Sentí mi corazón romperse en mil pedazos, el aire abandono mi pecho y las lágrimas nublaron mi visión, pero ninguna cayó, miré horrorizado a Elizabeth.
Ella estaba mirando su copa de champan, una solitaria lágrima se deslizo por su mejilla, dejando un rastro casi imperceptible en su piel.
Nos observamos y encontramos la comprensión en la mirada del otro.
El alma de Charlotte había sido liberada.
En ese instante el celular que nunca utilizaba vibró en mis pantalones, lo saqué y revisé el mensaje, provenía del número de Samantha y era una dirección. Fruncí el ceño, esa área en las afueras del pueblo no era utilizada, las casas ahí eran solo ruinas.
Elizabeth y yo nos apartamos del enorme grupo de personas en la fiesta, tratando de encontrar un lugar privado para hablar. Hace varios minutos... un sin fin de minutos... Samantha había ido al baño, no sabía que una chica podía demorarse tanto... No debí confiar en Jane, seguramente, se la llevó lejos... Para este momento ya debe estar muerta.
Jamás quise que Samantha se involucrara en esto, pero era inevitable, ella resultó herida... muerta... No pienses de esa manera, William, seguramente aún tiene oportunidad.
Pero, él podía sentirlo, en algún lugar donde su corazón latía con fuerza estrepitosa, él sabía que Samantha había abandonado el mundo de los vivos... El lugar donde su corazón palpita dolorosamente... palpita... palpita... ¡Su corazón estaba palpitando! Eso no debería sucederle a un ser sin alma.
Imposible.
Comprobó el pulso en la muñeca de Elizabeth y se estremecio, ellos estaban vivos de nuevo... Debían rescatar a su hermanita.
— Debemos ir por ella, William — suelta Elizabeth presa del pánico, mientras se esconden entre altos arbustos bien cuidados.
— Jane la asesinara — gruñí, la ira llenando mi cuerpo, sentí la oscuridad en mi ser consumir mi cuerpo.
Elizabeth se agachó e intento rasgar la tela de su vestido, tiró de ella, pero nada sucedió, ella lo miró atónita.
— William somos humanos, comunes — eso debió llenarlos de felicidad pero la vida de Chalotte corría peligro y él tenía la esperanza de que Samantha todavía respirara.
Tomé el brazo de Elizabeth y la arrastré hacia el auto, no perdió el tiempo y se subió en el asiento del copiloto. Encendí el auto y arranqué a gran velocidad, salimos de la calle.
sentí impotencia, quien sabe que debe estar haciéndole Jane a Charlotte, torturándola antes de asesinarla, antes de arrancar el corazón de su pecho.
— William ¿Para qué estamos yendo? — preguntó Elizabeth sin mirarlo, prestándole atención a la carretera ante ellos.
— ¿A qué te refieres?
No comprendí lo que quería decir, como podía siquiera preguntar eso, a menos, que se hubiera equivocado de concepto.
— Somos mortales, no tenemos oportunidad contra Jane — dijo ella, su cuerpo se estremeció violentamente cuando dejo escapar un llanto reprimido.
Tuve la sospecha de que lo estuvo guardando por más de un siglo. Beth es una mujer fría, impávida, no suele mostrar lo que siente realmente. No le importa si los demás opinan sobre ella, no debería importarle si se están dirigiendo a su muerte.
Lo sé, no estamos dirigiendo a un callejón sin salida, pero sería mejor morir, que huir.
— Elizabeth, por lo menos debemos intentar — le dije notando repentinamente mi corazón acelerado y mi dificultosa respiración.
— Deberíamos suicidarnos — opinó ella, mirándolo, creía seriamente que era una de sus opciones.
Negué y tragué saliva nerviosamente. Un dolor indescriptible maltrató mi corazón, perdí el control del auto por un segundo, pero me recompuse rápidamente.
Ellas están vivas.
Están bien.
Sólo me estoy engañando.
Revisé de nuevo la dirección y conduje, mis nudillos blanco por la presión que ejercía sobre el volante.
— Si nos suicidamos, Jane asesinará a otros tres hermanos, no podemos permitir eso — solté bruscamente en dirección a Jane, sin mirar por donde conducía verdaderamente.
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almas destinadas a estar juntas, misterio y drama, demonios y romance
Editado: 24.06.2018