Las crónicas de Aishla 2

CAPITULO 5

Gabriel corría justo detrás de Brim, mientras que Laria esquivaba las larvas blancas, que tenían unos colmillos en las puntas y una especie de barba moteada. Podrían ser una especie de dientes puntiagudos. Se movían rápidamente por las paredes, dejando un rastro de baba viscosa que caía al suelo.

Brim frenó drásticamente, Laria tomó otra flecha y pidió a su hermano que escupiera sobre el trapo. Brim se acercó y velozmente encendió el fuego. Volvió a apuntar dentro de la caverna, siguieron la luz de la antorcha, los bichos no dejaban de saltar sobre ellos, la espada cortaba la gruesa capa de piel de los insectos. Llegaron hasta la flecha encendida. Gabriel tropezó con una piedra y se cayó, escupiendo el líquido que se había llevado a la boca. Se levantó.

—¡Maldición! —. Refunfuño Brim.

— ¿Qué haremos, no tenemos opción? — Dijo Laria Arrancando la flecha de la pared— ¡Corramos y hasta donde logremos llegar!

Gabriel se aferró a su espada, mientras Brim le pasaba el celular a Gabriel con la luz de su celula., destruía las babosas que se amontonaban en el camino. Brim tomo una con su escudo llevándola al suelo y clavándole la lanza en la cabeza o lo que parecía ser la cabeza.

Laria, lanzaba flechas a todo lo que se le cruzaba.

—Estamos rodeados— Dijo Laria apoyándose en la espalda ancha de Gabriel.

—Creo que estamos acabado—. Sentencio Brim al apoyarse sobre los hombros de sus compañeros.

El suelo comenzó a temblar— ¡Que diablos! — dijo Gabriel abriendo los ojos mientras veía algo que se acercaba a ellos a toda velocidad.

Los tres gritaros asombrados, mientras eran arrastrados por algo que los había sujetado, era un lazo nudoso, no lo pudieron distinguir bien, la oscuridad se había vuelto absoluta. Viajaban a gran velocidad chocando con la cueva.

El viento golpeo sus cuerpos, seguida por una nieve intensa que caía a borbotones, sus cuerpos estaban sujetos a un cuero mientras observaban como un gigante lanudo los contemplaba.

—¡Moriremos, indiscutible mente! —. Vocifero Gabriel mientras el gigante se relamía listo para engullirlos.

Abrió su bocaza, y primero comenzó con los gusanos alrededor de su extenso tronco velludo, a medida que se acercaba, su nariz rechoncha olía un aroma que lo confundía, miro de cerca sus manazas y al abrir su boca, comenzaron a gritar. Él se detuvo proponiéndose a escuchar lo que le decía su mano. Abrió su bocaza, y primero comenzó con los gusanos alrededor de su extenso tronco, engullía como si fuesen gomitas azucaradas.

— Nos engullirá si no hacemos algo—. Dijo Brim alertado.

— Intente morderlo, pero el cuero que lleva en las manos no me lo permite—. Dijo Laria, respirando con dificultad.

Gabriel recordó llevar la daga, se las arreglo para llegar a ella, una ves en la mano, intento rasgar el cuero duro que parecía ser de algún dragón de las cavernas cerca de la zona.

Era escamado, y poroso. El fin era sujetar bien sus presas, de pronto, sus manos se abren y caen sobre la nieve.



#2571 en Fantasía

En el texto hay: fantasia, aventura

Editado: 09.10.2024

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