Las dimensiones de la serpiente

9

            Saltó hacia su cazadora. Carol reaccionó con velocidad y trató de darle con la base del arma en la cabeza, pero la cabeza de su contrincante llegó más rápido de lo que esperaba. Los brazos de Karol separaron a los de la del revólver, imposibilitándola para dar un tiro certero. Le aplicó una llave y la apretó contra la pared del pasillo. Lo estrecho entre las dos hacía que ambas se cansaran, pero Carol había quedado en mala posición y la pared la tenía en desventaja.

            —Somos la misma persona, Carol —dijo con la respiración agitada.

            —No. Eso es imposible.

            —No lo es.

            —No puedes probar que seamos la misma persona.

            Carol dio un giro brusco y dejó a Karol contra la pared. Empuñó el revólver y le apuntó.

            —Sí tengo como hacerlo.

            Karol se encañonó.

            —Eres buena —contestó Carol.

            —Al menos esta vez la bala me mataría rápido. Coloca el barril con la bala y jala el gatillo, pero hazlo rápido. Han sido días de locura.

            Carol se emocionó y dejó el arma de lado. Ambas suspiraron y rieron nerviosamente.

            —Te ríes igual que yo —comento Carol levantándose.

            —¿Será porque somos iguales?

            —Eres una diabla —dijo ofreciéndole la mano.

            —Sí que lo somos, pero de las buenas.

            —¿Me explicas lo que está pasando?

            —Tiene que ver con el proyecto del científico al que entrevistaste.

            —¿Watson?

            —Sí. Tiene un proyecto del que ya debes saber. Se trata de una cosa que permite conectar las realidades. No tengo idea de qué quiere hacer en realidad, pero habla mucho de construir con un bucle en el tiempo.

            —Suena muy enredado.

            —Lo es. Lo que es claro es que está moviendo las líneas del tiempo. Este día yo lo viví y dentro de poco debería llegar una paloma trayendo una de estas cosas —dijo mostrando la ficha de grafeno—. Si pasa, creo que deberíamos viajar a otra línea temporal desde el inicio del día.

            —¿Y si no?

            —No quiero ni pensar lo que se sentirá.

            —¿Qué sentiste al viajar?

            —Nada.

            —¿Y por qué estás tan mal entonces?

            —No estoy mal.

            —Tienes el tic en el ojo. Eso no pasa así como así.

            —Me he sentido a punto de morir dos veces ya. No es raro que esté así.

            —¿Cuál fue la primera?

            —Antes de llegar… te cuento después.

            Karol se levantó en dirección a la habitación y tomó un pantalón, una blusa, ropa interior y una toalla. Carol fue a la cocina y se sirvió un enorme vaso de agua. Volvió creyendo que Karol estaba en la habitación y pasó al baño.

            Se encontraron, se miraron y Karol se decidió a contar la historia.

            —Tú sabes que necesitas una vida, Carol.

            —Sí, pero tengo una labor que ejercer.

            —Sabes que en el fondo nos falta algo. Casi siempre me siento vacía y creo que ya sé qué puedo hacer.




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