Regresar a Cuidad Yi luego de la última vez, no estaba en sus planes, pero ahí estaba una vez más. La ausencia de Xue Yang se hacía más notorio y, volver, le hacía olvidar un poco que el menor no estaba a su lado.
Creyó que A-Qing no se daría cuenta de sus escapadas, sin embargo, se equivocó cuando la encontró furiosa una noche. Por más que intentó explicarse, la menor no quería escucharlo.
Ella aún seguía culpando a Xue Yang por lo sucedido.
Las constantes salidas de Xiao XingChen, provocaban leves discusiones entre él y A-Qing. Algunas llegaban a ser algo fuertes, sin embargo, XingChen siempre se detenía y se disculpaba con la menor. El taoísta, no quería que la sola mención de Xue Yang, fuera la causa de sus peleas. Y tampoco podía culpar a A-Qing por su sentir hacía Xue Yang.
De cierta manera, entendía como ella se sentía al respecto, porque él también se sintió así en su momento. Sin embargo, poco a poco las cosas fueron cambiando y, todo, se empezó a ver desde otra perspectiva. Aún seguía teniendo el recuerdo del rostro de Xue Yang; jamás creyó que esa sería la última vez.
Quería preguntar por él, saber si había entrado en el ciclo de la reencarnación, pero jamás logró encontrar a aquella mujer.
En el inicio de su búsqueda, dejó que la desesperación se apoderara de él. Había nublado su juicio, sus sentidos y su razón. Quería con tanta desesperación encontrar a Yu Mei; necesitaba dejar de sentir ese pequeño pinchazo en el pecho. Ansiaba con todo su ser saber que era mentira y que, Xue Yang, volvería con su típica sonrisa.
Por un momento, encontrar a esa mujer, se había convertido en algo habitual y necesitado. Sin embargo, no llegaba a ningún lado y desistió.
Sentía que la mujer, no quería que supieran nada sobre Xue Yang. Algo que todavía no lograba entender.
Dejó de hacerse preguntas sobre Xue Yang luego de un tiempo. Intentaría, junto con A-Qing, llevar una vida normal; aunque sabía que eso sería algo difícil. Sin embargo, lograrían hacerlo.
Por más que intenten olvidar, no podrán lograrlo.
Luego de esa broma, las cosas entre los juniors y Xue Yang se habían calmado un poco. Eso sí, Xue Yang no perdía tiempo en hacerle comentarios maliciosos a los tres.
Wei WuXian solía divertirse con eso, a pesar del castigo que su esposo le puso al menor.
Había estado reacio a qué Xue Yang recibiera ese castigo, pero sabía que su A-Yang debía aprender.
Mientras lo observaba dormir, Wei WuXian recordaba el día en que lo enterró. En un principio creyó que estaba traicionando a su A-Yuan, pero después de darse cuenta de algunas cosas, pensó que era correcto hacerlo.
Necesitaba darle a alguien ese inmenso amor que tenía dentro suyo, y ver a Xue Yang tan pequeño, herido y vulnerable, ablandó su frágil corazón. El día que vió como lo golpeaban por un poco de comida, lo puso furioso y quiso matar al maldito bastardo que se atrevió a lastimarlo de tal manera.
Entendía perfectamente lo que era vivir en las calles y pelear por algo de comida, él mismo había pasado por esa situación hasta que fue encontrado por Jiang FengMian.
Sin embargo, en su anterior vida, Xue Yang no tuvo nadie con él. Quería creer que, si alguien hubiera encontrado a su pequeño A-Yang en el pasado, las cosas habrían sido diferentes.
Estaba agradecido con esta oportunidad, porque él se encargaría de darle a Xue Yang todo lo que se le fue negado desde un principio. Lo amaría como si fuera hijo de su sangre; lo entrenaría para convertirlo en el mejor cultivador del mundo.
Haría de Xue Yang una buena persona, y si alguien se atrevía a siquiera ponerle una mano encima, él se encargaría de asesinarlo lentamente.
Ésta vez, no dejaría que nadie se acercara a su A-Yang con malas intenciones. Les demostraría al mundo, que esto era lo correcto.
Si llegaban a negarse, bueno, haría arder al mundo solo para ver feliz y protegido a Xue Yang. La historia no volvería a repetirse, tanto él, su marido y dos grandes sectas, se encargarían de eso.
Muy dentro suyo, esperaba que nadie hiciera nada en contra de su pequeño niño, porque aquella persona, habrá deseado no haber nacido nunca.
Ahora, mientras acariciaba los cabellos del niño suavemente, de prometió ser su todo. Nada le faltaría, porque era algo que ese pequeño demonio se merecía.
Estaría a su lado, ya sea desde las sombras o detrás de él. Jamás se separaría de Xue Yang.
WangJi había entrado de manera silenciosa mientras una tierna y pequeña sonrisa se formaba en su rostro ante tal hermosa escena.
Si era sincero, no se arrepentía de ir con su Wei Ying a esa cacería nocturna.
Encontrarse con un pequeño Xue Yang, no había formado parte de sus planes, pero verlo indefenso mientras se cubría con sus pequeñas manos para protegerse, provocó un cálido sentimiento en su ser.
No había dudado en ir a salvarlo de su agresor, quién intentó excusarse de manera deplorable.
Sabía que su pequeño esposo tenía una debilidad por los niños, por eso no se sorprendió al verlo formar un lazo con el menor.
Fue un asombro notar que el niño no recordaba nada de su vida como cultivador demoníaco, y se sintió esperanzado al sentir que esto era una oportunidad para cambiar errores de ese pasado.
En el momento que piso Gusu, fue amados por todos y consentido por su tío. Algo que lo sorprendió un poco, pero no dijo nada para no molestarlo.
Aunque si se ganó un par de carcajadas por parte de su Wei Ying.
Su pecho se había llenado de orgullo al ver cómo defendía a WuXian y luego a JingYi. Sin embargo, eso provocó que lo castigara por primera vez.
Había dolido hacerlo, pero lo que más dolió fue lo que vino después.
“¡Te odio!”
Su corazón se rompió en ese momento e intentó acercarse al menor para decirle que esta sería la primera y última vez, pero este lo rechazó y corrió hacia algún otro lugar lejos de él.