Muerte, esa vieja amiga que nos asecha desde las sombras. Esperando que cometamos algún movimiento en falso, ansiando ese preciado error.
Mirando nuestros movimientos, calculando nuestra próxima caída.
O eso creía Xue Yang en este momento.
Siempre creyó que un día moriría, es decir, conocía sus crímenes. No iba a admitir estar orgulloso de eso, solo encontró una forma de ganarse la vida, luego de su ansiada venganza. Quizás, aunque estaba seguro de que eso no había sido, encontrarse con Xiao XingCheng, fue el error de su vida.
Sin embargo, tampoco se arrepentía de tenerlo en su vida, junto con la pequeña ciega. Había llegado a adorarlos con su vida, a tal punto que no le importaba matar a cualquiera que los mirara mal. No obstante, cuando Song Lan volvió a aparecer, todo se fue al carajo.
Pensó que nada cambiaria si se deshacía de él, pero no fue así. Todo paso tan rápido que ni él lo pudo creer en ese momento, mato a Song Lan y provoco el suicidio de Xiao XIngCheng. Solo quería paz y estabilidad con las personas a que estaba comenzando a querer como familia; por desgracia, decidió arruinarlo todo.
Se arrepentía enormemente, y era por eso que ahora se encontraba en este lugar. Esperando una segunda oportunidad.
—Debo decir que no esperaba esto —dice Yu Mei, mirando al menor con pena.
—Deseo poder arreglar mis errores pasados, pero para eso necesito despedirme de esos dos —murmura Xue Yang, con desesperación.
—¿Por qué quieres hacerlo?
—Porque son todo lo que tengo.
Yu Mei lo observa, y decide que iba a darle esa oportunidad. Sin embargo, sabía que Xue Yang no estaba diciendo la verdad.
—Puedo, y te daré esa oportunidad, pero hay algo que no me estas contando.
—Cuando llegue el momento, deseo que me traigas a la vida con todos mis recuerdos, como castigo por mis pecados.
—¿Por qué querrías eso? —pregunta desconcertada.
—Porque... —Xue Yang hace una pausa buscando las palabras exactas—, de esa manera, DaoZhang va a amarme como yo lo hago.
La diosa lo miro con sorpresa, ese chiquillo estaba tan roto que no le importaba volver a romperse con tal de ver a su amado otra vez. Era patético, Xue Yang era patético, pero al mismo tiempo, buscaba con una desgarradora desesperación pertenecerle a alguien.
No entendía las estupideces humanas, pero entendía muy bien lo que era hacer cosas estúpidas por amor. Ella hizo una de esas estupideces.
Tener a esos dos frente a ella, le hervía la sangre. Ambos seres egoístas que no podían ver más allá de sus narices, despotricando sandeces hacia el cuerpo sin vida de Xue Yang.
Quería matarlos, hacerlos desaparecer del maldito mundo, pero sabía que el joven en sus brazos no lo permitiría. Aun muerto, el menor seguía preocupándose por ellos. Sin embargo, cuando se giró con la intención de irse, no le sorprendió que le preguntaran que haría con Xue Yang.
No respondió, simplemente los miro, y desapareció de ahí. Ellos ya no necesitaban saber nada sobre la vida de Xue Yang.
Fue por eso, que eligió a Wei WuXian y Lan WangJi, para la crianza del pequeño niño que acababa de revivir. Ellos sabrían muy bien qué hacer con el mocoso.
Sin embargo, jamás olvidaría la última voluntad de ese cultivador.
Algún día, mes o año, ella volvería por él, y cumpliría con lo pedido.
—Muy pronto, volveremos a vernos, querido A-Yang.