ELCOVE me comenta que había recibido un mail de un coleccionista de La Plata, un tal Ricardo, que decía que le habían pasado el correo, porque él no operaba por Mercado Libre, sino que le compraba a algunos selectos vendedores de Capital, que tenían su lista de faltantes y le ofrecían material no bien aparecía.
A ELCOVE le suena sospechoso no sólo porque los mercaderes jamás se ocupan de avisar, por más que uno les deje una y otra vez listas y contactos, sino también porque encabeza con Estimado Elio, en tanto el "estimado" era su sello en los intercambios, la clásica forma de dirigirse ELCOVE a los ganadores en la subasta de las cinco primeras del Indio, y siendo una fórmula en desuso, justo la viene a usar uno que no dice no entender nada de los asuntos de Mercado Libre, por lo cual ELCOVE intuye que se trata de un herido en la guerra del sitio, del bando de los mercaderes o de los coleccionistas, da igual, que busca venganza.
No obstante saber que la paranoia es una de las principales características de la personalidad de ELCOVE, acepto el encargo que me hace de rastrear al co-citadino, con un dato que éste le tira: dice no interesarle demasiado el tema de los precios de las revistas, porque afortunadamente goza de un buen pasar, es dueño de un negocio de tortas en pleno centro de la ciudad de La Plata.
Antes que ponerme a averiguar, prefiero dar vueltas con el auto. Después de todo el centro platense se limita prácticamente a dos arterias y algunas transversales.
A poco explorar advierto una casa de repostería que exhibe una torta decorada con un Indiecito gigante.
No sé si, de no tener el dato de ELCOVE, me hubiese llamado la atención, ya que hacía poco se había estrenado la película, y era usual que se aprovechase la volada del merchandising, aunque sea una mierda la película y resulte también una mierda que lo de la dinastía egipcia, un secreto para iniciados, esté en boca de todos. Inclusive mis amigos, que lo desconocen, vienen a comentarme el supuesto bolazo que se mandaron y entonces, con un dejo de asco, me veo obligado a explicar que no, que responde realmente a la prehistoria de la historieta, aclarando que eso no quiere decir que esté defendiendo la película. En ese contexto, no parecería extraordinario que alguien publicitara tortas decoradas con el muñeco del Indiecito.
Pero inequívocamente, debe tratarse del comercio que me mencionó ELCOVE, porque cuando estaciono y me acerco caminando, veo las vidrieras de El Rey del Dulce –que así se llama- llena de fotocopias color de antiguas tapas de Correrías.
Además, junto a ellas, un cartelito reza: compro Correrías, preguntar en el mostrador. Es lo que hago, acto seguido; sobre todo porque en la vidriera relucen las que me faltan: la dos, “Rescate en el Amazonas”, la siete, “Trampas gitanas” y la setenta y uno, “Del cielo cayó una tía”. La chica que atiende suspende la atención de un cliente para ir a llamar al dueño, inmediatamente después que le digo que vengo por el cartelito. Mientras espero, pienso que éste es otro caso serio, y recuerdo las veces que yo había pegado varios letreros, más abarcativos, compro Correrías, Andanzas, Locuras, Semanales, en distintas vidrieras de distintas ciudades, e incluso publicado el mismo texto en la Segundamano, el antecedente en revista de ML, lo que motivó la broma telefónica de mi empleada, en complicidad con mi ex mujer.
La muchacha de la confitería, más respetuosa y obediente que mi antigua empleada, me anuncia y enseguida me lleva hasta el fondo, al despacho del dueño, que tiene en su escritorio una encomienda abierta con números bajos que le acababan de llegar de una compra hecha en Capital (quizá eso haya sido una rápida puesta en escena, demasiada coincidencia).
No menciono en absoluto a ELCOVE, ni al Club del Indio, por supuesto. Le digo simplemente que soy un coleccionista de larga data, y que al pasar por la vidriera, me dio curiosidad conocer a otro fanático de la misma especie.
El Rey del Dulce, que tiene prácticamente mi misma edad –o sea de la generación que agarró Andanzas por el año V y las Correrías por el IV- y se presenta como Ricardo, aunque aclara que le dicen LOLO, se asombra de no ser el único que gasta fortunas en estas cosas, y repite la misma historia de todos nosotros, con alguna variante como la de que recuperó, aunque muy deterioradas, una parte de esas revistas de la infancia, que habían quedado olvidadas en la casa de un primo.
No debían ser tantas, porque después, en los rastreos del rubro que hace ELCOVE en Mercado Libre, ya con los datos que le proporcioné, descubre en varias subastas a un importante comprador de Correrías, que agrega a su nick LOLO, el nombre de la ciudad de La Plata. ELCOVE deduce que se trata de él, del Rey del Dulce, lo que corrobora todas sus sospechas acerca de que mintió al decir que no operaba en Mercado Libre.
Además supone ELCOVE que la caja que vi, provenía de una compra en el sitio, y no a un vendedor particular, como me afirmó Ricardo (o LOLO_LA_PLATA).