MANSIÓN DE ICKTENER SIEDLUNG
— Espero que me traigan buenas noticias porque ya he tenido demasiado en estas últimas semanas. Hablen…
— De hecho no, señor. Bueno, no sé que tan malas pudieran llegar a parecerles.
— ¿Qué significa?
— Las sospechas que teníamos con respecto a Louis Wieber, la hemos descartado. El sujeto ya ni siquiera forma parte de las filas de la policía federal alemana, y no le hemos encontrado vínculo alguno con el chico Hasnan. Wieber apareció apenas hace un par de días, en cambio, el chico, como ya todos sabemos, se encuentra aquí desde hace semanas.
— ¿Cómo es posible? ¿No han conseguido tan siquiera una pista?
— Pues no hay nada, señor. No hallamos ningún tipo de indicios sobre ello. Ni vínculos probables.
— Pues yo estaba convencido de que Gina Alicia y el bastardo de su hermano recibieron el apoyo de gente de la AISA y SS.SS todo estos años. ¿Y quién más que el infeliz ese de Louis Wieber para ayudarlo? —decía Dabir Kazim a sus informantes, dando unos cuantos pasos frente a ellos— Nadie me quitará eso de la cabeza. Quiero que lo sigan de cerca porque no confío en la aparición de ese sujeto, y más aún sabiendo que fue hijo de un ex agente encubierto del SIID. Me resulta imposible creer que no esté detrás de todo esto. Además, tuvo su historia traumática con mi suegro, Hajjaj El-Hasem. Una historia que estoy seguro no la ha olvidado y por la cual aún busca venganza.
— Será como usted diga, señor. Vigilaremos muy de cerca a Louis Wieber.
— Bien… ahora cuéntenme. ¿Qué novedades tienen con respecto a los cargamentos que desembarcarán este fin de semana?
— Todo marcha perfectamente de acuerdo al itinerario establecido. Aún nos queda atravesar dos puertos de vigilancias, pero lo tenemos todo bajo control. El radar nos envía información inmediata y actualiza cada 15 minutos. Si todo marcha con normalidad, los cargamentos serán desembarcados en Portoscuso a más tardar en cuatro días
— ¿Portoscuso? ¿De qué estás hablando? —preguntó repentinamente palidecido—
Los informantes se miraron el uno a otro.
— Señor. Los cargamentos este fin de semana desembarcarán en Portoscuso tal como lo establecen las hojas de rutas.
— ¿Pero qué demonios? Eso no puede ser posible. Ya hemos tenido un período de desembarques en Portoscuso un par de años atrás. ¿Cómo es posible que se hayan repetido las hojas de ruta si nuestras reglas son muy claras al respecto? ¿Qué fue lo que sucedió? —vociferó el hombre y sus informantes no supieron qué responder—
— No sé qué decirle, señor. Todas las hojas de rutas son presentadas en el comité anual de las navieras y se procede al embarque y desembarque de acuerdo a lo establecido en las mismas.
— Esto no puede ser posible. No puede ser posible —reiteró una y otra vez— Nuestro cargamento más importante probablemente esté en riesgo por culpa de la ineptitud de todos los que me rodean. ¿Acaso hemos estado utilizando Puertoscuso desde inicios de año? En verdad no lo puedo creer.
— Disculp, señor —irrumpió la secretaria de Dabir Kazim—
— ¿Qué demonios quieres?
— Acaba de llegar una notificación para todo el comité ejecutivo, al correo electrónico.
— ¿Quién la envío y de qué se trata?
— Mañana a primera hora habrá una reunión
— ¿Reunión?
— Así es... El señor Gregg Akins, convoca a todos para una reunión de ejecutivos.
— ¿Pero ese bastardo con qué derecho se atreve a convocar a una reunión?
— Señor, como segundo accionista mayoritario de las navieras, él tiene derecho a llamar a una reunión —temerosa, acotó la mujer agachando la mirada—
— Mmm… por supuesto. Y recuerdo muy bien que me lo advirtió. Así que ese bastardo comenzará a tomarse todo tipo de atribuciones. Todo esto que está sucediéndome es una verdadera desgracia. Se supone que mi camino finalmente debía estar libre con la muerte de ese bastardo, pero no… No lo está. Me vieron todos la cara de imbécil. No lo está... ¿Cómo pude caer en semejante trampa?
— Tiene que tomar las cosas con calma, señor, pues lo que pretenden es justamente que usted pierda todos los estribos y por consiguiente el control de las navieras.
— No van a salirse con la suya. Me encargaré de todos y cada uno de esos desgraciados.
— Señor, con respecto al desembarque.
— Con respecto al desembarque, espero que todo lo tengan bajo control y que todo el cargamento se encuentre a salvo al llegar a Portoscuso. De lo contrario, yo mismo me encargaré de entregar sus almas al diablo. Les arrancaré el corazón con mis propias manos y se las daré de comer si no traen delante de mí al responsable de no haber repetido las hojas de rutas. ¿Entendido?
— Entendido, señor.
— Elena...
