Esa fue la última vez que ví esos hermosos ojos grises. No pude evitar que una fina lágrima rodara por mi mejilla.
— Tranquila bonita. Vamos a recuperarnos de todo esto y traeremos de vuelta a Leonardo. Ese cabron no se va a librar tan fácil de mí. – Intenté sonreír un poco con las palabras de Damián pero lo extraño mucho.
— ¿ Dónde están los demás ? Falta poco para las nueve.
— Aquí estamos. Estaba rectificando la información – Entró Aless junto con Kira al despacho.
— ¿ Y? ¿ Alguna pista sobre el paradero de Darién? – Preguntó Samuel.
— Tengo una pista. El último mensaje enviado por Darién fue desde Turquía.
— ¿ Qué ? ¿ Por qué se lo llevaría tan lejos?
— Es obvio, no quiere que lo encontremos – puntualizó Samuel mientras acariciaba mi cabello. Le aparté la mano, no me molesta que toquen mi cabello azabache pero es un gesto muy íntimo y no le tengo tanta confianza aunque lo haya demostrado en mil ocasiones.
— Lo que no entiendo es... si Darién quisiera matarle ya lo hubiera hecho hace mucho tiempo y ¿ Hacer sufrir a Rubí? Que sentido tiene, le deja enviar una nota de voz cada tres meses. En este rompecabezas faltan piezas.– Damián tiene razón, algo falta en esta historia.
— Chicos, ya están aquí. – Avisó Kira de la presencia de los jefes de las demás agencias además del Teniente Coronel Michelle.
— Bien. Vamos a encontrar a Leonardo.
La reunión duró dos horas. Todos estuvimos de acuerdo con lo que se planteó. El objetivo es unir fuerzas para encontrar a Lenox y acabar con los Di Marco.
Prepárate guapo, egocéntrico e idiota pelirrojo.
Después de llegar a casa saqué mis apuntes y comencé a estudiar hasta las tres de la mañana, un examen muy importante de la universidad me esperaba a las diez. Dormí unas cinco horas. Tomé una ducha y bajé a desayunar mientras releía mis cuadernos. No ha sido facil estar en la universidad, pendiente a los negocios y dirigir la agencia aunque con la ayuda de mi hermano y de Damián ha sido mucho más fácil.
— La Administración Estratégica es la administración de los recursos de una empresa para lograr con éxito sus metas y objetivos... – repetía una y otra vez la definición para el examen de esta materia –se enfoca en integrar la administración, el marketing, las finanzas y la contabilidad, la producción y las operaciones, la ... – seguí repitiendo mis apuntes hasta que fuí interrumpida por el sonido de un cristal roto.
— Lo siento Rubí, no quería interrumpirte – Se disculpó Sami mientras se agachaba a recoger los trozos de vidrio desperdigados por el suelo de un vaso que él sostenía. – Te escuché hablando ayer ya muy tarde ¿ Pasó algo?
— Ammm no, solo estudiaba para el examen de hoy. Todo está bien, la junta salió perfecta y pronto traeré de regreso a Leonardo.
— ¿Lo sigues queriendo? – Puso los ojos en blanco – Han pasado cuatro putos años.
— Claro que le sigo queriendo ¿ Lo dudas o qué Samuel?
Su pequeño tono me estaba irritando.
— Es que... Enserio Rubí estás muy mal, Leonardo es un jodido idiota, no te merece. No te trataba como lo que en realidad eres.
— ¿ Y según tú qué soy? – En mi voz se notaba el enfado.
— Eres una reina, no mereces ser tratada como una chica normal. Eres una reina con las manos cubiertas de sangre. ¿ Creés que no me he dado cuenta? Disfrutas ver la sangre, tú mano no tiembla cuando tomas un arma, ni si quiera cuando disparas a la cabeza de tu oponente. Puedes ser más que esto. Sí quisieras podrías ser la jefa, la reina de la mafia, pero no, te gusta un idiota, un chico bueno, a uno que le gusta la justicia. ¡ No mereces a un puto imbécil...!
Sin más tomó mi rostro entre sus manos sin mucha delicadeza y estampó sus labios contra los míos. Me quedé paraliza por un instante pero reaccione y le empuje haciendo que yo misma casi perdiera el equilibrio.
La rabia por sus palabras me segaron junto con su repentino beso. Mi mano viajó hasta su mejilla y la tornó enseguida de un rosa pálido. Retrocedí algunos pasos, aún estaba en shock.
Sí, no tiemblo cuando apunto con un arma y disparo. Es cierto que en los últimos años mis manos se han manchado de sangre, pero no de cualquier sangre, si no la de imbéciles que torturaban a chicas y chicos inocentes. A los que no le importaba desgarrar la piel de una persona para obtener dinero. Pero Leonardo no es un imbécil, ni tampoco un idiota, el es él que mantiene la balanza en mi vida. Es el rayo de sol que me ilumina cuándo todo se pone en tinieblas. Pero también soy yo quien lo ayuda a no perder el control, la que lo ayuda a superar sus miedos al igual que el a mí. El es el chico que desvaneció mis inseguridades y yo soy la chica que hizo que su sonrisa volviera a brillar. Eso somos, Rubí Harrison y Leonardo Lenox, la oscuridad y la luz. Es se perdió en mi oscuridad y sembró la luz en ella, yo me encaminé por su luz y mantengo presa su oscuridad.
— ¡Vete! – grité apretando las manos en puños.
— Rubí...yo...lo siento – Intentó disculparse Samuel.
— ¡HE DICHO QUE TE LARGUES! – Volví a gritar. Damián llegó a la cosina y se quedó mirando a Samuel con una expresión dura. Más atrás llegaron Kira y Aless que intercalaban miradas confundidas entre Samuel y yo.
— De verdad... yo ... – dió unos pasos atrás cuando yo comencé a acercarme con una mirada que podría helar el infierno.
— No te lo voy a volver a repetir – me quedé en frente de el cuando ya no pudo retroceder – Cuando vuelvas a hablar así de Leonardo o intentes volver a hacer eso no solo te echaré de aquí... – quizás había sido demasiado dura con el, pero la rabia no me dejaba ver la situación con claridad.
Rubí cálmate y no cometas locuras.
Cállate o si no lárgate tu también.
Creeme si pudiera ya me hubiera mudando a otra cabeza.
Lo que faltaba, ahora una discusión con mi conciencia.
— ¿ Que hiciste? – Alessandro entró en su fase de hermano sobreprotector y lo tomó del cuello de la camisa.– ¿ Que hiciste? ¡ Responde maldita sea!