Lágrimas y estrellas

El perro de ojos tristes.

Perrera, injusta perrera.

El perro de ojos tristes:

Pasan los días por la luz de la ventana. La luna y el sol sin prisa se persiguen. Noche tras noche, amanecer tras amanecer. Solo el fresco aliento de la brisa metropolitana, que siempre está cargada de olores diferentes, mezclados, que tristemente me recuerdan el sabor de las comidas que lograba conseguir de vez en cuando. Ya nada se parece a esa vida, tan ajena y lejana a mí, nada es dulce o amargo. Solo tengo ahora el triste y sinsabor silencio, o más bien, ruido, porque el silencio es tranquilo, es paz y quietud, pero esto no lo es; es más un ruidoso quejar de almas, un doloroso alarido, y un triste pesar de lágrimas que no pueden brotar.

Nadie dijo que la perrera seria bonita, o reconfortante. Este lugar gris y gutural, tenebroso y terrible. Que solo subsiste con la amargura de los corazones apagados, y desolados. Las tristes caras de perros, pequeños y grandes, peludos y calvos en su totalidad. Muchos lamentándose en silencio, otros aullando a la luna, buscando su auxilio de este deplorable sitio. Y otros, que como yo, ya se han cansado de suplicar libertad, de mirar a los ojos a aquellos que se encargan de "alimentarnos", ya no importa. Ya no nos interesan ellos. Ya perdí la cuenta de cuantas veces el sol se ha ocultado y la luna se ha desvanecido a través de esta ventada.

Las jaulas ya han apagado mi alegría, su acero ya mato mis esperanzas.

¿Quién diría que esto pasaría? Al nacer me arrebataron del calor de mi madre. De pequeño pude sentir los tiernos y cálidos brazos de una familia, que aunque fuese de una raza distinta a la mía; me demostraban su afecto, me sentía... amado. Pero de que sirvió todo esto, de que me sirve ahora. Al pasar los años solo pude sentir como su amor parecía desvanecerse junto a los años que corrían. Recuerdo como parecían dejar de querer que estuviera a su lado. Como con el tiempo me volví un...estorbo.

Pero sé que no fue su culpa. Ellos solo olvidaron que me dejaron atrás en aquel baldío camino, de seguro no se percataron de que yo los seguí persiguiendo por varios kilómetros mientras el auto se alejaba más y más. No fue su culpa, nada de esto lo es. Yo los busque mucho tiempo, pero el mundo es muy grande, y tal vez ellos también me buscaron, pero al igual que yo, no encontraron nada. Sé que me buscaron. No fue su culpa que las otras personas me patearan, me gritaran, y me golpearan con sus autos.

Sé que me extrañan, como yo a ellos, pero, ya nada importa, porque yo no puedo encontrarlos y ellos tampoco a mí.

Solo espero la hora en que los sujetos con trajes blancos me lleven a la habitación del fondo, de donde ningún perro ha vuelto.

Solo me queda soñar con mis antiguos amos. Y aun si mis ojos tristes miran a la luna, y le suplican piedad y libertad, ella no me escuchara. Solo se quedara mirando. ¿Por qué tenemos que soportar todo esto? ¿Acaso tenemos culpa? ¿Culpa de haber nacido? Pienso que no. No hemos hecho nada malo para estar tras rejas. No merecemos este trato tan cruel.

Los hombres de trajes blancos me llevan en sus brazos, cruzando por la puerta de la habitación del fondo. Al menos ya no volveré a esta prisión sin sentido... 



#22356 en Fantasía
#30981 en Otros
#9859 en Relatos cortos

En el texto hay: fantasia, cuento, drama amor

Editado: 25.07.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.