POV CARSON
- ¡Carson! – dijeron mientras me daban un sopetón en el hombro – Joder, te estoy hablando desde hace 15 minutos y tú ni caso me haces. ¡Dios! Me vas a sacar canas verdes en vez de las blancas que tengo.
Y yo que le habría recomendado comprarse esos sprays que estaban de moda para teñirse el cabello
- ¡Carson!
- Lo siento padre, ¿en qué te puedo ayudar? – dije inocentemente dándole mi mejor sonrisa.
Mi padre se pasó las manos por su cabello exasperado con mi actitud. Pero que más podía hacer. Me pedía que algo que yo no podía dejar: mi vida de forma reducida.
-Quiero que me oigas bien claro, muchacho. Vuelves a salir en las revistas de cotilleo y te juro que te olvidas de tu postulación para la presidencia de la corporación – dijo firmemente.
Ni ti quiiri in rivistis di citillii. Y vamos con lo mismo… espera ¿qué?
- ¡No puedes hacer eso! Puedes ser el dueño y el máximo accionista, pero es el consejo el que elige si postulo o no – dije desesperadamente y con rabia por la actitud de mi padre. Nuestra relación era la mejor antes de que me postulara al cargo más de la empresa.
- ¿Y crees que un chaval que sale de fiesta todo el bendito fin de semana y no tenga una relación estable, sea un buen prospecto para representar mi compañía, mi apellido?
Mierda. No lo dijo. ¿Todo este laberinto para que el apellido Castinger no sea manchado por la promiscuidad de su heredero? Genial, mi madre le había pegado esa manía de que ante la sociedad debíamos ser una familia modelo.
Simplemente genial.
-Bueno, si tanto te importa tu reputación, tu apellido, ¿por qué no apoyas a los demás candidatos? – dije irónicamente - ¿Acaso no son también tu familia?
- Sabes muy bien que quiero mucho a mi hermana, pero nunca dejaría que la sabandija de Ricchetti ponga sus manos en la empresa familiar. ¡Nos dejaría en la ruina!
Bruno Ricchetti. Un italiano que se casó con mi querida tía Maite. Podría llamarlo tío, pero sus acciones hacían que dudara en usar ese término. Mi abuelo nunca estuvo de acuerdo con la unión, ya que se veía a leguas que solo se casaba por la herencia millonaria que dejaría mi abuelo cuando muriera. Sin embargo, la felicidad que le daba a mi tía y luego, la llegada de mis primos, hizo que se le diera una oportunidad más. Claro está que no había demostrado cambio alguno.
Por eso, sabía la importancia de mi participación en estas elecciones. Pese a que los demás 3 candidatos tenían un curriculum impecable, no nos daba la tranquilidad de que fueron influenciados por el dinero de mi tío y se salieran del lado correcto.
- Esta bien – dije resignado - Pero ni creas que dejaré mi vida alocada. Esto es lo que mantiene mi vida equilibrada.
- No puedo cambiar todo, pero al menos sé que lo intentaras – dijo mientras se acercaba a darme un abrazo – Quiero que sepas que no te obligando, pero es necesario que nosotros conservemos ese puesto.
Claro, cero presiones
- No te preocupes padre. No me veras en ninguna portada, te lo prometo.
Dicho esto, mi padre se fue de mi oficina diciendo que nos veríamos después de mi viaje a Aruba. Específicamente a la Conferencia Internacional del sector hotelero. Iba a ir como representante de la línea de hoteles que teníamos los Castinger y esperaba tener jugosas propuestas para extender ese sector.
Me puse las pilas para poder terminar mis pendientes y así poder irme de viaje tranquilo. Solo esperaba que esa semana pasara rápido y a la vez lento. Quería disfrutar a lo máximo ese paraíso.
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Había llegado a Aruba en el avión de la empresa. Me acompañaba mi gerente de Ventas y el abogado de la empresa, o también conocidos como mis mejores amigos. Lando y París eran mis amigos desde siempre. Nuestras familias habían estado conectadas por nuestros abuelos.
Así que gracias abuelo
-Viejo, con solo ver ese hermoso paisaje, me dan ganas de irme de vacaciones – dijo Lando – Definitivamente tenemos que ir a una fiesta.
- Lando, venimos por una reunión de negocios, no a vaguear – dijo el más serio de los tres, el abogado París Ocampo – Aunque admito que no estaría mal quedarnos a veranear por aquí. Dime que al menos tendremos un día para disfrutar este paraíso.
- Chill chicos. Cuando más rápido acabemos esto, mejor para nosotros.
Iba a recoger mi maleta cuando un individuo con sonrisa radiante y ojos marrones como los míos, se acercó a darme la bienvenida. Mi querido hermanito Carter se encontraba en la isla desde hace un mes, para verificar nuestros hoteles de la zona.
- ¡Bro! Cuánto tiempo sin verte – dijo con la alegría que lo caracterizaba
- Siento la demora. Al parecer no todos los pilotos son eficientes como tú – dije bromeando
Mi hermano se encogió de hombros restándole la importancia – No te preocupes. Mientras te esperaba, estuve ocupada conversando con una chica.
- Vaya, no pierdes el toque, ¿eh?