Las 4 reglas de amar a Sierra

Capítulo 7

Sierra

Leah me consideraba una maldita perra, ¿y qué podía hacer yo? Es la maldita verdad. Y me gusta serlo, no soy la niña bonita buena de la película. Soy la maldita perra que destroza la vida de los demás. Bueno, tampoco así. Sin embargo, es bonito fantasear. 

Miro a mi alrededor, nadie está en el laboratorio de química y yo parezco una maldita nerd sentada aquí esperando que una alma se aparezca. Quizá un poco sí lo soy, o bien solo es el hecho de que el mejor amigo de papá es el profesor. 

La última vez que llegué tarde, falté mejor dicho, a esta clase papá se enteró y enloqueció. Maldita sea, casi me manda a un internado infernal en América. 

América suena muchísimo mejor que Estados Unidos. Se me hace muchísimo más fácil, pero estando en un país latinoamericano es casi imposible llamarle a mi país natal tal como yo lo conozco sin que reciba un "ESTADOS UNIDOS NO ES AMERICA". Damn it.

Suspiro aburrida y tamborileó mis dedos contra el escritorio intentando emular alguna melodía de una canción, hasta que de repente alguien hace su aparición y no es nada más y nada menos que la puritana de Mariana. 

 - Oh hola.- dice y se sienta a mi costado. Porque, como el destino me detesta y el puto profesor cree que es una bonita idea sentarme con esta insoportable, es mi compañera del laboratorio de química. 

Mariana es una perdedora total, con sus ridículos gustos infantiles y esas ropas, que ni le quedan (muy gorda está si me lo preguntan),  da disgusto el solo verla caminar. 

Sé perfectamente que ella piensa lo mismo de mí. Su fachada infantil no me engaña para nada, sé cómo habla de mí, groserías no tan fuertes es una novata después de todo, y cómo cree que lastimo a Leah. Puras idioteces, yo soy la mejor cosa que le ha pasado a Higgins. Aunque la tonta esa piense lo contrario por el "maltrato psicológico".

Vete a la mierda, psicología. Porque cuándo haz hecho algo bueno por mí, en primer lugar. 

- Hola, Mariana.-  enuncio con una sonrisa fingida. That is so fake like my heterosexuality. Oh shit, otra vez el maldito inglés atormentándome. - ¿Qué tal todo? - pregunto con normalidad. 

Es una pregunta que en realidad no merece respuesta. Y me alegra bastante, porque realmente no quiero hablar con ella. Ni mucho menos respirar el mismo aire con ella, pero lamentablemente no puedo asfixiarla o algo parecido. Es ilegal.

Poco a poco, el salón se comienza a llenar por el termino del receso y simplemente suspiro de alivio por estar sola con la gorda esta. A medida que pasan al salón, la gente que me conoce me saluda cordialmente y yo les devuelvo el gesto con la misma emoción. Claro, está la posibilidad de no estar aquí sentada calentando el asiento para ir a hablar con alguno de ellos, pero no lo hago. No tengo muchas ganas de conversar ahora, es raro.

Maybe what Leah said hurt me, it happens sometimes. And I really hate that part of me, it makes me look weak and I don't want to be that kind of person. Not anymore.

Niego con la cabeza, odio pensar en inglés. A veces se me combinan los idiomas gracias a mis pensamientos. Y es bastante molesto porque en algunas ocasiones he mezclado el español y el inglés, pareciendo una tonta. Y, definitivamente, ese no es mi papel, es el de Leah.

- ¡Buenas tardes alumnos! - saluda cordialmente el profesor. Todos repetimos, en coro, el saludo. 

El profesor comienza a poner sus cosas en el escritorio, sin no antes darle una mirada al salón probablemente asegurándose que esta vez sí asistí, y cuando termina se dirige a prender la computadora. Sin embargo, un pequeño "toc toc" lo distrae. Inmediatamente, porque soy una chismosa de primera, dirijo mi mirada hacía el o la causante, ignorando el molesto tarareo que ha empezado Mariana de repente.

Y la veo, es ella. Oh, mierda.

Leah

 ¿Y leíste la carta? - pregunta algo avergonzado Jay. Lo miro con incredulidad mientras mi cerebro intenta procesar todo. 

Yo y Jay compartimos la clase de computación, pero como los asientos se rigen por orden de lista nunca nos hemos sentado remotamente juntos. Ya que, después de todo, la "H" está muy lejos de la "B". 

Ese había sido mi alivio al recordar que yo y él compartíamos la misma clase, pero nada nunca es tan bonito. La suerte nunca está de mi lado, en realidad. Ya que como mi compañera de al lado no vino hoy y su máquina era la única disponible, él se sentó a mi costado al tener su computadora malograda. 

Y ahora estaba preguntándome sobre la carta. La maldita carta que tiré a la basura sin remordimiento alguno. Simplemente no quería leerla, es idiota, pero me da náuseas. Jay, él no se merece todo esto porque ¿qué mierda ha hecho él? No es una cosa como para utilizarlo para los planes de Sierra. No es una herramienta, es una persona. Una persona que es mi amigo y que conoce una pequeña parte, que es verdadera, de mí. 

No quiero tirar todo eso a la basura por las cojudeces de Sierra. Pero mierda, mierda, ya pasó mucho y yo me le he quedado viendo como una idiota a Jay.

- En realidad, no.- digo con la verdad. Su expresión decae un poco y yo me siento a punto de morir por el dolor que me provoca la escena.-  eh, yo, no he tenido tiempo. Lo siento.

Él asiente y no me dice ninguna palabra más. Noto que se concentra otra vez en su pantalla y yo intento volver a lo mío, sintiendo un montón de remordimiento dentro de mí. Es difícil tener que herir sus sentimientos. 

He herido a personas anteriormente, no soy una santa desde que salgo con Sierra, pero esta vez es diferente. Es Jay.  Y quizá por eso lo hago, porque sé que aunque me dé pena rechazarlo ahora, si acepto ser su novia más adelante todo será peor y más doloroso aún.

Aunque no sé exactamente porque quiero cambiar todo, porque le estoy respondiendo así. Sierra me va a matar. Ya que todo tiene que hacerse a su voluntad. 




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