(El inicio del desenlace final).
Al día siguiente.
Clara corto de su jardín las mejores rosas de colores claros y las envolvió en un pedazo de periódico de color gris que resaltaba las tonalidades más bellas de las rosas, luego de desayunar y llevar a su pequeña hija a la escuela, tomó la decisión de ir a visitar la tumba del Sr. Jacinto para una vez más agradecer su ayuda, en aquel momento que no quiso ni recordar. Con un vestido negro y un velo del mismo tono, ocultaba su abundante cabellera castaño oscuro, se acercó despacio hacia la tumba con los ojos cargados de lagrimas, sobre la lápida dejo las flores que había cortado con tanta nostalgia y prosiguió a decir lo que tenía atorado en el pecho.
—Gracias, usted señor era inocente en todo esto. Recuerdo la primer vez que lo vi en la plaza de mercado, alegre, lleno de vida, sencillo y con el ánimo de ayudar siempre. Por favor perdóneme. Perdóneme por guardar silencio, por no delatar a los desgraciados que lo asesinaron… usted también debe entenderme, mi pequeña hija sufrirá si yo lo hago, estará sola, a la deriva, sin saber que suceda con su madre… por favor perdóneme.
En ese instante, Smith se encontraba merodeando el lugar en busca de nuevas pistas que lo acercaran a los implicados, también había quedado con la incógnita de saber quién era aquella mujer que días antes defendió de las garras de su peor enemigo, de hacerle muchas preguntas y el por qué de su reacción cuando lo vio. Era su día, el destino los volvió a encontrar, Smith la vio cerca a la tumba y se acercó a ella… como si hubiera aparecido un fantasma le preguntó luego de haber escuchado las últimas palabras que ella había dicho.
—¿Por qué le pides perdón?.
De inmediato Clara giro la mirada y se encontró frente a frente con el investigador del caso del asesinato de la persona que estaba tres metros bajo tierra de aquella tumba que ella visitaba, trató de disimular sus nervios, limpio sus lagrimas y se excusó diciendo.
—No se de que habla señor, está usted muy equivocado.
Luego de caminar dos pasos para marcharse, Smith la tomó del brazo y le dijo con seguridad.
—Usted esta mintiendo, lo sé. Lo veo en sus ojos. Le pido que por favor no lo hagas más.
Clara lo miro con nostalgia, Smith quito su mano del brazo de ella y ablandando su tono de voz, tratando de transmitirle confianza, le dijo.
—Entiendo su desespero, pero yo estoy aquí para ayudarla. Se muy bien que tu sabes algo sobre la muerte de este señor que está aquí bajo esta tierra y quiero que me ayudes a saber que es lo que oculta.
—No puedo. —Contesto Clara con tristeza.
—Claro que puedes, hare justicia.
Mientras Clara oía las palabras que Smith le decía con optimismo, le venía una luz de esperanza luego de tanto sufrimiento. Pero aquella esperanza se desvaneció, cuando con la vista nublada y luego de esclarecerla por completo, vio a pocos metros de distancia, en el mismo cementerio se encontraba su mayor miedo, Guillermo y Emer los observaban.
Ella cristalizó los ojos de lagrimas y se sintió mareada, llevo su mano al hombro de Smith tratando de mantener equilibrio.
—¿Qué le pasa, sucede algo?. —Pregunto.
A lo que ella con la voz nerviosa e indicándole con la mirada atemorizada, dijo.
—Son ellos.
Smith giró la mirada y también se encontró frente a frente con su mayor miedo, Guillermo y su cómplice se acercaban a ellos sin tregua, Smith se hizo delante de Clara tratando de protegerla de aquellos maleantes. Guillermo también se encontró frente a frente con su mayor miedo, aunque transmitiera miedo por fuera se moría con su propia medicina por dentro.
—Valla, valla. Que gusto encontrarlos a los dos. Especialmente a usted Sr. Smith. —Dijo Guillermo con arrogancia.
—Creo que tenemos algunas cosas que arreglar y algunas que perder.
A Smith le hervía la sangre de ira, su peor enemigo estaba frente a el.
