Risas.
Risas luminosas.
Luminosas, como los rayos de sol que me calientan a través de las blancas cortinas.
Cortinas que al moverse huelen a suavizante, mezclado con un leve perfume a hierba...
Hierba fresca de verano.
Verano, tranquilidad y risas.
Esa sensación de felicidad me llena, me ilumina, me da calor...
Pero solo es un sueño, el sueño de un recuerdo.
Un recuerdo lejano ya...
De otros tiempos, de una felicidad perdida, de una niñez olvidada.
El sueño torna pesadilla.
Habitación en penumbras.
Olor a cerrado, tristeza atrapada entre cuatro paredes.
Frio, oscuridad y un llanto contenido, ¿el mío? Puede...
No quiero recordar, no quiero pensar, no quiero sentir, no quiero vivir...
¿Mañana? Otro día más, sumida en la oscuridad, deseando que esta me engulla y me haga desaparecer.
Un quejido, un lamento a media voz que tortura mi mente y hace que se me retuerzan las entrañas.
¿Hoy? Cierro los ojos e intento olvidar, el dolor, la pena, el vacío.
Ya no recuerdo, ya no pienso, ya no siento, ya no vivo...