¿Con qué se escribe un correo electrónico? La escritura y sus distintos instrumentos, siempre fueron de la mano con la tinta o el grafito. Pero un correo electrónico surge sobre la pantalla de la nada y luego se desvanece en el aire, no viaja físicamente como lo hace una carta. Recién vuelve a aparecer cuando alguien lo convoca, realiza las acciones necesarias, aplica las claves precisas. Como sucede en “Un mensaje a García”, la sesenta y nueve de Correrías de un Pequeño Gran Cacique, en que la esquela –excepcionalmente escrita allí con limón- se revela solo en el caso que alguien la acerque al fuego.
JUANO recibe mi mail y me contesta, orgulloso, enviándome el link del flamante y primer Sitio del Indio. Veo que se ha movido encomiablemente en su construcción. Me había pedido, para incluir allí, que le aportase datos, curiosidades, material inédito, no queriendo repetir las consabidas estupideces que se encuentran en todos lados. Yo le prometo buscar entre mis archivos. Pero en realidad, comienzo a preguntarme si quedará algo por descubrir, si el tema dará para tanto. Si no se habrá agotado en unos cuantos datos que se reiteran, justamente, porque no hay nada más por decir. Y este interrogante sí es nuevo para mí, nunca antes me lo había formulado. Trato de borrarlo, de evadir la respuesta. Siempre he pensado lo contrario a la posibilidad que comienzo a esbozar. Constantemente, como supongo lo harán otros coleccionistas, perseguí las claves ocultas que me revelaran la totalidad del universo del Viejo. Costaría admitir que ya hace tiempo las he conseguido y que la geografía a recorrer resultó ser de unas pocas cuadras, agigantadas solamente por el recuerdo de un chico, que las transitaba desde su estatura, con pasos cortos. En ese entonces, el horizonte parecería infinito.
Por supuesto que tampoco se lo comento a JUANO, dado que si no me animo a destruir mi ilusión, menos lo voy a hacer con la de él, y me pongo a revisar entre las innumerables publicaciones que hablan del Indio, para ver si encuentro algo poco frecuentado. Pero OQUEDA, siempre diligente con sus contribuciones, me gana de mano y, cuando veo la página finalmente diseñada por JUANO con ayuda de aquél, compruebo que allí está todo lo que yo podría haber aportado, y que no es muy diferente a lo que la mayoría de los coleccionistas conoce. Lo que abonaría la hipótesis que no me atrevo a enfrentar.
Pero el www.indioclub.com.ar cuenta, al menos, con un material mío, ya que en la galería de tapas, JUANO incluyó la dos de Andanzas. Luce sin mención a mi aporte, como le había pedido, pretextando modestia, en alta resolución, “El misterio de la gruta”, con las estalagmitas –o estalactitas- de la cueva del Tata, marcadas con crucecitas rojas, que espero que nadie asocie con el original de Orestein.
En cuanto al anuncio de mi viaje es recibido con entusiasmo, aunque inmediatamente aparece un nuevo pedido que me pone en apuros, como al Gurí descubierto en la cueva.
Huija!!! Mar del Plata te espera y mis amargos también!!! Sabés que te voy a pedir, si podés, cuando vengas no te traés la N° 2 así la veo, jamás la ví... dame el gusto, chei!. Siempre soñé con esa revista, más ahora que me mandaste tu tapa, se ve que el ejemplar que tenés está perfecto...
Es como si hubiese acercado demasiado el mensaje a la llama y ésta estuviese a punto de quemarme. Encima, odio el mate.
Varios borradores de respuesta van a parar al cesto, porque escribo en casa, demorando la respuesta del mail, no puedo exponerme al peligro de escribir desde el correo mismo, en un ciber, y por una maniobra descuidada o irreflexiva terminar enviando un texto del que podría después arrepentirme, escribo con birome sobre papel, como antes, y estrujo y tiro y rescato y aliso para poder transcribir acá mis dudas, mis idas y vueltas, mis cobardías. Para que se entiendan.
El traslado del nro. 2, disculpáme pero no lo hago. Las muevo solamente como para que no se humedezcan, con sus respectivas bolsitas, todo ese ritual conocido. De tanto en tanto, releo alguna. En las mudanzas que he hecho, por ejemplo, lo que más cuido es el traslado de la colección. Esas taras que uno tiene... Pero si alguna vez vinieras a La Plata, demás está decir que te invito a que la veas.
No puedo contestarle así, ésa sería una respuesta propia de ELCOVE y ELCOVE está definitivamente apartado de mi vida. El quedó afuera y yo adentro, puedo ahora jugar al carnaval con los otros chicos, siguiendo las recomendaciones de mamá, no me importa que me mojen. Ya no soy distinto. Tengo amigos por los barrios. Nos tiramos baldazos y bombitas de agua, la lluvia que no cesa de caer nos empapa a todos por igual.
Querido JUANO: Las exigencias puristas de ELCOVE me ha llevado a mentir sobre mi colección. Los primeros cinco nros. de Andanzas los tengo, pero fotocopiados. Espero que no te decepcione esta revelación. Contá desde ya, si querés, con la fotocopia del 2. Para leerla sirve...
Abollo el papel que va a parar también a la papelera, porque recuerdo de pronto que JUANO, que no tenía empacho en recurrir a Selección de las Mejores, me había comentado que su límite eran las fotocopias, cuando lo tanteé al respecto en uno de los mails que cruzamos. Me había escrito: son una afrenta a aquellos maestros de la pluma y el lápiz. Influenciable como es, podría llegar a ceder ante argumentos que existen coleccionistas de todo tipo y que hay que entender los límites y necesidades de cada uno. Pero una afrenta a aquellos maestros de la pluma y el lápiz es una sentencia demasiado fuerte como para ser olvidada y me invade el temor de quedar afuera, ahora que estoy adentro. Pueden ser ellos los que me discriminen ahora, por no alcanzar el estándar de un auténtico coleccionista. Quizá éste era el terror oculto de mi infancia, arrastrado durante tanto tiempo. Yo me sabía diferente, pero disfrazaba la diferencia de fortaleza, cuando íntimamente la sentía como una debilidad. Por eso no iba a jugar al carnaval con los otros, les tenía miedo, sabía que me podían herir.