Hola abuelo;
Ha pasado ya una semana desde que me abandonaste.
Desde que cerraste tus ojos por última vez, para nunca volver a abrirlos.
Usted se fue, dejando corazones rotos, todavía no me hago la idea de que usted ya no esté.
No me hago la idea de que jamás voy a poder volver a abrazarlo, que nunca más escucharé su voz, o sentiré su aroma.
Es difícil poder afrontarme a una vida donde usted ya no está.
Usted era mi segundo padre, siempre estaba ahí, preocupándose por mi, y por mi familia.
Mi madre lo extraña, ¿sabe?
Yo también lo extraño, y mucho.
Tengo miedo.
Miedo a no poder recordar como era el sonido de su voz.
Miedo a olvidarme de que color eran sus ojos.
Miedo a olvidar como se sentían sus abrazos.
Cada noche, lloro en silencio, le lloro a Dios para que me lo regresen, o simplemente le ruego que esto sea una pesadilla, pero con el paso de los día, me doy cuenta que esto es real.
Que usted se fue, para nunca más volver.
Lamento no haberle dicho antes que lo amaba, y ahora me arrepiento de no haberlo hecho.
Lo amo, querido abuelo, siempre estará en mi corazón.
Con amor,
Dana.