—Con la diferencia que yo perdí algo que usted me quitó y ahora lo vamos a ajustar. —Respondió Smith con frialdad.
—Veo que me recuerda muy bien.
—Como me voy a olvidar de usted, pedazo de escoria. —Contesto Smith.
De inmediato, observó el panorama… Guillermo tenía dos armas apretinadas en su pantalón, mientras su compañero Emer le estaba apuntando a el y a Clara con un arma que tenía en la mano derecha, no tenían salida. Clara no entendía la situación, ¿acaso se conocían?, se pregunto así misma.
—Como me voy a olvidar de que usted me jodio la vida, acaso usted no lo recuerda.
Guillermo guardo silencio, trago saliva y cambiando el tema dijo.
—No estoy para sentimentalismos, vine a terminar lo que empecé y veo que no tuve que esforzarme demasiado. Mis dos obstáculos estaban tan campantes hablando frente la tumba del viejo Jacinto.
De inmediato Clara llena de rabia intervino diciendo.
—Al viejo que usted mató por simplemente salvarme de sus sucias manos, maldito asesino.
Todo estaba descubierto, Smith de inmediato entendiendo la situación, estaba frente al asesino de su familia y de la persona de la cual llevaba el peso en sus hombros de una investigación.
—Valla, véanla parece una fiera, por fin se dignó a hablar la muy perra. —Contesto Guillermo hacia el reclamo de Clara.
—Supongo que por que esta con el investigador y respetado Sr. Smith está tan furiosa. ¿No es así?. No lo aparecía así, aquel día… ñañañay. —Dijo, haciéndole recordar a Clara uno de sus peores días.
—Al parecer no ha dejado de ser la misma porquería de siempre, pedazo de mierda. ¿Qué le quería hacer a esta pobre mujer?. —Dijo y pregunto Smith con antipatía.
—No sea sapo webon, eso no es problema suyo y para su información el que es, no deja de ser y yo soy así. Y aún menos, por que he tomado la decisión de acabar con ustedes dos. —Dijo con una sonrisa retorcida y camino dos pasos más acercándose a ellos, tratando de producirles miedo.
Smith intentó sacar su arma de dotación pero se vio impedido con la advertencia de Emer el cual le dijo.
—Ni lo intento mi respetado Smith, por que lo tengo bajo la mira y le puedo reventar la cabeza de un solo golpe.
Smith solo pudo retroceder dos pasos, estaban acorralados. Sin pensarlo, empuñó su mano y le dio un fuerte golpe a Guillermo en el rostro, de inmediato ambos se prendieron a golpes. La desesperación y los gritos de Clara empezó a llamar la atención de las pocas personas del lugar junto a la del celador, haciendo caso omiso a lo que Emer le ordenaba mientras le apuntaba con el arma.
—Cállese la boca, maldita mujer.
Mientras Guillermo y Smith se mataban a golpes en el piso.
El celador del lugar hizo presencia en el escándalo y cuando se dirigía a ellos, Emer le disparó con el arma sin piedad causándole la muerte de inmediato.
El disparo alertó a los aledaños cerca del lugar y también a Claudia, pero no supo que hacer… había renunciado, pensó en la posibilidad de que el hombre que tanto quería en silencio estuviera en peligro y así era.
Emer guardo su arma y prosiguió a ayudar a su amigo, el cual estaba siendo víctima de los fuertes golpes de Smith. Lo tomo por la camisa y lo golpeo una vez más. Smith estaba enfurecido pero perdía la batalla contra los dos. Clara, no supo que hacer y salió corriendo de la escena en busca de ayuda con desespero.
Mientras sostenían a Smith con fuerza, Guillermo le ordenó a Emer.
—Saca la maldita inyección y colócale el tranquilizante.
A lo que Emer obedeció. Se lo colocó en la pierna derecha y poco a poco Smith perdió la fuerza, se debilitó y la vista se le nubló por completo, sin saber que le depararía la siguientes horas en manos de dos asesinos… se desmayó a causa del tranquilizante.
