Asterio había traicionado a su madre, algo dentro de él había cambiado. Ya no era solo una misión. Era una cuenta pendiente.
Lunes – 9:12 AM – Pasillo del segundo piso
Asterio caminaba tranquilo, saludando con esa sonrisa falsa que todos creían sincera. Pero ahora había ojos en cada sombra, oídos en cada rincón. Souta y Valery lo seguían desde sus auriculares, mientras Daiki monitoreaba desde el cuarto secreto.
—Ahí viene —dijo Valery—. Preparados.
Un alumno lo interceptó justo a tiempo.
—Profesor Asterio, ¿puede revisar este informe de historia?
El profesor lo miró, molesto, pero tomó el papel.
—No es mi materia, chico.
—Lo sé. Pero es sobre una masacre que usted mencionó hace unos días… ¿la del caso Lirio Blanco?
Asterio se detuvo.
—¿Quién te habló de eso?
—Mi hermano mayor estuvo en esa operación.
Hubo un silencio. Asterio apretó los dientes. Su tono cambió.
—¿Qué sabes?
Valery sonrió desde su escondite.
—Perfecto. Tenemos eso grabado.
Lunes – 10:30 AM – Sala de tecnología
Con lo que habían grabado, no era suficiente. Necesitaban más. Algo que conectara a Asterio directamente con el Clan 28. Y entonces, Maiky propuso algo arriesgado.
—Hay que provocarlo. Hacerlo hablar más. Yo puedo hacerlo.
—¿Y si te expone? —preguntó Souta.
—Entonces que lo haga —dijo Maiky—. Pero grabaremos todo. Y será el principio de su fin.
Lunes – 12:00 PM – Oficina de Asterio
La puerta se abrió lentamente. Maiky entró sin pedir permiso.
Asterio alzó una ceja.
—¿Se te perdió algo, muchacho?
Maiky caminó hasta el escritorio, sin miedo.
—No. Solo quería preguntarte algo… ¿cuánto pagó el Clan por traicionar a la única persona que confió en ti?
El silencio fue tan pesado como un disparo.
Asterio se levantó.
—¿Qué dijiste?
—¿Te duele? Que lo sepa alguien como yo. Pero tranquilo… esto apenas comienza.
Fin del capítulo
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Editado: 06.07.2025