Las Chicas Perfectas

CUARENTA Y CINCO

Ana no quería volver a esa realidad tan desoladora donde no podría regresar a disfrutar de los placeres del amor de Kaspy.

Prefería quedar así a tener que vivir lejos de quien tanto amaba. Sin embargo sabía que debía despertar debido al intenso dolor de su padre quien no se le despegaba. No soportaba seguir escuchando su llanto, su padre sufría demasiado. Ojalá pudiera entender cómo ella se sentía en verdad.

Así, un mes y medio después, Ana decidió luchar contra esa poderosa oscuridad que la envolvía. Era en extremo difícil, pero poco a poco iba logrando eliminar esa nefasta negrura que la aprisionaba.

Pero necesitaba ayuda, estaba exausta al extremo. Fue cuando se comunicó con su gemelo otra vez, necesitaba su ayuda para poder escapar de esa prisión. Pero Anthony no quería ayudarla, aún seguía molesto con su gemelo.

Ayudame hermano por dios, te necesito.

No

Anthony por favor, nuestro padre sufre demasiado.

Lo sé Ana

No puedo hacerlo sola, te necesito hermano.

Y yo necesito a nuestra mamá Sara, pero no puedo verla siquiera y todo por tu culpa.

Anthony, por favor

En cuanto Sara y yo estemos juntos, te ayudaré Ana.

¡Anthony por dios! ¡Nuestro padre llora todo el tiempo! ¿Acaso no te importa su dolor?

No, después de todo él me alejó de mamá Sara. Ahora no molestes más Ana.

Diciendo aquello, Anthony cerró su comunicación con su gemela para seguir lamentándose en su habitación por verse obligado a tener que estar lejos de su mamá Sara.

Pero Ana no estaba dispuesta a permitir que su padre Nick siga sufriendo así. Por lo tanto se esforzó en apretar su mano, con toda la fuerza que le fue posible.

Nick se asombró al sentir aquello. Ana apretaba levemente su mano. 
-¿Ana? ¿Hija?

Ayúdame papá, ayúdame a volver a tí.

Nick acarició sus dorados cabellos mientras besaba su frente. Lloraba en silencio. 
- Regresa hija, vuelve a mí.

No puedo hacerlo papá, ayúdame por favor.

Nick sujetaba la mano derecha de su hija entre sus manos besándola.

- Ana por favor, despierta. Toma mi energía de ser necesario si es lo que necesitas. Solo despierta.

Ana hizo su máximo esfuerzo hasta lograr abrir los ojos mientras respiraba entrecortado. Su mirada se centró en la de su padre, se veía agotada.

-¿Ana?
- Si papá...perdoname por favor. Volví a tí como querías....por favor ya no sufras más.
-Hija, bienvenida a casa.

Nick la abrazó con dulzura, mientras lloraba pero en ésta ocasión fue de felicidad.

- Papá...Kaspy....nos amamos...
- Ya hablaremos hija
- Papá por dios, no nos separes.
- Debes recuperarte primero. Ya hablaremos de Kaspy.

Cuando Ana derramó lágrimas de dolor, su padre se las quitó con ternura.
- Tranquila Ana, es cierto lo que te digo. Ya hablaremos en otro momento.

- Volví solo por tí padre.
- Gracias hija, muchas gracias.
- Amo a Kaspy, lo amo en serio padre. Por favor.

- Tranquila, él vendrá a verte pero ahora calmate. 
- Gracias padre, en serio lo haré si puedes entender el amor de Kaspy y el mío.

Nick y Ana sonreían más tranquilos. Pero cuando Ana quiso mover sus piernas le fue imposible. Ahí descubrió lo que su padre y sus hermanos sabían debido a lo que los médicos le dijeron.

Ana estaba paralítica y aunque no era definitiva su parálisis, lo cierto fue que la sorpresa que la joven rubia se llevó la enloqueció.

-¡No! - gritó desesperada Ana, su padre la abrazó para contenerla.
- ¡Es momentánea hija! ¡Podrás volver a caminar! Lo podrás lograr, solo es momentánea.

- Padre - la doncella dorada lo miró desolada.

- Tendrás los mejores doctores y fisioterapeutas. Volveras a caminar. Solo debes ser perseverante hijita.

-Trae a Kaspy o me mataré padre. Hablo en serio.
- Lo haré pero debes descansar por favor hija.

Ambos se abrazaron con fuerza intensa. Ana tenía mucho que camino por recorrer. 
 




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