La Viuda De Weterbell

CAPITULO DOS: EL COMIENZO

"Un día simplemente llego a la puerta de mi habitación con un gran ramo de flores y con su imperfecto inglés, dijo:

-No sé qué clase de flores te gustan, pero estas son mis favoritas desde que llegue, así como tú.

Y mientras yo moría de ternura, el solo sonreía Como si hubiera conseguido el mayor de sus tesoros... y así fue por mucho tiempo, yo fui su Descubrimiento y hallazgo más valioso, al fin me sentía querida... 

Aquel día triste de su partida llego 20 días después, el momento más temido por nosotros debido a que no sabría si volverían con él o con otra persona. El día que mi corazón se rompió.

Nos despedimos en mi casa ya que el hombre encargado de Lorand no estaba enterado del amorío de su primo y preferimos n o decir nada debido a la religión del hermoso rubio frente a mí.

Ese día la tristeza me embargaba, a pesar del poco tiempo que habíamos pasado juntos Había aprendido a quererlo tanto que me dolía su Partida, al igual que mis padres Lorand fue Arrebatado de mi vida, por lo menos me quedaba la certeza de que este si vivía. 

Lorand no podía prometer que volvería, pues no estaba en sus manos tal decisión.

Los días pasaron, las flores se marchitaron y no había señales de su regreso, traté de persuadirlo para que me diera por lo menos un número para comunicarnos. Su respuesta fue tan confusa que llegue a la conclusión que no sabia de lo que hablaba.

Mi vida continuó, trabajaba, regresaba a casa y así pasaron alrededor de tres semanas. 

 

Cuando mi turno de trabajo terminó. Cerré la tienda y me dirigía hacía mi casa cuando una voz gruesa gritando algo en húngaro y un freno de un auto sonando detuvo mi caminata, voltee y no pude contener las lágrimas, aquel rubio que se había robado mi corazón se encontraba corriendo hacía mi. 

"Ese día pasamos la noche mirando películas, comiendo, riendo y hablando un poco más de su vida.

Su primo se encontraba demasiado enojado con él, pues tener una relación o salir con alguien fuera de la comunidad y en los viajes que son para llevar parte de provisiones y visitar a aquellos que se aventuraron a vivir en la ciudad muy lejos de casa, era mal visto.

Preguntó por mi familia, mis padres, mis amigos y demás. Esa conversación fue muy corta, pues no tengo nada de eso.

Fue tanto lo que hablamos de él, su comunidad y todo aquello referente a Weterbell, que me enamoré de aquel extraño lugar del que él hablaba con tanto orgullo... 

 



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En el texto hay: viuda violencia disriminacion

Editado: 01.03.2021

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