No, no preguntes quién soy yo. Tal vez ahora desees saberlo, pero te aseguro que eso no es importante, es más, olvidarás esa pregunta en cuanto te diga qué es lo que traigo conmigo. Es un misterio, algo que muchos han intentado ocultar del resto de la humanidad para que nadie pregunte sobre él. Pero hace unos días, arriesgué mi vida para traerte a ti este misterio y entonces, comiences a preguntar sobre él.
Existen muchos relatos antiguos, muchos y muy olvidados por las generaciones de hoy. La mayoría incluso se han convertido ya en leyenda, otros, en mito, pero te pido que por ningún momento llegues a pensar que lo que te voy a contar es algo irreal. No, porque es tan verdadero como que existe un sol y una luna ¿estás listo? Pues bien, comencemos:
Miles y miles de años atrás, existió una pequeña raza llamada varamitas. Los varamitas eran parecidos a los humanos (los cuales ellos no conocían, pero te lo digo para que te figures su apariencia) tenían manos y pies, una cabeza, ojos, nariz y etc. Sin embargo, eran diferentes a los humanos en muchos aspectos, pues ellos eran todos velludos, tanto como una pelliza; eran fuertes y musculados (incluso las hembras) pero aun así, eran una raza muy débil; la máxima estatura que podían alcanzar era, si acaso, los cincuenta centímetros. El planeta en el que vivían era tan grande como nuestra luna y estaba mayormente, desprovisto de flora. Tan sólo existían tres tipos de plantas; tenían el malquiel, que usaban para alimentarse, el mupín con el que construían y por último, la selá, que les servía para generar fuego en sus hogares.
Pero los varamitas tenían a alguien muy especial de su lado y ese era el gran Dios Elohim, quién estaba siempre al cuidado de ellos, les entregaba las lluvias a su tiempo para que el malquiel jamás les faltara, hablaba con ellos cuando tenían algún problema, y, cada que él lo consideraba, les permitía hacer nuevos descubrimientos. Ah pero, los varamitas, que no conocían a ninguna raza aparte de ellos, creían que eran muy fuertes y sabios, y poco a poco, luego de hacer muchos descubrimientos se olvidaron de Elohim.
Las lluvias aún llegaban a su tiempo y ellos seguían haciendo descubrimientos en cuanto a su mundo y el universo que los rodeaba, pero ya no tenían con quién hablar cuando se les presentaba un problema, así que se empezaron a aconsejarse entre ellos. Casi siempre creían que los consejos que daban y recibían, eran buenos y muy sabios; pero gracias a esos consejos, pronto comenzaron a surgir las guerras y los conflictos, de tal manera que el planeta de Varam quedó dividido en cinco países: Pan, More, Caos, Sal y Bala.
Pero había una sola varamita que jamás se olvidó de Elohím; su nombre era Débora, y es de ella de quién te quiero hablar el día de hoy.
Muchos años después de que Varam quedara dividido en cinco partes, los varamitas descubrieron un planeta a tres años luz de distancia, y quizá fue el peor descubrimiento que hubieron hecho en toda su existencia.
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Editado: 27.07.2024