-Espera aquí camarada, enseguida vuelvo- dijo el guardia que vigilaba la entrada que daba al edificio donde residía el general, un tipo joven de veintiséis años de probable origen íbero con un fina barba que le rondaba por los cachetes. Dio media vuelta y entro por la gran puerta de madera internándose en el interior del vestíbulo.
-A ti también te llamaron temprano por lo que veo…
Máximus giro y se sorprendió al ver al primípilo despierto a tan tempranas horas del día, además lo veía mal dormido y con unas ojeras casi imperceptibles pero claras muestras de cansancio al fin y al cabo, así que con motivo de saber que había hecho levantar a Cornelio de la cama con el frío de la mañana le pregunto:
-Cornelio... me alegro de verte... te ves algo cansado, ¿todo va bien?- preguntó el joven con interés más en saber lo que había hecho al dormir que la importancia de su salud.
-En realidad tengo que ir enseguida a hablar con el Legado,- comenzó Tulio- pero como se que César te ha mandado a llamar vine a preguntarte algo antes de que entres con él.
-¿Y bien?- increpó el joven queriendo ir al grano.
-¿Te acuerdas algo de lo que ocurrió anoche?- preguntó el Primus pilus.
-Por supuesto Cornelio- respondió Máximus.
- ¿Incluso la persecución al enmascarado?- pregunto Tulio en voz baja esta vez.
- No me he olvidado de nada Tulio.
Cornelio miro a su alrededor asegurándose de que nadie observara o escuchara, luego le hizo una seña a Máximus para que se acercara más.
-Resulta que ayer después de nuestra “recorrida" por el campamento” fui a mi habitación para descansar, pero antes de eso Claudius y yo fuimos a buscar a Castus-hizo una pequeña pausa esperando que Máximus lo interrumpiera.
-¿Y que fue lo que le paso Cornelio?- preguntó al final el joven.
-Más bien como lo encontramos es lo importante...luego de que le perdiéramos el rastro a nuestro “amigo” Claudius me llevo a donde habían visto salir al tipo, una tienda grasosa y mal mantenida, pero lo terrorífico viene después.
- ¡Maldito Cornelio no me dejes con la intriga! ¡Habla pues!
-¡Esta bien pero calla!- exclamo en voz baja el viejo centurión mirando a ambos lados- Dentro de la carpa estaba Castus, intentamos sacarlo de ahí pero no quería, tenía miedo, dijo que la “criatura”, pues así lo llamaba al tipo, iba a volver y no se que otra cosa más. Intente razonar con el pero no quería, y no se como pero termino explicándome los rasgos del tipo: cara blanca, ojos enormes, ninguna nariz y ¡no se que más! El hecho es que tuvimos que sacarlo casi llorando de la carpa y llevarlo a su habitación y ayudarlo a dormir.
-Jajaja ¡No sabía que tenías vocación de matrona Tulio!- respondió casi al borde de las carcajadas Quintillo.
-¡Silencio! ¡Yo no dije eso! – se defendió Cornelio intentando recuperar su honor- Solamente lo ayudamos a olvidarse de las cosas. Luego Claudius y yo nos fuimos a dormir. Pero cuando apoye mi cabeza en la cama las dudas y los recuerdos no me dejaban descansar, entonces me levante, me abrigue y salí a buscar al tipo en todo el campamento. El miedo de Castus no me dejaba dormir, hace ocho años que lo conozco y jamás lo vi…tan asustado.
-¿Lo dices en serio viejo?
- ¡Si!¡No he pegado un maldito ojo en toda la noche!....espera….¿viejo?
- Pero ¿Por qué te han llamado ?¿Acaso...
-¡Centurión Amadeo, puede pasar!- habló el guardia que le había dado el alto a Máximus.
-Pasa, después seguiremos hablando- exclamó el centurio mientras Máximus se internaba dentro del edificio.
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-Nombre- exclamó el calon, uno de los esclavos personales de César.
-Máximus Quintillus Amadeus- respondió casi extrañado Máximus, considerando que el legionario de afuera le haya preguntado lo mismo que el esclavo.
- Pasa, César te está esperando- contestó el otro.
Máximus dio un asentimiento como saludo y se giro para entrar hasta que de repente y sin aviso un voluminoso legionario con la cabeza semi rapada salio vociferando de la carpa del general flanqueado por dos de los legionarios del interior de la habitación de César.