Nadie sabía lo que ocurría con las lágrimas de Sarah, ni siquiera sus propios padres. Y es que siendo una bebé, sus lágrimas nunca adquirieron esa majestuosidad. Era algo que solo ella conocía, era su mas preciado secreto. Y una vez que ella fue desarrollando su personalidad y se fue haciendo consciente de sus actos, este fenómeno se fue manifestando en ella.
Según fue pasando el tiempo empezó a notar que entre mas fuerte era su dolor mas brillantes y hermosas eran aquellas lágrimas, esto hasta cierto punto, la hacia sentir mejor.
Pero no erradicaba su dolor, a su vez era algo sin igual. Fue en esa etapa de su vida donde accidentalmente descubrió un gran don que estaba oculto en su ser, en sus lágrimas derramadas.
Fue un día que muy molesta con su madre se fue a su habitación y se puso a contemplar sus lágrimas en aquel frasco y con aquel sentimiento de impotencia y con ira por la negación de su madre al no dejarla ir donde su mejor amiga, fue que inesperadamente su frasco de lágrimas fue abierto mientras ella deseaba desde lo mas profundo de corazón que su madre la dejase ir sin objeción alguna, fue ahí cuando clamó en su interior: "No entiendo que tiene de malo ir donde Paola, ella es mi mejor amiga y solo quiero pasar tiempo con ella, ¡Como desearia que mi madre se retracte y no se oponga a lo que yo digo! En ese instante sus lágrimas que se habian derramado sobre sus manos se volvieron mas brillante y se esparcierón como polvo de estrellas sobre el espacio sideral.
Minutos mas tardes su madre llego a su habitación y le dijo que se alistara porque irían a visitar a su amiga Paola.
Anodadada por lo acontecido descubrió que su deseo se había realizado.