Arlet
El bosque frente a nosotros, es muy intimidante. Silas se mantiene todo el tiempo alerta, sus pasos son cautelosos pero puedo notar la tensión en sus hombros. Está arriesgando su vida por mi culpa y si él muere, yo no me lo perdonaría. Si alguien tiene que morir hoy, va a ser Areu o en todo caso yo, pero no Silas. A lo lejos se escuchan pasos apresurados que tratan de pasar desapercibidos pero fracasan cuando las hojas y ramas crujen bajo su peso.
Un escalofrío recorre todo mi cuerpo mandando impulsos eléctricos a través de mis venas con cada paso. Silas siente algo similar por que se estremece de la misma forma que yo.
Miro a mi alrededor en busca de algo o alguien que delate una emboscada, pero solo veo los troncos y el follaje de los árboles. Una de dos, o son muy buenos ocultándose o no hay nadie cerca. Descarto el último pensamientos porque conozco a Areu, los últimos años que "conviví" con él me di cuenta que su estrategia favorita siempre ha sido las misma desde que éramos pequeños y nos manteníamos unidos: el gato y el ratón, como él lo llamaba.
Él es el gato y nosotros el ratón, la presa fácil que se ha adentrado a su terreno.
Un ruido detrás de nosotros nos hace sobresaltar, miramos alarmados en la dirección de donde vino el ruido. Nada. Seguimos caminando y los ruidos siguen pero cada vez que buscamos no encontramos nada. Areu está jugando con su presa. Tal vez debamos retroceder pero no quiero, mi parte orgullosa quiere acabar con esto de una vez.
Nos seguimos adentrando hasta llegar a un pequeño claro. Silas me detiene y él se adentra un poco para asegurarse de que está despejado, luego me hace una señal para acercarme. En el centro hay una especie de círculo y Silas avienta una rama hacia esa figura, no ocurre nada. Él se sigue acercando y entonces lo veo. Es una trampa sencilla pero una trampa. Una parte de mi ya lo sabia pero se negaba a ceder.
¿Por qué soy tan orgullosa y egoísta?
Trato de avisarle pero es demasiado tarde, una cuerda sale disparada en su dirección atrapando su cuerpo, una flecha traspasa su pierna y un puño impacta en su rostro. Yo no puedo acercarme. Me han inmovilizado, estoy de rodillas y alguien me sujeta con fuerza por detrás. Areu se acerca amenazadoramente a Silas y sujeta su mandíbula con una mano. Silas se retuerce bajo su toque y trata de forcejear pero una bruma negra lo envuelve obligándolo a mirar.
Está furioso, puedo notarlo en sus movimientos, entonces nuestras miradas se encuentran y le hago saber que no haga nada, que yo me encargare de todo.
Estoy desesperada, no debí venir aquí, no ahora, no nunca...
Aparto ese pensamiento de mi mente y cuando Areu me ve, sonríe cínicamente. Pero yo no estoy dispuesta a verme débil, no con él. Levanto mi rostro en señal de desafío. Las lágrimas queman por salir pero las retengo en lo más profundo de mi ser. Areu está de pie y yo de rodilla pero no voy a dejar que me siga tratando como su inferior, lo he sido por años erróneamente pero ya no más.
Al ver mi mirada prepotente clavada en cada movimiento que hace, Areu deja escapar de sus labios una carcajada carente de humor. Esta hueco, ahora puedo verlo. Ya no hay ni emociones ni sentimientos en él, por eso actúa de esta forma. Ya no hay nada más que oscuridad en su cuerpo. Mala idea venir así, sin refuerzos, pero ya no hay tiempo para lamentarse. Silas y yo vamos a salir de aquí y con vida.
Areu
Tan ingenua como siempre. Ella nunca va a cambiar, creyó toda su vida en mi y hasta cierto punto eso me hacía sentir bien, hasta ese día. Ahora solo me da risa. Cayó en la trampa como una abeja atraída hacia algo dulce, y tan dulce como es ella, tan frágil como siempre, no pudo venir sola. Trajo a un pobre infeliz que ahora está a mi merced y pronto ella ya no será un problema para mi.
He de admitir que hasta cierto punto me sorprendio su actitud. Nunca había visto en sus ojos esa mirada retadora. Tal vez ya no es la misma chica que atravesó en casco de Montenian, aquella chica dispuesta a todo para complacer a su rey... para complacerme a mi. Pero eso no borra los años que, sumisa y tímida acataba las órdenes. Son años que no se olvidan en meses.
Recorro con mi mirada su figura, aunque está arrodillada y estar a otra altura de mi, puedo sentir cómo se esfuerza para no verse inferior, tan adorable.
一¿Pero qué tenemos aquí?一Mi voz se escucha más falsa que nunca, un tono sorprendido la adorna, y sé que Arlet lo odia porque en sus ojos puedo ver la repulsión que siente hacia mi, eso solo me hace sonreír más. Camino a su alrededor para hacerla sentir como una presa. Se encoge un poco, pero es tan breve el movimiento que podría pasar desapercibido si no la estuviera mirando fijamente, tratando de leer su expresión. Está asustada, puedo verlo en su rostro, pero también veo que se niega a darme la satisfacción de verla en ese estado 一. Mi tierna hermanita.
Arrastro la última palabra solo por el placer de ver cómo aborrece que lo diga. Sé que la perra de Melania le ha dicho que no somos hermanos, no de sangre. La zorra de mi “madre” se guardó ese secreto durante mucho tiempo, y bien que se lo pudo haber llevado a la tumba pero soltó su bocota y frente a Melania días antes de su muerte. Que suerte la mía en ese momento.