No sabes
lo que veo en tu sonrisa
de humildad y alegría,
de diversiones sencillas,
de agradecimiento
en cada palabra
de cercanía,
de mi agradecimiento
por tu empatía;
un alma blanca
de apariencia
empañada.
Te veo a ti
y a mi saliendo
de mis sueños
de niñez,
de adolescencia,
de vida
para vivirlos
en otro lugar,
contigo
en el mundo real.
Mi madurez
para despertarme
pensó en ti,
te eligió,
dejé de caer.
Durante años
visiones de futuro
regresaban al vacío
junto con los demás sueños,
espejismos de la imaginación
a través de mi ventana.
Pero ese día
rompieron con fuerza
los rayos de realidad,
penetrando en la habitación
y rompiendo con
el oscuro trance.
Haciéndose así
una luz
que arrastró mucho más vacío.