La visión

Capítulo único

*Narra Alice:

No estaba segura de cuánto tiempo hacía que estaba allí, viendo la televisión (o fingiendo hacerlo), en el living con Rosalie.

Ningún programa lograba captar mi atención, pero no despegué los ojos del aparato para no desviar mis pensamientos.

Parecía que mi hermana hacía lo mismo, aunque tal vez sólo había descubierto su reflejo en algún lado y lo observaba.

De pronto, la sensación que había sentido toda la vida cuando tenía una visión improvista me albergó. Se me tensaron los brazos y las manos. Sentí cómo me despegaba de mi cuerpo y volaba, hasta que una escena apareció en mi mente.

Un gran acantilado aparecía en él. Debajo, grandes olas de agua de mar colisionaban contra las rocas. Parecía violento… , y peligroso.

Conocía ese lugar, aunque no había estado allí mucho tiempo. Era cerca de Forks, en La Push. Las palabras de Edward sobre alejarnos de esa ciudad vinieron a mi conciencia. Debía detener la visión, no entrometerme y no pensar en ella…

Pero algo me detuvo. Una figura se encontraba de pie en el borde del acantilado, esperando el momento para saltar al turbulento mar.

Me horroricé, la figura era una persona que conocía muy bien… , era Bella.

Algo andaba mal. Su rostro reflejaba duda, estaba optando en su fuero interno. Pero si estaba eligiendo, no podía yo ser capaz de verlo. Eso suponía que ya había decidido… , iba a saltar del precipicio.

Luego de unos segundos eternos, avanzó hasta el filo… , y se tiró.

Yo estaba aterrada. No podía creer que Bella fuera capaz de suicidarse, ella no era así. ¿Acaso no sabía el daño que eso haría a Charlie?, ¿y a Renée?, ¿y a… . Edward?.

Sabía que era un imán para los accidentes, ¡pero no sabía que ella los provocara!. No, esa no era ella, Bella no actuaba así.

Cuando su cuerpo traspasó el agua gris, esperé impaciente a que emergiera a la superficie… , pero no lo hizo. No había señales de su cuerpo por ningún lado.

-¡NO!. –Grité cuando la visión hubo terminado.

-¿Qué ocurre, Alice?. –Me preguntó Rosalie. Por unos momentos me había olvidado de ella.

Estaba dura como una piedra, tensa como una estatua. Ni siquiera le dirigí la mirada cuando respondí.

- Bella... .

-¿Qué pasa con ella?. –Preguntó con algo de enfado. –No tienes que pensar… .

- Murió… . -La interrumpí.

Sus ojos se abrieron como platos.

-¿Qué?. –Exclamó. -¿Qué fue exactamente lo que viste?.

- Ella… . -La miré a los ojos dorados. –Se lanzó por un acantilado… , al mar… .

El rostro de Rose parecía sorprendido y "aliviado", en cierto modo. Bajó el rostro hasta observar el suelo.

-Vaya… . -Dijo. –Esto cambia las cosas… .

-¿Qué quieres decir?.

-Ahora que ella no está, Edward no tendrá que preocuparse y podrá volver con nosotros… .

-¿En qué estás pensando?, ¡¿cómo puedes decir tales cosas?!.

Rosalie volvió a posar sus ojos en los mios. Ella estaba tan sorprendida con mi respuesta como yo con la suya.

-Debo irme. –Le dije y me puse de pie de un salto.

-¿Adonde vas?. –Me preguntó e imitó mis movimientos poniéndose de pie, también.

-A Forks. –Le contesté sin vacilar.

-¿Estás loca?, ¡Recuerda lo que Edward nos hizo jurar!, que no nos acerquemos mientras Bella… .

-Mientras Bella esté allí, lo sé. – Completé la frase. Ambas nos miramos detenidamente.

Podía leer su rostro fácilmente. Me creía loca. O tal vez, más loca de lo que ya estaba. No entendía mis actos ni mis comportamientos. Pero no me importaba, no podía quedarme parada sin hacer nada, debía ir a Forks.

-¿Y qué piensas hacer allí?. –Suspiró.

-No estoy segura. –Bajé la mirada para no observar su rostro.

-No llegarás a tiempo para salvarla, Forks está a… .

-Sé a qué distancia de Washington estamos. – Le corté tajante y dura.

-Alice. –Dijo luego de segundos de silencio. –No puedes hacer nada, conténtate en pensar que Edward volverá.

-No lo hará. –Contesté y volví a observarla con detenimiento. –Debo ir a Forks.

Rosalie iba a protestar, pero hablé antes de que emitiera sonido.

-No le digas a Edward, será duro para él.

-Pero… .

-¡No le digas a Edward!. –Exclamé pensando si era correcto confiar en ella. Nunca guardaba los secretos.

Ya me estaba yendo cuando, de pronto, entró Jasper seguido de Emmett, en el living. Rosalie corrió desesperada hacia Jasper.

-¡Tienes que hacer algo con Alice!. – Le dijo. Éste frunció el seño y recorrió con la mirada el rostro de Rose para luego desviarse hacia el mío.

-¿Qué ocurre?. – Preguntó sin entender nada. Emmett tampoco sabía de qué hablaba su esposa, pero más que preocupado, estaba curioso.

-¡Alice quiere ir a Forks!. –Gritó mi hermana. Le dirigí una mirada envenenada que pareció no alcanzar a ver.

Jasper se dirigió a mí. Caminó los pocos pasos que nos separaban para detenerse justo en frente.

-Cuéntame. –Fue lo único que sus labios articularon, de una manera suave.

Le conté mi visión y mis planes… , o lo poco que había pensado en ellos. Escuchó todo sin interrumpirme, y pude observar en su semblante que también me consideraba loca. Ya iban dos.

-Alice… , -Comenzó. –Sabes qué pienso yo sobre interferir… ya nos alejamos, y juramos nunca volver. No creo que sea buena idea ir hasta allá.

-Pero… . -Le interrumpí. No podía aceptar esa respuesta. Nos quedamos unos minutos en silencio, mirándonos a los ojos.

-Lo lamento. –Dije. –Pero no estoy pidiendo tu permiso. –Me costaba ser tan dura, pero era necesario. –Voy a ir a Forks, les guste o no.

Pude ver por el rabillo del ojo cómo se le caía la mandíbula a Rosalie, y cómo Emmett sonreía disimuladamente. Pero yo seguí fijando mis ojos en los de mi marido.

Jasper no se inmutó por mi respuesta. Se limitó a asentir despacio.

-De acuerdo. –Concluyó. –Sé que nada que te diga te hará cambiar de parecer, pero ya conoces lo que yo pienso, y para mí no deberías ir.



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En el texto hay: tristeza

Editado: 21.09.2023

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