Gregg Akins había retornado nuevamente a la mansión de Byfang ni bien recibió el llamado de uno de los ex oficiales. El archivo ya se encontraba en sus manos con todas las informaciones que había precisado.
Leyéndolos detenidamente, descubrió que su contenido resultó mucho más turbio y profundo de lo que había podido imaginar. Los ojos y el rostro se le enrojecieron y un nudo en la garganta le impedía hablar.
Por dentro, arrepentidos por la consecuencia que pudiera tener, Zwan y Reda se observaron el uno al otro sin mucho que hacer, pues solo cumplieron la orden que el ex agente les acababa de conceder.
Mientras, ya por su parte, Akins abandonaba la residencia sobre su motocicleta sin que Waldo con el coche pudiera alcanzarlo.
ANTIGUA CASA DE KETTWIG
Einar Steen ingresó. Apartó con brusquedad la capucha que lo cubría, y con raudos pasos fue a ver si Isabella aún no se había llevado a su hija. La pequeña, al igual que su madre, aún en el lugar, permanecía.
— ¿Qué es esto?
— Revísalo.
Steen, quien encontró a Isabella en la cocina, puso el archivo sobre la mesa exigiéndole que la revisara.
— ¿Qué demonios te sucede? No te pases de la raya. ¿Crees que puedes aparecerte delante de mí para exigirme cosas?
— Que lo revises, te digo —vociferó golpeando con un puño cerrado, la mesa—
Aquel grito alertó a Said Majewski quien se levantó para acercarse a ver lo que sucedía.
— ¿Tú tenías idea de todo eso? ¿La tenías? Puedo imaginar que sí, y a pesar de todo, todavía piensas casarte con ese miserable. Tomar a mi hija y llevarla lejos delirando con que será un buen padre para ella.
— ¿Por qué gritas de ese modo? ¿Qué sucede ahora con ustedes? —irrumpió Said Majewski—
— Te diré lo que sucede —decía el ex agente observando al hombre mientras Isabella leía específicamente la hoja enmarcada dentro del archivo— El hombre con el que pretende casarse tu hija no es más que un asqueroso cómplice que utiliza sus empresas de agencias de modelaje para traficar con niñas, venderlas, prostituirlas, y sabrá Dios cuántas aberraciones más. Léelo muy bien —prosiguió volteando nuevamente hacia la joven— Léelo y no te atrevas siquiera a intentar defenderlo. No lo hagas Isabella, por qué sabes que todo eso es verdad. Dudo que hayas olvidado lo que sucedió una vez en Dubái. Te lo advertí. Te lo repetí una y mil veces y nunca quisiste creerme. Te supliqué que no aceptaras esa invitación, pero decidiste no hacerme caso. Y a final de cuentas tuve que ir contigo. Intentaron subastar tu compañía en mis narices, y de no haber estado yo allí. Lo habrían hecho.
— ¿Es cierto eso?
— Ella no va a contestarte, pero comenzará a asimilarlo desde este momento y alejarse de ese sujeto por el bien de su familia. Por sobre todo por el bien de Paulita y de Aurora lo hará.
— ¿Aurora? —preguntó alertado Said Majewski—
Palidecida y estupefacta, solo el nombre de su pequeña hermana la devolvió a sus sentidos de manera inmediata.
— ¿Por qué mencionas a Aurora? Mi hermanita no está metida nada de esto.
— Ciertamente no, pero Amalie sí lo está, y por causa tuya, por cierto. Sabes que Amalie y Aurora son inseparables. Constantemente comparten juntas muchas cosas, y fue así que en una de esas posaron los ojos en tu hermanita. Anoche estuvieron a punto de tenderles una trampa en una fiesta, Pero afortunadamente Amalie oyó en el Club lo que tramaban y decidió que era mejor que no fueran.
Plantada sobre una de las sillas junto a la mesa, la atónita Isabella, cubriéndose el rostro con las manos, se echó a llorar. Su padre tomó el archivo para indagar.
— Hace un par de años atrás ya había recibido cierta información al respecto, pero no era mi área, por lo tanto, no me correspondía hacer nada. Además, yo contaba con mi propio operativo. Lo único que pude hacer fue derivar toda la información al departamento encargado de casos como ese.
— ¿Te das cuenta de todo lo que estás diciendo, Louis? Mi hijo no puede enterarse acerca de esto. Dime por favor qué harás algo para que no suceda. Si esos asquerosos en verdad pusieron sus ojos en mi hija, yo misma se los arrancaré para lanzarlos a las pirañas.
— Creo que eso será posible, Said porque muy probablemente en estos momentos Akins ya está enterado de todo. Fue él mismo quien le pidió a mis ex oficiales informaciones detalladas acerca de las personas mencionadas en este archivo, por lo tanto, no podré hacer nada ante lo que es capaz de hacer. Ya tiene en la mira a Fedir Kolesnyk quien se atrevió a poner sus nefastas intenciones en Aurorita, por lo tanto, no querrás escuchar de lo que es capaz tu hijo. Said, cuando te tocaba defender a tu familia, tú solo jalabas el gatillo o mandabas a otros a que lo hicieran por ti, sin embargo, Akins lo hace todo con sus propias manos —decía el ex agente con gestos de manos como si estuviera estrangulando a alguien por los aires— ¿Sí me entiendes? Es capaz de arrancar los ojos, la lengua, las tripas.
Horrorizada no solo por todo lo que acababa de leer, sino más que nada escuchar, Isabella Majewski se puso de pie con brusquedad, abandonando de inmediato el lugar.
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Editado: 01.12.2024