La Vida Que Yo EsperÉ

UNA VOZ DE ESPERANZA

Jorge no le presta atención a Rebeca ni a la mirada de enojo de Charlotte. Y busca a Salomé y al niño por todos lados...

Jorge pone sus dos manos en la cabeza, y le dice a Charlotte:

— ¿A dónde se fueron?

— No lo sé, ella solo me dijo que usted me pagaría.

Rebeca le dice a Jorge:

— Yo pensé que usted era un hombre diferente, pero me equivoqué.

— Vea señora, métase en sus asuntos y váyase de mi casa.

De inmediato, Jorge abre su cartera y le paga a Charlotte, diciéndole:

— Espero que esto sea suficiente.

— Faltan cincuenta dólares.

Jorge se queda viendo a Charlotte, y saca los cincuenta dólares que faltan y se los da...

En el hospital, Eliza alega con el médico por haberle dado de alta a Jorge sin avisarle...

Barrio Le Villaje, Julián termina de hablar con un amigo y se acerca a donde esta Salomé y su hijo, y le expresa:

— Listo, mañana regresas a tu país.

Salomé se alegra bastante y abraza a Julián, diciéndole:

— Muchas gracias.

— De nada, pero hay un detalle.

— ¿Cuál?

— Si te devuelves a tu país, se te va hacer difícil regresar algún día aquí.

— Eso no me importa, yo solo quiero irme.

— Bueno, hice muchas maromas para que tu hijo viaje contigo sin el consentimiento de su padre, y pues se te va a cumplir tu deseo.

De inmediato, Salomé carga a Miguel, y le dice:

— ¿Escuchaste hijo? Nos vamos...

Barrio Preston Street, Jorge le marca al teléfono de su esposa, pero se sorprende al escucharlo en la habitación...

Jorge entra en la habitación y coge el teléfono, y ve varias llamadas de Emily, y dice:

— ¿A dónde te llevaste a Miguel?...

Jorge sale de la casa y corre hacia un parque que queda cerca, pero este está vacío.

Una señora va pasando por el lado de Jorge. Cuando este saca su celular y le pregunta:

— Disculpe señora, ¿por si acaso usted ha visto esta mujer?

— Yo entender muy poco español.

Jorge le acerca bien la foto de Salomé a la señora, y le dice con voz alta:

— ¡¿HA VISTO A ESTA MUJER?!

— No, no, no.

— Gracias...

Jorge mira para todos lados. Cuando recibe una llamada de Eliza, quien le dice:

— ¿Dónde estás?

— Estoy buscando a mi esposa, ¿por qué?

— ¿Cómo que por qué? Todavía estas herido y necesitas cuidarte, ¿dime a donde te recojo?

— No te molestes Eliza, yo estoy bien, tengo que colgarte.

— No me cuelgues, a lo, a lo...

Jorge mete su teléfono en su bolsillo derecho y sigue buscando a su esposa por todos lados...

El día siguiente, Julián acompaña a Salomé al aeropuerto. Y la deja subiéndose en el avión, y se vuelven a despedir...

En ese momento, Salomé se sienta en una ventanilla y piensa en la traición de Jorge, y le dice a Miguel:

— Regresamos a nuestro país a salir adelante como sea, ¿te gusta la idea?

Salomé se pone a llorar. Cuando una joven se sienta a su lado. Y al verla llorar le pregunta:

— Disculpe, ¿le sucede algo? ¿puedo ayudarla?

Salomé mira a la joven, y le responde:

— Tranquila, yo estoy bien, gracias por preguntar.

— De nada... lo que necesite me dice, y lo mismo para ese pequeñín.

Salomé se sonríe, y le dice a la joven:

— Gracias...

Horas más tarde, Salomé llega a Bogotá, y espera a que las personas vayan bajando del avión, mientras ve por la ventanilla el exterior, y dice:

— Esta vez lo voy hacer sola.

En ese instante, Salomé ve a Liliana esperándola que salga del avión. Cuando esta agarra a su hijo y corre hacia donde esta toda la gente, diciéndoles:

— Denme permiso, denme permiso...

Salomé logra bajar por las escaleras. Y cuando llega al punto donde vio a su tía, se da de cuenta que todo fue una ilusión, y vuelve a llorar.

Salomé no sabe a dónde ir, y se sienta en uno de los asientos de espera del aeropuerto el Dorado.

En ese instante, un hombre ve llorar a Salomé y se sienta junto a ella, y le pregunta:

— ¿Puedo ayudarla en algo?

— En estos momentos nadie puede ayudarme.

— No sea negativa, quien sabe yo pueda hacerlo, además, esa tristeza que carga le va afectar al niño.

Salomé vuelve a secar sus lágrimas. Cuando el hombre la ve bien, y le dice:

— Me parece haberla visto antes...

— Yo a usted no lo conozco.

— ...Claro, usted es la sobrina de Liliana Castillo.

Salomé se sorprende bastante al escuchar el nombre de su tía, y le dice:

— ¿Y de donde conoció a mi tía?

— Ella trabajo de analista en uno de los bancos que yo dirigía.

— Ya entiendo... ¡mi tía falleció!

— Si, ya lo sabía, yo estuve en su entierro, era muy buena persona. Y creo que la sobrina también es buena persona, por eso te pregunto: ¿Que te ocurre? ¿Y puedo ayudarte en algo?, ah, mi nombre es Belisario González Rodríguez.

Salomé comienza a tener confianza con Belisario, y le dice:

— Yo soy Salomé Gómez, y se me hace un poco difícil contar mis cosas a una persona que a penas conozco. Pero necesito hablar con alguien.

— Adelante, yo te escucho.

— No sé por dónde empezar, son tantas cosas.

— ¿Por qué regresaste llorando a Colombia?

Salomé se acuerda de lo que le hizo Jorge, y le dice a Belisario:

— ¡Mi esposo me fue infiel!...

Al decir esas palabras, Salomé no puede más y vuelve a llorar. Haciendo que el niño se inquiete.

Belisario le da un pañuelo, y le expresa:

— Muchas veces nosotros los hombres no sabemos valorar a la mujer que tenemos al lado... desahógate Salomé.

— Nos habíamos ido a Canadá porque aquí lo habíamos perdido todo, la casa, los trabajos, todo... yo no merecía que Jorge me hiera eso.

Belisario se queda pensando, y luego le dice a Salomé:

— ¿Cómo perdiste la casa?




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