Las Crónicas de Oriuz. La Luz Fundida

Cap 3. Finas Galletas de Presentación

Tras Leyendas y Mitos de Yudia, le siguió otro par de horas de clases en Educación Civil. Después de esas dos horas, Kenzie y Jan voltean para quedar frente a frente conmigo, mientras me miran con un par de ojos que deslumbran duda.

            — ¿Sucede algo? —Pregunto sin entender aún el porqué de sus miradas.

            — ¿Vendrás con nosotros a comprar algo de comida? —Pregunta Kenzie, sacando dinero de su bolso.

            —No, yo… yo creo que por hoy no —hablo con pesadez, pesadez que hace evidente el sueño que emana de mí.

            — ¿Estás segura, Zuri? —Pregunta Jan, haciendo lo mismo que Kenzie.

            —Muy segura, sí —de reojo puedo ver que el chico a mi lado está algo inquieto por la innecesaria presencia de mis dos amigos hablando tan plácidamente conmigo —. Aprovecharé este momento para —mi boca se abre en un bostezo —dormir un momento.

            —Bien, tú te lo pierdes.

Pronto, Kenzie y Jan salen de mi visión para dar pasos a ambos alumnos sentándose en sillas desocupadas de otros compañeros en otra fila de butacas para hablar con sus otros amigos más cercanos, disfrutando de una buena charla acerca de lo que han vivido este fin de semana que acaba de pasar, o quizá de cosas triviales en las que no me gustaría meterme.

Vuelvo a pegar un bostezo y, cruzando mis brazos, los apoyo bajo mi recostada cabeza para cerrar mis ojos un momento y perderme en un tranquilo duermevela del cual no me gustaría dejar de soñar… de imaginar que navego por una tranquila corriente acuática, meciéndose mi cuerpo con cada pequeña ola que es golpeada por mi embarcación…

            — ¿Así que no quieres nada de desayunar?

Aquel extraño… aquel extraño joven que decidió sentarse junto a mí habiendo otros dos lugares más vacíos decide preguntarme aquello, sin pena, sin limitarse a pensar si sería buena idea hablarme, sin aquel sentimiento que caracteriza a un joven hombre de ser rechazado por una mujer con el simple hecho de haberle hecho una pregunta, simplemente la realiza como si no fuese a perder nada.

            —No— contesto, sin siquiera limitarme a voltear mi cabeza y mirarlo, mi sueño es más pesado y fuerte que mantener una conversación fluida con alguien que, posiblemente, termine por dejarte de hablar después de un par de años cuando me gradúe del Colegio.

            —Ten, toma un poco —escucho que rompe lo que parece ser una galleta tostadita y calentada en comal, son fáciles de reconocer al momento que es partida o mordida —. Seguro te gustará, mi hermano mayor las hizo.

Abro por un momento mis ojos, limitándome sólo a eso. Veo la mano de mi compañero pasar por encima de mi cabeza, depositando la parte de la galleta, cayendo pocas moronas en mi mejilla izquierda, frente a mis ojos. Decido entonces levantar mi cabeza, agarrarla y darle un fuerte mordisco, tanto que incluso terminó por resquebrajarse toda entre mis manos, derramando moronas entre pedazos grandes y pequeños.

Un sabor chocolatero es impactado en mi paladar al momento de sentir el pedazo de la galleta, una galleta digna de ser comida por todos en Yudia, una galleta increíblemente genial. Mientras mastico, veo al joven a mi costado. Diviso sus ojos avellanos, tan lindos que la luz solar le da un punto extra en cuanto a belleza… ¡Sí que se excedieron sus padres con eso!

            —Sabía que te iban a encantar —dice, llevándose una galleta más a su boca.

Sobre su regazo, hay una pequeña caja de mimbre donde tiene sus galletas guardadas.

            —Toma —abre su caja y me la acerca —. Agarra dos, aún hay suficientes para mí también.

Y es verdad, en su caja hay unas catorce galletas, las suficientes para los dos. Tampoco quiero aprovecharme de su clara generosidad ante una persona que él ni conoce, seguro sólo lo hace porque soy mujer… ¿quizá?

¡Ay, no me haré de prejuicios!

            — ¡Qué amable eres! Uh… Te llamas…—tomo dos galletas nada más, cerrando su caja y volviendo a dejarla sobre su regazo.

            —Soy Alx, Alx Liam. Un gusto, ¿y tú, amiga?

            —Yo soy Zuri, Zuri Valdivia. Mucho gusto en conocerte —inclino un poco la cabeza, sosteniendo mi mano extendida sobre mi pecho, a la altura del corazón.

            — ¿Qué es eso que haces? —Confundido, pregunta.

            —Es nuestro saludo. Nuestros ancestros siempre lo hacían, y ha perdurado a pesar de los años.

Al parecer, nadie le ha enseñado a este Alx cosas sobre nuestra cultura antigua, es como si no hubiese vivido aquí toda su vida. Aquí estoy yo, enseñándole a un pobre diablo sobre el saludo al alma que nuestra gente a empleado durante generaciones y generaciones.

            — ¿Puedo saber de dónde eres, Zuri? —Pregunta con curiosidad —Claro, si no hay problema alguno.

            —Para nada —le sonrío —Soy de un poblado cerca de aquí, quizá lo conozcas. Suele ser concurrido durante la época vacacional, pues el camino te lleva a las Playas del Poniente de Yudia desde el centro de la ciudad, tienes que pasar si o si por ahí. Entonces… —me interrumpe.



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En el texto hay: drama, invisible, mundosdiferentes

Editado: 15.10.2021

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