—Te tengo maldito infeliz. —Dijo Guillermo con satisfacción. Pero cuando se levantó del suelo, sacudió su ropa y no vio a la mujer dijo con rabia.
—Maldita sea, la maldita se escapó de nuevo.
Emer, completamente agitado dijo.
—Maldito, si que nos hizo enloquecer… el muy hijo de puta tiene mucha fuerza.
—Debemos irnos. La policía no demorará en llegar. —Comento Guillermo, mirando a Emer le dijo.
—Idiota te dije que no disparara.
—Ese hombre venía hacia aquí, que debía hacer.
—¿Lo mataste?. —Pregunto Guillermo.
—Si. —Afirmo Emer con pena.
—Carajo.
Tomaron a Smith por las manos y los pies y lo llevaron al auto, uno de los cuales habían robado días antes, lo metieron como un animal en la parte trasera de este, atándolo por las manos y los pies, de ahí se marcharon rumbo hacia donde le harían vivir su más terrible infierno.
…
Minutos más tarde y sin determinar su situación laboral, pero si, su situación sentimental… Claudia precipitadamente tomó el volante de su automóvil y se dirigió al lugar de los hechos. Cuando llegó allí, se encontró con los agentes de policías inspeccionando el lugar… ignoró los llamados de ellos, puesto que aún no se habían enterado a cerca de su renuncia, solo camino hacia el cuerpo sin vida que se encontraba oculto bajo una sabana blanca, pidiéndole a Dios, con los nervios de punta que no se tratara de el. No mencionaba su nombre, ya que le daba tanta pena y a la vez vergüenza de sus sentimientos, algo que ella no lograba comprender. Deslizó la sabana hasta el pecho de la víctima y dedujo que no se trataba de Smith. Respiro profundo.
—Señorita Celis, me presento soy el oficial de policía… creo que me recuerda, ya nos habíamos visto una vez en una situación igual a esta. —Comento el oficial.
—Si claro. ¿Dígame señor que sucedió aquí?. —Pregunto Claudia con notoria curiosidad.
—Como puede darse cuenta, asesinaron al celador del cementerio. Suponemos que intento ayudar a los involucrados en el problema y fue herida de bala causándole daños graves. También… —El oficial, guardo silencio por un momento y Claudia a la expectativa de saber lo sucedió, no lo dejo que se viera truncado en su relato.
—¿También que?. —Pregunto ella con impaciencia.
—También suponemos que se trató de un secuestro. —Afirmo el oficial.
—¿Y quién es la persona secuestrada?.
—El investigador Smith. —Confirmo.
A Claudia se le iba la respiración, si tan solo hubiera estado siempre a su lado como lo había prometido nada de eso le hubiera sucedido. No tuvo tiempo de culparse así misma, en ese preciso momento el fiscal hacía presencia en el lugar de los hechos.
—Señorita Celis, espero este al tanto de lo sucedido.
—Si señor, me acabo de enterar. —Contesto ella, ocultando lo afectada que se encontraba por el secuestro desconocido de su jefe.
—Dadas las circunstancias usted es la persona que asumirá el cargo que llevaba el Investigador Smith hasta su pronta aparición.
Claudia quedo sin palabra alguna, despertando el inconformismo del fiscal, el cual inmediatamente preguntó.
—¿Esta usted de acuerdo señorita?.
No tuvo otra opción, debía encontrarlo.
—Si estoy de acuerdo señor. —Contesto.
…
La tortura dirigida hacia Smith no se hizo esperar. Guillermo estaba disfrutando de su mejor momento… en su escondite perfecto, le haría pasar sus últimos y mas dolorosos días a su mayor enemigo. Complació de aquel sufrimiento disfruto su victoria. Al principio, lo tiraron al piso con los ojos vendados, los pies y manos atadas y le dieron una paliza sin que el lograra defenderse… minutos más tarde, metieron su cabeza por varios minutos dentro de un tanque de agua fría y luego lo ataron a una silla. Su destino ya estaba escrito, el hombre fuerte, orgulloso y anhelado contaba sus últimos días.
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Editado: 05.11.2023