—Jon, Jon, Jon —gritó la chica mientras golpeaba la puerta de su casa como si no hubiera un mañana. Mina había estado planeando ese día durante toda la semana y no podía esperar más, lo único que faltaba era que Jon se decidiera a levantarse.
La joven siguió golpeando hasta que, con lentitud, la puerta se abrió, y de allí salió un cansado y adormecido Jon Black, «siendo las 3 de la tarde de un hermoso sábado ¿cómo podía estar durmiendo?» se preguntó Mina.
—Quedamos en no practicar hoy…
—Ya lo sé, vine porque nos vamos de excursión.
—¿Excursión a dónde? —preguntó confundido.
—Al Pico de la Luna por supuesto —respondió mientras señalaba el enorme monte que se veía a la lejanía de ese lugar.
—No.
—Sí, y ¿realmente piensas que puedes negarte?
—Nuestras madres nos matarán si se enteran que fuimos allí sin supervisión.
—Pues no digas nada y prepárate.
—En serio no creo que debamos…
—Si no vienes tendré que ir sola, ¿estás de acuerdo con eso?
Puede que fuera un poco injusto por parte de Mina, pero ella sabía muy bien que si decía esas palabras, a Jon no le quedaría de otra que acompañarla y efectivamente su plan funcionó.
—Sé que voy a arrepentirme de esto… dame 15 minutos —dijo yendo a su habitación.
—¡10 minutos! —ordenó.
***
El Pico de la Luna, una gran elevación de terreno, bastante inusual según la geografía del lugar. Se ubicaba al noreste del pueblo y era comúnmente visitada por turistas en épocas de verano, pero el resto del año estaba relativamente vacío, y siendo otoño, era poco probable que ellos se encontraran a alguien más. Lo cual era perfecto para el plan de Mina y una situación terrible para el asustadizo Jon, pues estarían solos en una enorme montaña rodeados de bosque.
El bosque de los siete colores, era llamado así por las diferentes variedades de árboles que allí residían, robles, abedules, cerezos y muchos más que Mina no se había tomado el trabajo de recordar, pero lo que sí sabía es que para poder llegar al Pico de la Luna se lo debía atravesar primero, cosa que para los demás sería una acción tenebrosa y peligrosa, pero no para ella, pues prácticamente se había criado allí y acostumbraba a ir muy seguido (cuando estaba en la tropa del viejo Joseph).
—Mina ¿estás bien?, estás muy callada —preguntó Jon.
—Estaba haciendo un monólogo interno, no interrumpas —contestó ella.
—Ah, pero…
—¿Qué sucede?
—Esta es nuestra parada.
Con sorpresa Mina tocó el botón de descenso del autobús, por suerte el chofer se detuvo a pesar de haberse pasado un poco de la parada, de lo contrario tendrían que recorrer más camino del planeado y con Jon como acompañante, cada paso extra sería un problema.
Ambos chicos bajaron del vehículo con sus respectivas mochilas en los hombros, Mina había venido completamente preparada con su antiguo conjunto de acampar, y Jon… pues se vistió con lo que pudo encontrar, «¿con qué se divertía él si no acostumbraba a acampar» se planteó ella.
Con asombro ambos vieron el gran bosque al que tenían que ir.
Los diversos tipos de árboles se asomaban cerca de la carretera y los increíbles sonidos naturales que producían los animales y demás cosas solo podían hacerlos pensar en una cosa.
—Entremos…
—Volvamos…
Ambos chicos se miraron con asombro, ninguno pensaba lo mismo que el otro, para Mina la vista era emocionante y ansiaba entrar a explorar el bosque, pero para Jon, ese conjunto de árboles frondosos parecía decirle que huyera de allí lo más rápido posible.
Mina observó a su asustado compañero y suspiró, ya se había habituado a su excesivo temor y sabía cómo convencerlo de seguirla. Mina se acercó a él para acomodar su revoltoso pelo, que había acabado así por dormirse un tramo del viaje. «Solo fueron 45 minutos ¿qué tan cansado se puede encontrar?» replicó en su mente.
—Oye ya llegamos aquí, no podemos irnos ahora ¿verdad?
Jon no se veía muy convencido por los argumentos de su amiga, por lo que ella lo tranquilizó diciendo que, en cuanto hubieran encontrado lo que venían a buscar volverían de inmediato. No era intención de Mina acampar en la noche con un completo novato como él, aunque no lo descartaba para un futuro. Quizás cuando el chico tuviera más práctica y seguridad.
La joven tomó la mano de su inseguro compañero y ambos se adentraron en el bosque.
—Por cierto, ¿qué estamos buscando? —preguntó por fin Jon mientras trataba de atravesar unos arbustos.
—Te tardaste mucho —contestó ella —. Esto es por lo que estamos aquí.
Mina le entregó a Jon el cuaderno que había encontrado en el armario de su madre. En él había mucha información interesante sobre ese bosque y lo que vinieron a buscar. Lo había estado leyendo la última semana, y entre muchas cosas hubo algo que le llamó especialmente la atención.
—Estás bromeando…
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Editado: 13.09.2024