Debo haber entrado por primera vez a Mercado Libre, llevado por un buscador donde puse como palabra clave el nombre del Indio, ya instalado en La Plata, mi última ciudad, con mi última pareja, empezando el nuevo siglo.
No debe haberme interesado mucho, en principio, porque los precios que se manejaban eran disparatados en relación a los suficientemente altos que pedían en los lugares que conocía en Capital. Pero al mismo tiempo no eran uniformes, no guardaban lógica, de tanto en tanto aparecía alguna ganga, y fue por eso que me inscribí y me puse a esperar, visitando el rubro cuando estaba en un ciber por otros asuntos y me acordaba.
No bien intenté comprar, tuve un problema. Se trataba de “Trampas gitanas”, la siete de Correrías, que estaba a un precio que consideraba lógico en una subasta y oferté. Inmediatamente Mercado Libre me informa que mi oferta había sido superada por otro usuario; desconocedor de las idas y vueltas de este tipo de operaciones, me despreocupé del tema, ya que no tenía en mente pagar más de lo que había ofertado. Pero cerrada la subasta, Mercado Libre me informa que el ganador era yo, en la suma que antes había sido supuestamente superada, y entonces el vendedor me escribe para concretar la operación y yo le contesto que me disculpe, que el tema no era con él sino con Mercado Libre, que dónde estaba el otro interesado, que sería el mismo sitio el que levantaba las ofertas, tirándose el lance que uno se enganchara con la maniobra, y que esta forma de operar no me parecía correcta y que por lo tanto no quería la revista, lo que el vendedor resume en el comentario a la calificación neutral que me adjudica: se enojó con Mercado Libre y no quiere el material.
Yo era demasiado ingenuo, no sabía aun que los propios vendedores acostumbraban a auto ofertarse en las subastas con otros nicks para elevar el precio, artimaña de la que me enteré tiempo después y yo mismo llego a usar.
Así debuto con calificación neutral, cero reputaciones. Pero quedo fuertemente resentido con el sitio.