Aquel invierno, amaneció más lluvioso de lo normal. Las clases y los entrenamientos estaban suspendidos por motivos de clima y los últimos acontecimientos. Grea ni siquiera se dio cuenta la hora que había llegado a su habitación. El sueño y el cansancio hicieron mella logrando que olvidara las palabras de Brownies y de las hermandades, y del resto.
Astrud seguía dormida en el sofá. Brownies yacía a su costado acurrucado.
—Brownies despierta —susurré —¿cómo es que ustedes antes vivían en armonía con los humanos? —pregunté inquieta evocando las palabras de mi amiga duende.
Brownies se puso a bostezar, luego acomodó una manta como almohada —Sí vivíamos en armonía hasta que… —se quedó a medias —es mejor que no lo sepas.
No insistí.
—¿Sigue dormida nuestra visitante? —preguntó por Astrud
—Sí, pobrecita, supongo que extraña a Maritta —dije.
—Sí, supongo que sí, pero es su responsabilidad.
—Conoces a Maritta —dije
—No, uyy somos tantos duendes que me es imposible conocerlos a todos —dice —aunque no todos somos buenos, hay duendes que son malos, que imitan a la raza humana, son sus esclavos…—habla con molestia.
Al oír estas frases cortas de Brownies, me llegan los recuerdos de las imágenes de un muñeco que había visto hace tiempo, bueno desde mi llegada a la casa de Jorich. Era un muñeco de adorno que me llamó “soplona e inmunda”.
—¿Qué ocurre? —dice Brownies.
—No, nada —respondo viendo en dirección de Astrud que seguía durmiendo —los sátiros tienen el sueño pesado —digo.
—Sí, son muy dormilones, es su estilo, pero solo es hasta cierta edad, luego no, son los que menos duermen.
—Qué interesante.
—Ama, Grea, te conozco tan bien, ¿por qué sigues defendiendo al muchacho? —pregunta.
No tenía porque mentirle ni ocultarle.
—Brownies, es que el humano me llama tanto la atención que es imposible dejar de pensar en él, en sus ojos veo a mi reflejo, su presencia me da tranquilidad y creeme que cuando lo tengo cerca; mis venas y arterias se ponen más ligeros obligándome a correr a sus brazos —hablé emocionada.
Brownies tenía los ojos a punto de salirse de su órbita.
—No sé como se llame este sentimiento pero me agrada sentirme así —recalqué.
—El amor es el acto más rebelde en cualquiera de sus estados, en nosotros los duendes, el amor es simplemente cuidar al otro y disfrutar de su compañía…
—Creo que es lo mismo en nosotros —dije —quiero protegerlo y cuidarlo.
—En ustedes las brujas el amor es más complejo, no basta con proteger y cuidar…
Nos quedamos en silencio.
—Pero me alegra no ser la verdugo del extranjero, aunque tus palabras hicieron efecto en sus decisiones, ¿por qué dijiste que era el hijo de uno de nosotros? —dije preguntándole desprevenida, eso no se la vio venir, y por ende eso me alegraba.
—Mmm pues no es el momento de decirlo, tenemos visita —dijo señalando a Astrud quien seguía produciendo sonidos bajos de ronquido.
—Tú sabes muchas cosas que yo aun no sé, Brownies —dije acusadoramente
—No es porque yo quiera, simplemente soy un duende que oye y ve todo al igual que el resto de mi especie. También porqué viví mucho…
—De seguro que si me contaras estaría más al día —bromeé.
—Querida, ama, no es necesario saber todo, deja que la verdad siga su curso, que cada uno de ellos te tenga que llegar cuando es necesario…deja que el viento y la lluvia te cuenten a su manera.
—Buenos días —susurró Astrud —qué cansada estoy, necesito descansar más—se quejó entre bostezos.
Brownies y yo nos miramos sorprendidas.
—Y, qué tal fue la reunión, ¿acabarán con el hijo del cazador? —preguntó
—No, sigue con vida y prisionero—responde Brownies.
—Uff pobrecito —responde —Brownies he soñado con Maritta, está por aquí cerca pero al mismo tiempo está lejos, pude ver que se ha alejado por las afueras del bosque—dice confusa.
—¿Y?
—Como qué ¿y? tú debes de ayudarme a encontrar a Maritta —responde Astrud con enfado.
—¿Por qué yo? —dice Brownies perdiendo la paciencia.
—Porque eres una duende, porque ustedes nos sirven a nosotras —responde con cierta altanería.
—Por eso mismo se fue tu duende —dice Brownies —ah claro ustedes los sátiros son animales que fingen ser racionales, pero su naturaleza es esa, prepotentes y maleducados, nunca pero nunca me cayó tu especie…—refutó Brownies.
—Tampoco a mi me caen estos animales, son expertos en maldad y tratar mal —habla Rictus.
—Ey, tranquila Brownies, perdón —me disculpo.
Astrud se me queda viendo —¿y quien habló? —pregunta
—Mmm no sé —respondo —creo que estás imaginándote, necesitas dormir más —digo.
—No, Grea, claramente oí una voz —se resiste —aquí hay alguien más —insiste.
No respondemos.
—Bueno, me tengo que ir, seguro que mi tio está preguntando por mí—diciendo eso se sale —chao, gracias Grea —dice volviéndose a asomar por la puerta.
—Menos mal que se fue, no soporto a los sátiros —dice Brownies.
—No seas muy dura con Astrud, es una buena chica—le digo.
—Ni tan buena —enarca las cejas con cierto recelo.
—Ni pienses lo contrario —amenazo a Brownies.
—Entonces, ¿por qué crees que desapareció Maritta? —dice
—No sé, quizá necesitaba estar sola.
Golpean la puerta. Es Armageddon.
—Hola, buen dia, ¿que te trae a mi humilde habitacion?
—Mmm buen dia, Grea —dice—luego sacó de su manto una pequeña pluma de escribir —es tuyo —me alcanza emocionado —yo mismo lo hice…
—Qué, cómo, porqué el regalo —respondí confusa.
Sonrió y se marchó.
—Armagedon, está enamorado de tí —dice Brownies —en las gorgonas el enamoramiento se da de una manera diferente, ellos se enamoran con el tiempo, y su manera de cortejar es dando obsequios donde los puedes tener presente…