POV ELISA
Caminaba de un lado a otro en la pequeña sala de mi suite. O bueno, eso es lo que sentía. Con cada vuelta que daba, más sofocante encontraba esa habitación.
Maldito nerviosismo
Maldita fiesta
Malditos paparazzi
Malditos todos
Estaba perdiendo cada vez la calma y la paciencia sobre esta situación. No paraba de ver una y otra vez la foto donde salía besuqueándome con Carson y los titulares amarillistas que me catalogaban como una persona de dudosa reputación.
Ojalá mi familia nunca no se entere.
Desde la incómoda llamada que tuve con Carson, no había dejado de masticar chicle. Un tic que tengo desde la universidad para evitar morderme las uñas
Lo sé, no es sano, pero es lo que hay.
Ah. Necesitaba a alguien, urgentemente, con quién hablar. Tenía que solucionar este problema ahora, si es que quería dormir tranquila esta noche y el resto de mi vida.
Las chicas se habían ido a la playa para darme un poco de privacidad al momento de hablar con Carson. Pero, lo que no había previsto eran las llamadas que bombardeaban mi celular.
65 llamadas de Mamá
40 de Paa
75 de Raf,
45 de Aurora Sterling “jefecita”
Maldición. ¡Mi trabajo, Luxion! Ya estaba al borde del llanto. Me había olvidado completamente de la existencia de mi jefa y de la presentación que tengo que presentar el lunes. O bueno, si es que todavía tengo mi trabajo.
Adiós trabajo
Ok. Esto tiene solución. Solo debía aclarar que no estaba comprometida ni con novio. Que todo comenzó por un malentendido del bar y ya. Solo tenía que decir eso y ya estaba todo soluci…
No entres en pánico
No lo hagas Elisa
No
Noo
Estaba teniendo un mini ataque de pánico, cuando llamaron a la puerta. Respira. Tomando una gran bocada de aire, me acerqué cautelosamente al ojo de la puerta para ver quién era la persona que se encontraba al otro lado y para mi consuelo, era el chico del bar. ¡Por fin!
Con una rapidez extraordinaria, abrí la puerta y con mi brazo, le indiqué que pasara. Ninguno de los dos emitió saludo alguno. Carson entró dejando su casaca en el brazo del sillón. Lucía absorto en sus pensamientos, con la mirada pérdida en algún rincón de la habitación. Yo no paraba de buscar las palabras correctas para iniciar la conversación.
- ¡Hey! – comencé amigablemente para bajar la tensión- Mira, la situación se está saliendo de control y creo que la solución sería dar una conferencia aclarando lo sucedido – solté de golpe – Eres una persona pública y creo que, si decimos lo que sucedió, el problema estaría resuelto.
Iba a soltar más floro, cuando habló - Esa no es la solución.
Un simple y conciso argumento. Vaya, pero si me has solucionado toda la vida, hombre. Estaba perdiendo la paciencia con su falta de cooperación. Primero, no le gusta mi idea y segundo, no dice el por qué.
Como mierda podía estar tan tranquilo con tremendo tsunami que se nos venía encima
- Ah, ¿sí? ¿Y qué solución propones? - solté secamente – porque desde mi punto de vista es la única manera de salvar mi pellejo. – exploté- Puedes ser rico y famoso para salvar tu imagen, pero la mía estará manchada para siempre, si es que no hablamos. Así que, haces la maldita conferencia o te juro que… que te arrancaré las bolas.
Estaba enojada hasta el tuétano y el imbécil seguía sin reaccionar. Me largo de aquí. Pero no llegue a tomar el pomo de la puerta, cuando Carson se le dio la gana de hablar.
- Nos jures cosas en vano - dijo hastiado - Esto no es mi culpa. - frustrado se removió el cabello. Wow, sexy. No maldición, no ahora - vine aquí a proponerte algo.
- ¿Qué?
Carson tomó aire como si no hubiese estado respirando durante todo el rato.
- Digamos que le contamos la verdad a la prensa, ¿tú de verdad crees que nos creerán? - Touché. La verdad es que la situación, para mí, era muy surreal. Nadie se lo creería, pero tenían que hacerlo. Era la única forma.
- No me importa que me crean o no, solo quiero aclarar las cosas - dije cansada - quiero mi reputación intacta. No quiero que me la manchen de nuevo - lo último lo dije en un susurro.
Carson me miró con si sopesara mi respuesta. Estaba serio, pero se podía ver un atisbo de nerviosismo. ¿Que esconde?
- Carson, qué pas...
- Cásate conmigo - soltó abruptamente
- ¿Qué?
Ok, creo que escuché mal. Mucha agua del mar, está haciendo estragos en mis oídos.
- ¿Qué? -volví a preguntar escéptica.
Carson gruñó- Casarte conmigo es la única forma de proteger tu reputación. Nadie nos va a creer si decimos la verdad- Lo hemos perdido- Lamentablemente, vivimos en una sociedad donde las mujeres son las más afectadas en este caso.
Tenía razón. Pero ¡¿casarse?! Hasta el día de ayer no sabía nada de su existencia y ahora quiere ¡casarse! No no no, eso era mucha responsabilidad. Además, no lo amaba. No iba a condenar mi vida a un matrimonio falso.
- No – dije firmemente. No iba a crear una farsa para tapar un simple malentendido. Podía explicarle a mi jefa. Por los años que trabajé ahí, estaba segura que me entendería.
Carson me miró incrédulo. ¿Estaba a un dorito de explotar de enojo o nerviosismo? Ni idea. Bueno es razonable, le borré de un zarpazo su plan
- Mira. Te estoy ofreciendo mi ayuda para que tengas una vida estable. Si decimos la verdad, nadie nos creerá y te botarán de tu trabajo.
Ya me estaba molestando su maldita actitud. Podía vivir y proveerme todo lo que necesitaba.
- No. Esto es una locura. No te conozco- le grité – No te necesito para solucionar esto.
- ¿Estás segura? – asiento firmemente – Bien. Tu problema – coge su casaca y se acerca a mi entregándome una tarjeta – Si cambias de opinión, mi número está ahí.