PARTE 3
Lo curioso, era que no había nadie en la casa; únicamente estaba yo con el cadáver. No entendía que había pasado con el resto de personas; no tenía idea de lo que pasaba. No sabía por qué nadie llamó a la policía; no entendía por qué el cadáver seguía ahí tirado. Se me ocurrieron muchas teorías en ese instante, lo único que sabía, era que la anciana había sido asesinada a puñaladas. Pero, ¿Quién pudo ser? No lo sabía… La vieja tenía muchos enemigos, al igual que todos nosotros; pero ella se esforzaba por hacer un enemigo a diario, era una pésima persona, que no merecía convivir con los demás seres humanos civilizados. No sabía si sentir culpa, asustarme, sentir miedo o averiguar lo que sucedió.
Me puse a pensar en la muerte.
—¿Qué es la muerte?
Es la pregunta que nos hemos hecho todos desde que tenemos la suficiente edad para entender que nuestros familiares, amigos, seres queridos o conocidos fallecen de forma repentina. Nunca sabemos en qué momento morirá alguna persona que es cercana, solo nos toma de sorpresa, nunca esperamos que alguien muera. Podemos desear la muerte de un enemigo, pero, nunca sabemos si morirá pronto. Lo único que sabemos, es que todos los seres humanos tenemos que morir algún día, ya sea un pequeño bebé recién nacido que muere por alguna circunstancia o nuestro abuelo que tiene más de 90 años de edad y solo quiere morir de una vez. Desde que somos unos niños sin capacidad de razonamiento, nos lavan la cabeza con la idea: «Todos nacemos con un alma. Si tenemos un buen comportamiento y seguimos las leyes de Dios, llegaremos al paraíso donde obtendremos la vida eterna». Yo siempre creí que existía un paraíso esperando a todas las personas que creían de manera fiel en Dios, pero empecé a dudar de eso cuando llegué a mi etapa adulta y empecé a ver y entender todas las desigualdades que tiene el mundo. El mundo está lleno de mitos para tenernos controlados y que no exijamos nuestros derechos. Nos prometen vida eterna sin tener ni la más mínima prueba, para que trabajemos como burros para la misma clase adinerada, siempre hemos sido controlados. La esclavitud no desapareció, únicamente cambio de nombre, ahora se llama «economía libre»; libre de explotar a la clase trabajadora.
La mayoría de las personas trabaja y se esfuerza para poder obtener una vida mejor. Lástima que estas mismas personas se desgastan trabajando para unos vagos que nunca han movido un dedo; pero disfrutan del trabajo de los demás. Personas que tuvieron la suerte de nacer en una cuna de privilegios. Las películas que siempre hemos visto y que además nos encantan, nos meten en la cabeza la estúpida idea de «el trabajo es el fruto del éxito, si te esfuerzas, obtendrás todo lo que has querido». Nos dicen que podemos realizar todo lo que queremos; estas frases nos han hecho mucho daño, frases que forman parte de una propaganda de extrema derecha neoliberal que nos quiere controlar y tener sumisos. Quieren que trabajemos de sol a sol para poder darles una vida de lujos. De pequeño pensaba que las personas más exitosas y adineradas del mundo, tenían una inteligencia superior o se habían arriesgado para conseguir todo lo que tienen. Pensaba que su éxito era producto de un trabajo duro y mucha inteligencia; no hay nada más falso. La mayoría de personas que gozan de éxito, lo han conseguido gracias a los contactos de sus padres, corrupción y aprovechándose de las personas más vulnerables de la sociedad. ¿Por qué nos educan con estos estúpidos sofismas? ¿No quieren que reclamemos nuestros derechos? Amigo lector, le quiero preguntar:
¿Es justo que trabajemos tan duro para mantener una clase social que se aprovecha de nosotros?
Luego de esa reflexión, me senté en el piso, de frente a la puerta del baño. Estaba mirando el cadáver de la anciana, me miraba con los ojos abiertos e inexpresivos. ¿Qué debía hacer? ¿Debía llamar a alguien? Está claro que no podía llamar a la policía. Tomé mi teléfono y enseguida procedí a llamar a Santiago, me contestó muy rápido.
—Santi, lo necesito aquí—dije yo.
—Lo que usted ordene.
Tardó 5 minutos en llegar. Le abrí la puerta y lo llevé al baño para que observara la escena.
—Patrón, usted no tiene solución, es un asesino de los buenos. Las puñaladas están muy bien, es un trabajo impecable. ¿La mató para quedarse con el negocio?
—No le pago por hacer preguntas. Usted no tiene derecho a decir nada. Únicamente es uno de mis empleados, así qué, ¡CÁLLESE!
—¿Qué hacemos con esta vieja que se está pudriendo?
—Necesito que la subamos al carro para llevarla al rio «la leona».
—Eso está lleno de drogadictos, nos van a ver.
—Mejor todavía, nos van a ayudar a enterrarla
Llegamos al sitio. Me bajé del carro, pude observar que estaban 5 tipos del barrio fumando marihuana. Muchachos que tenían dinero para drogarse todos los días sin tener que trabajar, estaban consumidos por el vicio. Se dedicaban a robar a las personas del centro del pueblo e incluso a sus mismos vecinos. En el barrio «La rosa», la vida no vale ni un peso; todos se matan con todos, todos roban a todos. En este barrio la vida no es segura.