"The walls are starting to cave in. Sometimes, I wish I was somebody else. When my mind starts misbehaving. Is when I tell myself. Okay, baby, you'll be okay. You've just gotta keep, gotta keep on. You just gotta keep on"
Capitulo 5: al día siguiente
Su cabeza martillaba y estaba sumamente mariada, se estaba regañando internamente por haber siquiera tomado un trago de aquella extraña bebida que reposaba sin antes ser tocada en un termo cuando habían muchas más afuera.
Caminó al baño y abrió la ducha dejando el agua caer goteando sobre su pecho y comenzando a decender por todo su cuerpo, estaba helada pero sabía que era la forma más sencilla de despertar además de una buena taza de café, pero a ella ni siquiera le gustaba tanto el café. Irónico porque trabaja a en una cafetería.
Cerró el agua y salió hacia el lavamanos repasando sus manos sobre el y mirando su rostro en el espejo empañado, lo limpió con la palma y luego abrió el grifo para cepillar sus dientes. Al conseguir vestirse caminó moribunda y con grandes ojeras hasta la cocina.
- vaya Mía parece que se te han pegado las sábanas — regañó su madre a la castaña, Mía rodó los ojos.
- solo quiero una taza de café — pidió sentandose en la silla frente a su hermano — llegaré tarde
- no te irás sin comer — objetó la mujer
- me iré luego de una taza de café — musitó la chica con desprecio
- bien — gruñó la mayor — te levantaste del lado equivocado de la cama — dijo tendiendo una taza cargada de azúcar a la pequeña que caía tendida sobre la mesa — Mía ¿Te quedaste dormida? — preguntó — ¡Mía Morgan!
- estoy viva — murmuró la nombrada, dió un respingo al abrir los ojos y su madre negó
...
Reposaba su cuerpo sobre el pequeño tablero donde se encontraba la caja registradora, hacia rato que estaba mirando hacia la nada y la cafetería no tardaría en abrir pues ya el sol estaba saliendo al horizonte, Mía dió un bostezo cuando vió a Helena pasar a su lado y cambiar el letrero a abierto.
Ya algunas personas comenzaban a sentarse en las mesas y el lugar comenzaba a llenarse, Mía conocía de memoria los lunes por la mañana pero nunca pensó en soportar un lunes de cafetería luego de haber tomado.
Ella pasaba la tarjeta y hacia los pedidos lentamente, pensando en no equivocarse o eso significaría un descuento en su paga.
En una semana exacta comenzaría su tormento, un nuevo año escolar y ella esperaba aprovechar lo que sobraba de vacaciones antes de terminarlas, tenía 2 días más de turno además de aquella mañana de lunes y acabaría su labor para la tarde del viernes, luego tendría el fin de semana para mirar alguna serie o devorar algún libro.
- hola — la voz a su lado la hizo dejar de pensar y volteó encontrando a un sonriente muchacho de cabello marrón — creí que no te encontraría
- aquí trabajo — respondió ganando una mirada de confusión del castaño
- disculpa — comentó apenado — Mía ayer me quedé dormido yo...
- vamos Nathan no me debes ninguna explicación — expresó sonriendo a medias con todo el sarcasmo del mundo
- si pero yo debí al menos despedirme — dijo — me quedé leyendo el libro y tu no respondías
- ya está — negó Mía — ni siquiera somos amigos no debes responder — se sintió tan mal a decir aquello
El chico se removio incómodo y abrió ligeramente su boca para hablar, Mía notó que se habia tragado sus palabras, parecía decidido a irse pero permaneció parado frente a ella con las manos en los bolsillos y las palabras en la boca
- lo siento — musitó la chica en un hilo de voz apenas inteligible para el muchacho
- ¿A qué te refieres? — preguntó desconcertado
- yo te estoy tratando mal sin motivo — explicó Mía — es solo que tengo un jodido dolor de cabeza insoportable — sabía que estaba roja de vergüenza
- pareces un tomate — Nathan soltó unas ligeras carcajadas mientras inclinaba su cabeza y miraba mejor a Mía — un tomatito muy hermoso
Mía encerró su cara entre sus manos reprimiendo una tonta sonrisa que escapaba de sus labios en ese momento ¿Que demonios hacía el con ella?
>> Quería invitarte a salir — comentó el chico — el sábado ¿Quizás? ¿Te parece? Podemos ir a dónde tú quieras, bueno yo tenía pensando un lugar pero solo si tú quieres ir, digo tu ¿si puedes? — se detuvo cerrando los ojos y tomando una larga inhalación — empezaré de nuevo — estableció — Mía ¿Te gustaría salir conmigo?
- ¿no crees que eso es ir muy rápido Nathan? — inquirio Mía, pudo sentir la emoción en el cuerpo de Nathan contraerse — Me gustaría salir contigo Nathan, el sábado, a dónde tú quieras llevarme — luego la emoción en el rostro de Mía fue obvia — ¿cuál es tu apellido Nathan? — preguntó
— Blake — respondió en una sonrisa — ¿El tuyo pequeño tomate?
- Morgan — susurró la chica
- me gustas mucho Morgan — expuso el castaño ¿Que sucedia con Mía y aquel sentimiento repentino de mariposas?
A los pocos segundos escucharon los quejidos de las personas detrás de Nathan que llegarían tarde a su trabajo, y posiblemente a Mía le descontarían la paga por el día, el se vió obligado a pedir comida para no salir de ahí con las manos vacías, pero ambos sabían que de todas formas se iría más lleno que nunca de felicidad, hizo esperar un poco más a las personas en la fila pero valió la pena por ver a Morgan un poquito más.
Antes de irse depositó un papel en la mano de Mía y la cerró al tacto, sonrió y antes de desaparecer por el umbral de la entrada de la cafetería señaló su teléfono.
...
Montada en el autobús Mía veía caer gotas de lluvia empañando la superficie y nublando su vista al exterior de la carretera. Reposó su cabeza en el vidrio y lo sintió vibrar por un rato antes de que una punzada en su cabeza la hiciera retroceder y despegarse.
Sacó sus audífonos y los colocó en el teléfono, su curiosidad la mantuvo indecisa de alguna canción y decidió leer el papel en su bolsillo delantero, metiendo su mano tomó la arrugada hoja.
Editado: 10.05.2020