Lágrimas Transformadas

5 - 'La incómoda e interesante cena'

La incomoda e interesante cena

Estoy cansada de escuchar parlotear a mamá sobre lo bien que le cae la novia de Leonardo no se calla, que fastidio.

Pongo los ojos en blanco por enésima vez y resoplo con fastidio.

Me jode lo que dijo Leonardo de mí, dice que peleo por todo, pero no es mi culpa… bueno si, pero yo soy así él es mi hermano, y me duele que diga esas cosas de mi cuando yo siempre he estado para él.

Busco mis audífonos en el bolsillo de la silla delantera, los conecto a mi celular y dejo que Trueno invada mi mente con Bien o mal.

A veces siento que las canciones están escritas siempre para una ocasión, ya sea de alegría, tristeza o incluso tusa, y esta canción hace que se me encharquen los ojos al recordar a mi padre, él era el fan número uno de Trueno, y esa era su canción favorita, como dice la letra <<Si todo se te cae, creo que sabés a dónde ir>> Él siempre me repetía que cada de tuviera un inconveniente lo hablara con él, y yo lo hacía, y ahora… no tengo con quien hacerlo, están mi hermanos, pero no es lo mismo, y mamá con la actitud que ha mantenido estos días no creo que quiera escuchar mis problemas, apenas me dirige la palabra, no entiendo porque.

Después de un camino que se me hizo eterno—pero que en realidad solo duro 15 minutos—llegamos al restaurante, y mamá no dejó de hablar en ningún momento de la novia de mi hermano. Me pregunto si alguna vez hablará de mí así, con ese brillo en los ojos y esa sonrisa orgullosa.

Entramos todos y yo los sigo aburrida, sinceramente me importa una mierda esta cena, solo quiero largarme a mi casa a ver películas mientras como chocolatinas.

Nos sentamos en una mesa cerca al ventanal, y admiro la bella noche…

—Isabela—Me saca de mi ensoñación mamá.

— ¿Eh?

—Que vas a pedir hija

—Pídeme cualquier cosa—le digo y ella asiente.

Me volteo de nuevo hacia la ventana con la intención de ignorar a todo el mundo, pero escucho una risita que hace que me dé la vuelta como la niña del exorcista.

La del pelo oxigenado trata de contener una sonrisa sin mucho éxito.

— ¿Algún problema rubita?

Se le borra la sonrisa con mi expresión.

—No—dice encogiéndose un poco.

— ¿Y qué te produce risa?

—Que me parece sumamente gracioso que tu mamita tenga que pedirte la comidita como si fueras un bebé.

Espero que también le parezca gracioso mi puño en su cara cuando le borre esa sonrisa.

Sonrío maliciosamente al recordar algo que mencionó mamá en el carro.

—Yo por lo menos tengo una mamá…

— ¡Isabela! —Dice mamá y mira apenada a Angie—Oh, lo siento tanto querida.

Ruedo los ojos.

Llega la cena y el ambiente se torna incómodo por la pequeña discusión, así que después de un rato ya no aguanto.

—Voy al baño—Me levanto.

Menos mal la mesa queda en el ventanal del restaurante, y en realidad no voy al baño, voy a la barra.

Un señor viejo está de bartender.

—Oiga, señor—lo llamo— deme un whisky.

Me mira dudando.

—Te ves muy joven para beber.

—Y usted muy viejo para trabajar ¿no debería estar jubilado ya?, deme mi trago.

El suspira pesadamente pero me lo da y me lo bebo de un sorbo.

— ¿Despecho? —Pregunta una voz gruesa.

—Métete en tus asuntos—espeto sin mirarlo y volteo a mirar al viejo de la barra— sírveme otro.

Me lo da y me lo bebo.

—Típica chica mala clase ¿eh? Sé un poco más original.

— ¿Te importa? —Pregunto sin mirar— Lárgate y no me jodas.

—Tú no eres nadie para darme órdenes.

Me volteo y...

Siento que el corazón me da un vuelco.

Es un hombre… no, un hombre uno, un joven, debe tener más o menos mi edad, es muy atractivo, tiene unos ojos verdes grandes y brillantes, el cabello castaño claro y es un poco moreno.

— ¿Qué haces acá?

—Simplemente vi a una chica que parece amargada bebiendo sola, y me acerque porque hay un montón de hombres mirándote como pervertidos que pareciera que te quisieran hacer quien sabe qué.

Volteo y efectivamente hay muchos hombres mirándome.

Soy consciente de que no paso desapercibida a los ojos de nadie por mi belleza.

— ¿Si? Pues metete tu ayuda por donde te quepa y lárgate.

Suspira.

—Repito que tú no me das órdenes, por lo menos puedes decirme tu nombre.

Dios que fastidioso es.

—Isabela ¿contento? Déjame sola.

—Drake, un placer, Isabela.

¿Porque rayos mi nombre suena tan bien en su boca?

El imbécil se queda los siguientes 10 minutos hablando conmigo, bueno, solo, porque yo no le contesto nada.

Al cabo de un rato mi madre llega

—Isa, hija, ¿no vas a volver a la mesa?

No quiero ir a la mesa a ver a sentir esa tensión asfixiante, además, creo que están mejor sin mí.

— ¿Eh?... Ah sí, es que me encontré con...—dudo.

—Un viejo amigo, un gusto, me llamo Drake

—Emily, —me mira— cuando nos vayamos a ir te llamo ¿vale?

Asiento.

Drake se me queda mirando fijamente, entiendo que quiere.

—Si piensas que te voy a agradecer olvídalo.

—Oye porque eres así, solo estoy siendo amable.

—No quiero tu amabilidad ni quiero hacer amigos—Corto la conversación con la esperanza de que me deje sola.

Spoiler

No pasa.

Al contrario me habla más y más.

Habla hasta por los codos.

Este chico es muy irritante, pero más de una vez me quedado viendo el movimiento de su boca al hablar.

Me suena el celular con un mensaje, lo reviso y es Mateo diciendo que me esperan en la camioneta.

—Bueeeeno, gracias por esta… ejem… increíble e interesante conversación—Digo con una sonrisa falsa.

Me levanto y me agarra la muñeca con suavidad—es importante aclararlo—, un escalofrío me recorre todo el cuerpo.




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