— Señor
— ¿Cuál es el motivo de la reunión a la cual convocó ese infeliz?
— No lo dijo, señor, solo se limitó a convocar a todos los ejecutivos del comité.
— De acuerdo. Seguiré su juego para saber hasta dónde es capaz de llegar ese maldito. Ahora quiero que se larguen todos. Quiero estar solo. Cada quien a lo suyo. Fuera...
APARTAMENTO DE EINAR STEEN Y GREGG AKINS.
— Akins
— ¿Qué sucede ex policía? Ya te dije que estoy en camino ahora. Llegaré en pocos minutos.
— Es mejor que no llegues.
— ¿Por qué no?
— Creo que me siguieron hasta aquí. Hay dos personas dentro de un coche gris vigilándome en los alrededores del edificio —comentaba al teléfono móvil mientras observaba a través de las cortinas de las ventanas—
— ¿Quiénes podrían estar vigilándote?
— Quienes, no es la pregunta. Más bien quién los mandó a vigilarme. Akins, bajo ningún sentido, pueden vernos juntos. ¿Entiendes?
— Lo sé. Me repites lo mismo todo el tiempo.
Akins bajó un momento la bocina del teléfono y le pidió al chofer que se estacionara en alguna esquina, pues no debían llegar al apartamento.
— ¿Y qué haremos ahora? ¿Me dirás quién demonios mandó a seguirte? ¿Acaso el modisto ese que ya sintió celos de ti?
— No digas disparates que no estoy para soportarte. Solo puedo sospechar de una persona, de una persona. Pienso que llegó a sus oídos que estoy aquí, y su primera sospecha es que tengo algo que ver con tu aparición.
— Dabir Kazım ¿cierto? A ese miserable yo debí romperle el cuello cuando tuve oportunidad, pero no Todo habría terminado ahora si me dejabas hacerlo.
Einar Steen respiro profundamente al teléfono intentando mantener su poca paciencia.
— Necesito que cooperes conmigo, no que me saques de quicio, Akins. Sabes muy bien que absolutamente nada habría terminado con romperle el cuello a Dabir Kazım. Ahora más que nunca es importante que procures actuar con inteligencia, no con tu instinto de bestia. Por muy dañada que tengas la cabeza aún puedes usarla para cosas buenas, ¿sabes?
— Deja de insultarme.
— Entonces deja de decir tantas estupideces.
— De acuerdo, señor genio. ¿Dime entonces qué harás antes de que cuelgue el teléfono? Yo convoqué a una reunión en la corporación de Bahar Malak. Pedí que todos los ejecutivos del comité estén presentes, y desde luego tendré al miserable de Dabir Kazim delante de mí. ¿Sabes? Todavía estas a tiempo de cambiar de opinión y pedirme que lo mate.
— ¿De qué? ¿Por qué convocaste a una reunión del comité?
— Porque llegará a Portoscuso un cargamento de contrabando muy importante para Dabir Kazim en los próximos días, y por lo que pude ver en antiguos archivos, son las mismas hojas de rutas de hace un par de años. Algo no está bien allí puesto que según las reglas de los grandes traficantes de organizaciones clandestinas, nunca repiten las hojas de rutas que ya han sido utilizadas anteriormente. Al menos no hasta que haya pasado un tiempo prolongado.
— Estás hablando de cosas que no tenía idea, Akins. ¿Por qué Reda y Zwan no me comentaron nada al respecto?
— Por qué ellos ahora se encuentran a mis servicios, por lo tanto, todas las informaciones de relevancias primero me las deben contar a mí. Tú también podrías estar a mis servicios y así volver a tener fuentes de información de primera mano si así lo deseas.
Finalmente, de colapsado de sus nervios, el ex agente apartó la cocina del teléfono, pasar pegar un grito de desahogo.
— Lo único que deseo es partirte la cara, imbécil.
— Cuando quieras, pero sabes muy bien que yo te partiré toda la cara a ti y esta vez no habrá cirujano que te la reconstruya. El maestro Chung ya cuenta con un gimnasio. ¿Sabías? Podemos encontrarnos allí para que intentes ponerme una mano encima.
— Yo haré algo mucho mejor que ponerte una mano encima. Le diré al maestro Chung lo último que has hecho. ¿Y sabes lo que tendrás que hacer luego de oír sus regaños y sermones? Ir a pedirle disculpas al pelele ese.
— ¿Por qué demonios harías una cosa como esa? Tú deberías estar feliz por haber puesto en su sitio a ese modisto qué pretende casarse con Isabella y convertirse en el padre de tu hija.
Steen guardó silencio por un par de segundos y prosiguió.
— Akins, guarda silencio que ya no soporto oírte. Cuelga el teléfono y regresa a la mansión. Yo buscaré aquí la manera de perderme de las personas que me vigilan y nos veremos allá. ¿De acuerdo?
— Está bien.
Gregg Akins colgó la llamada y le ordenó al chofer que volvieran a la Mansión de Byfang.
