Lejos de GusuLan, dos personas no podían creer lo que la tal Yu Mei les decía. ¿Xue Yang sacrificandose por ellos? Debe ser un jodida broma.
Xiao Xingchen se negaba a creer que alguien como Xue Yang se habría sacrificado por ellos después de todo el mal que había provocado.
Creer en las palabras de Yu Mei le era difícil, y más todavía cuando dijo eso sobre Xue Yang.
—Sé que no me creen, aunque mucho no me importa, pero es verdad todo lo que dije. Solo necesitaba sus almas, las cuales tu amigo tenía y listo, ustedes están aquí.
—¿Song Lan? —preguntó Xingchen confundido.
—Sí, aunque se caracteriza más con el apellido Nie —respondió Yu Mei.
—¿Nie?
—Ajá. Tu amigo es el esposo del actual líder de Qinghe Nie, Nie Huaisang.
La sorpresa estaba pintada en los rostros de A-Qing y Xingchen. Xiao Xingchen jamás creyó que llegaría el día en el que Song Lan se case, principalmente porque Zichen nunca lo había considerado.
—¿Cuánto tiempo lleva casado? —preguntó A-Qing curiosa.
—No sabría decirles —mintió Yu Mei.
Xiao Xingchen notó la mentira, pero no dijo nada; estaba demasiado ocupado en su mente pensado. Sin embargo, aún se encontraba reacio a creer lo de Xue Yang.
Yu Mei lo entendía, o sea, no todos los días la persona que te llevó a suicidarte, se sacrificaba para traerte de nuevo.
—¿Quieren que les cuente cómo fue que ustedes están aquí?
A-Qing y Xiao Xingchen asintieron, necesitaban conocer la razón que llevó a Xue Yang a hacer lo que hizo.
Años atrás
Xue Yang sabía que este era su fin, sabía que esto era lo que se merecía, pero no quería irse así como así. Él, necesitaba que su DaoZhang y la pequeña ciega estuvieran vivos.
Anhelaba poder verlos por última vez. Quería disculparse correctamente con ambos, y confesarle sus sentimientos a Xingchen. Era probable que no sería correspondido por el mayor, pero quería correr ese riesgo.
Cerró los ojos por algunos minutos, cuando volvió a abrirlos se encontró en un lugar oscuro.
«¿Estoy muerto?» pensó con ironía mientras se levantaba con un cuidado y dificultad, maldecía no tener su brazo.
—Xue Chengmei, o debo decir, Xue Yang.
El mencionado se tensó en su lugar, mientras que rápidamente buscaba al dueño de esa voz.
—Un joven asesino que tuvo una infancia miserable, ¿Verdad?
La ironía en la voz de esa persona comenzaba a molestarlo.
—Fuiste encontrado por Xiao Xingchen y A-Qing, lo engañaste e hiciste que matara a personas inocentes. Luego de eso, provocaste que matara a su mejor amigo y después se suicidara. Eso te enloqueció y mataste a A-Qing. ¿Me equivoco?
—No —respondió tenso—. Todo lo que dices es verdad.
Yu Mei lo observaba con seriedad, aún seguía pensando si él se merecía una segunda oportunidad. Lo pondría a prueba.
—¿Pagarías tus pecados, Xue Yang? —preguntó firme y seria.
Xue Yang tardó un poco en responderle, pero terminó por hacerlo.
—Sí.
Yu Mei formó una leve sonrisa.
—¿Serías capaz de sacrificar tu vida y recuerdos con tal de traerlos?
—Sí.
La decisión en la voz de Xue Yang la hizo sonreír. Esto era lo que necesitaba para llegar a una conclusión.
—Bien. Te daré una segunda oportunidad, y ellos volverán a la vida para vivir la suya, pero —hizo una pausa y su expresión se volvió fría—. Perderás todo, no los recordarás y volverás a la vida como un niño.
—Entiendo —susurró.
Yu Mei sintió un poco de lástima por el cultivador. Xue Yang era un ser odiado por todos, hasta por Xiao Xingchen. Solo esperaba que en esta nueva oportunidad, ellos no se reencuentren.
—Tomaré tus recuerdos y tu vida ahora, pero antes, dejaré que los veas.
Xue Yang la observó confundido e intentó decirle algo, pero Yu Mei ya lo había aparecido frente a Xiao Xingchen y A-Qing. El cultivador tembló cuando observó el desprecio en esos ojos. Le dolió como el infierno.
—Pequeña ciega, DaoZhang.
Su voz se quebró y las lágrimas amenazaban con salir, pero él hacía un esfuerzo por no soltarlas.
—¡Xue Yang, eres un ser completamente despreciable! —bramó Xiao Xingchen con furia. Xue Yang bajó la cabeza sintiéndose más herido a pesar de que se merecía todo lo que su DaoZhang le diga.
—Lo sé, DaoZhang —contestó en un leve susurro.
Xiao Xingchen se sorprendió, pero no iba a dejarse engañar por ese asqueroso asesino. No cometería el mismo error.
El taoísta se acercó al menor y no dudó en golpearlo, Xue Yang no se defendió, dejó que Xingchen soltara todo su odio sobre él.
Cuando el mayor se alejó y se calmó, Xue Yang se levantó con sumo cuidado. Al subir su mirada, pudo darse cuenta que ya no le quedaba mucho tiempo.
—Lo siento, realmente lo siento. Por mi culpa todos están muertos, por mi culpa tú te suicidaste. Te hice asesinar a gente inocente y a Song Lan, lo lamento tanto, DaoZhang.
—Es tarde para eso, Xue Yang.
—Es verdad —respondió y luego miró a A-Qing—. Lamento matarte.
—Te odio —habló por primera vez.
Xue Yang sonrió, lo sabía.
—Te amo, DaoZhang —dijo Xue Yang sorprendiendo al mencionado y a A-Qing—. En un principio intenté deshacerme de estos sentimientos, pero luego terminé por aceptarlos. Te amo tanto que la culpa me carcome; se que no soy correspondido, solo quería hacértelo saber.
—Yo jamás amaría a alguien como tú —habló el taoísta.
«Lo sé, DaoZhang, pero igual no deja de doler»
—Te amo y lo lamento.
Fue lo último que dijo Xue Yang antes de cerrar los ojos y caer lentamente para sorpresa de Xiao Xingchen y A-Qing.
El sentimiento de pérdida se hizo presente en ambos, pero no quisieron tomarle importancia. Xue Yang se había ido, y ésta sería la última vez que iban a verlo.
Yu Mei negó con la cabeza, esos dos jóvenes iban a regresar con mucho resentimiento hacía Xue Yang. Dentro suyo deseaba que en otra vida esos tres vuelvan a reencontrarse.