El convencer a mis padres de si podía salir esta noche fue fácil. Demasiado diría yo. Me indignaba un poco como lo dijeron. Sus palabras fueron: “Ya era hora de que salieras de tu habitacion Analise, en verdad pensamos que nunca saldrías de tu madriguera”.
No lo dicen de mala manera y de alguna forma tienen razón.
Ahora tengo a tres lobas frente a mi sacando toda mi ropa de los armarios y creando atuendos por toda la habitación, hasta me hicieron pedirle el maquillaje a mi madre, quien no dudo en dárselo y quiso quedarse con nosotras para platicar sobre “los muchachos” por suerte papá llegó a salvarnos de ese sufrimiento.
Jazmín me toma por los hombros y me sienta en la silla del escritorio. Mariana me pone enfrente un vestido azul y de inmediato lo rechazo, Zoey llega con un conjunto de falda y camiseta, frunzo los labios y niego, al final viene Jazmín caminando lento y con una sonrisa malevola al traer un pantalon negro y un sueter crema.
Un poco intrépido pero me gusta, y me gusta más como se me ve puesto, al final me pongo los zapatos y la cadenita con dije de corazon que tengo en conjunto con Mariana, Zoey y Jazmin.
Quienes visten un atuendo parecido al mío excepto por Zoey que no vive sin sus vestidos, al bajar papá nos espera ya que él es quien nos llevara a la casa de Andre.
—Vengo por ustedes más tarde Anne—me dice para luego darme un beso en la cabeza.
—Si, papá.—sonríe y arranca el motor.
Espero a que desaparezca por el camino y voy a la entrada de la casa donde me esperan las demás. La mamá de Andre nos recibe y nos abraza a cada una y nos acompaña a el garage donde es la reunión.
El que los padres de nuestros amigos y conocidos nos reciban así es muy normal por aquí; esto es porque en este pueblo todas las familias se conocen desde hace años, nuestros padres son amigos, todos se conocen entre todos siendo como una familia.
Su casa es algo pequeña pero muy linda con colores verdes y plantas por todos lados. Pasamos por la sala donde se encuentra el señor Clark y nos saluda para luego volver a jugar con sus naipes. La puerta del garaje está abierta dando vista al prado y a la noche que nos rodea. Visualizo a Andre que está afuera recargado en el automóvil tomando soda y mirando a la nada. Me separo de mis amigas y voy hacia él dándole un pequeño empujón y quedando a su lado.
—Por fin la reina Rose se digna a visitarnos—ironiza jugando con el borde del vaso.
—Lo siento Andre—miro el césped— sabes que eso de convivir no se me da bien. Pero aquí estoy ya —le doy un abrazo de lado llevando mi mano a su costado para hacerle cosquillas.
Ríe y también me abraza.
—Me perdonas—miro sus ojos marrones haciendo cara de cachorro.
—No podría estar enfadado contigo Ana…
—Ni se te ocurra Andre—sentencio.
—Está bien Ramsey—dice volviendo a apretarme contra él.
Pasan los minutos y amigos de Andre se acercan a él y yo con suma discreción me voy alejando poco a poco hasta llegar a otro vehículo a unos metros de ellos. Me recargo en el maletero de este y me quedo viendo hacia el interior del garage donde algunos bailan, otros platican y otros se besan de manera poco discreta como Mariana con un chico llamado Luis que le gusta desde que somos pequeños.
Me alegro por ella y se me escapa una pequeña risa.
—¿De qué tanto te ríes, eh?—Escucho detrás mío una voz masculina y un tanto grave.
Volteo a todos lados con el entrecejo fruncido y no veo a nadie por ningún lado.
—Intenta mirar arriba castaña—vuelve la misma voz.
Al alzar la vista veo a un chico rubio tumbado boca abajo con la cabeza sobre sus manos en el techo del auto.
—¿Quién eres tú?—Nunca lo he visto.
—Te tengo una mejor ¿quien eres tu y porque estas sobre mi auto?
Lo dice y me aparto del auto negro. Rueda por el techo y salta hacia el piso, se acerca y me tiende su mano.
—Joe, Joe Howey.
Dudosa tomo su mano.
—Ramsey Rose. —me presento observando sus grandes orbes celestes.