Era casi mediodía y Aurora tenía programada una actividad por la cual no había tenido oportunidad de hablarlo con su hermano. No deseaba llegar tarde, por lo que cargó a Copito de nieve en uno de sus brazos y se dispuso a marcharse, pero Akins quien había regresado la vio y desde luego decidió acercarse.
— ¿Puedo saber a dónde va la señorita? —preguntó siguiéndola desde atrás—
Si voz frenó abruptamente los pasos de la jovencita.
— Ah… ah… ¿Es acaso esa la voz de mi bello príncipe Juan Sigfrido?
— Ningún Juan Sigfrido. No me llames de ese modo que ya suficientes nombres tengo que están a punto de hacerme estallar la cabeza. Mejor contesta mi pregunta, pequeña.
— Karîm, me dijiste que estarías en el apartamento con el ex policía y que allí mucho tardarías.
— Mmm… lo dije, si, pero surgió un brusco cambio de planes.
— Cuales cambios bruscos?
— No son asuntos tuyos, mi luz. No me contestes con otra pregunta.
— Copito de Nieve y yo iremos... al centro comercial. Amalie y yo quedamos en ir de compras.
— ¿Y para irte de compras a un centro comercial te vistes de ese modo?
Aurora bajó un momento a Copito de Nieve y dando un pequeño giro sobre sí misma se acercó colocando sus brazos sobre los hombros del chico.
— ¿Te gusta mi outfit, cariño mío? ¿Y mi labial? Es rojo y combina con el color de mi falda —preguntó la jovencita acercando sus labios a la mejilla de Akins para impregnarle un gran beso.
— ¿Recuerdas cuando me dijiste que el labial rojo me quedaba muy bonito?
— No recuerdo eso.
— Mentiroso. No podrías olvidar jamás tal cosa porque me lo dijiste el día que cumplí 14 años y dejaste para mí bonitos obsequios en mi venta
— Mmm... Pues no recuerdo haberte visto antes con los labios pintados de ese color. No todo lo demás que dices.
— Ok... Te refrescaré la memoria infame Romeo. Y no te costará nada recordarlo. En mis 14 me hiciste muchas promesas, Karîm.
— De nuevo con esas promesas. Escribió un libro de 700 páginas con esas promesas y no le han parecido suficientes —se dijo a sí mismo lanzando un enorme suspiro—
Aurora le dio un segundo beso en la otra mejilla. Uno muy cerca de los labios.
— ¿Lo recuerdas ahora? —le susurró al oído despidiéndose de él antes de abordar el coche acompañada de su inseparable Copito de Nieve—
— Bajo ningún sentido vayan a dejarla sola. No aparten sus ojos de ella ni un solo segundo. Y su surge alguna cosa extraña me avisas—le advirtió entre susurros a Waldo, el jefe de los sus guardias que iban a acompañarla. Posteriormente, elevó la voz— Y si cualquier extraño se le acerca le parten la cara. Lo apartan a plomazos.
— Ah… ah… ¿Qué dices, Karîm? Deja de tener pensamientos tan salvajes. Solo iré de compras con Amalie —le reclamó la jovencita a través de la ventanilla—
— Los guardias harán su trabajo. Y su trabajo es lo que yo les ordene.
— No debe preocuparse, señor. Cuidaremos muy bien de la señorita como siempre.
Waldo abordó el coche y lentamente se alejaba bajo la atenta mirada de akins. Aurora sacó la cabeza a través de la ventanilla y le lanzó besos por los aires.
— ¿Qué haré contigo, mi pequeña? Me enviarás directo al infierno y ni te enteras.
— Aurorita no te enviará al infierno. Tú te encargarás de ir hasta allá con tus propios pies —dijo una voz que le habló desde atrás—
Era la de su hermana Isabella, quien acababa de llegar a la mansión y que sin el mínimo esfuerzo logró ponerlo de inmediato de mal humor.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó mientras se alejaba con pasos presurosos y su hermana lo alcanzaba—
— Esta también es mi casa por si lo habías olvidado.
— Mmm… Por desgracia sí lo olvidé.
— Karîm, tenemos que hablar.
Isabella Majewski jaló el brazo de su hermano para que este se detuviera.
— No me toques. No lo hagas.
— Lo haré las veces que se me dé la gana. ¿Qué harás tú? ¿Vas a golpearme como golpeas a todo el que te pone un dedo encima?
— Dime lo que quieres, y que sea rápido porque tengo cosas más importantes que hacer.
— ¿Por qué me tratas de esta manera, Karîm? ¿Dime por qué te comportas así?
— ¿De eso querías hablarme? ¿De mi comportamiento?
— Disculpe joven —irrumpió Susanne— Lo buscan en la sala.
— ¿Quién me busca?
— El Sr. Steen.
— Ah… ¡Mi amigo ya está aquí! —exclamó sonriente el joven observando a su hermana dirigiéndose hasta la sala— ¡Amigo mío! Estaba esperándote.
— ¿Por qué demonios me abrazas? —le susurró el ex agente—
— ¿Y tú por qué demonios vienes disfrazado de limpiador de apartamentos?
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Editado: 01.12.2024