Karol sentía que no podía moverse. La luz del día la encandiló con furia y la distorsionada voz de Wattson le golpeó los oídos.
—No te entiendo.
De a poco la voz se hacía más legible.
—Karol…
Trató de levantarse, pero la sensación de tener la cabeza llena de agua le hacía imposible concentrarse. Logró ponerse en pie, pero se fue al suelo.
—Karol —decía Wattson con más fuerza—…
—Déjame. No me puedo mover.
—Estás muerta.
—¿Y qué hago?
—Morir.
La sombra de Wattson comenzó a alejarse. Se acercaba hacia una luz cada vez más fuerte.
Susurros; muchísimos susurros. Las voces de Viaceslav, Javier y Marcos se alternaban en oraciones ininteligibles para la periodista. El dolor del disparo, la angustia de la muerte y el temor ver la vida propia huir en torrente le perforaban el alma.
El cansancio no la dejaba moverse entre los llantos. Vio familiares de todo tipo, vivos, muertos, desaparecidos…
El caos comenzó a presentarse y a destrozar todo lo que conocía: Maura enviaba órdenes de captura para Wattson, Javier lloraba furioso en el suelo, Viaceslav gritaba, Ángel le daba la espalda y de la nada todo se convertía en un tornado de imágenes difusas y pensamientos disparatados. Quería bajarse del carrusel cuanto antes, pero parecía tener un problema que le impedía bajar. Parecía como si el sufrimiento fuera a prolongarse hasta que definitivamente muriera; Sólo le quedaba aguantar.