– ¡Maldición! – exclamé al cerrar la puerta del auto y ver mi reflejo en la ventanilla de la puerta. Mi vestido era bonito, pero entonces miré mi rostro más de cerca en el retrovisor y me percaté de que por la prisa al tener a todos esperándome no había puesto suficiente empeño en mi apariencia y realmente quería lucir bien para causar buena impresión a la familia de Leo y Sofy lo cual sería más complicado al estar Audry conmigo – adelántense si quieren, en unos minutos los alcanzo.
– Aquí te esperamos, no vamos a entrar sin ti – dijo mi hermana que ya sospechaba el motivo – solo no tardes mucho. Entré nuevamente al coche, encendí la luz interior y saqué el maquillaje que guardo en la guantera para darme un retoque. Los demás me esperaron afuera recargados sobre el capó pero después de un par de minutos Audry abrió la puerta y se sentó en el asiento del copiloto. – Así te ves linda Issa , no necesitas más maquillaje.– Solté un irónico suspiro y no le respondí. – Oye, ¿prefieres que Mateo y yo vayamos a otra parte? No quiero arruinar tu noche.
– Yo no te pediría eso ¿Porqué lo dices? – Le respondí haciendo una pausa para mirarla antes de retocar mi labial.
– Porque arruiné tu cita la otra noche y sabes, no estaba tan ebria, yo no sabía que tú sientes que te arruino la vida. – Lo dijo mirándome a los ojos con voz muy seria y entrecortada.
– Pensé que no recordarías eso. Discúlpame Audry, estaba molesta y lo dije sin querer.
– Lo sé, pero no quiero te sientas así por mi culpa, yo solo quiero que seas feliz. – Sus ojos se pusieron vidriosos y yo sabía que las palabras de mi hermana eran sinceras. Ella no tenía la culpa de mis inseguridades, ni siquiera mi madre por tener una hija tan bonita y otra, pues, muy trabajadora.
– No te preocupes por eso, de verdad estoy tratando de ser feliz. Estoy intentando hacer cosas buenas por otras personas y aunque no esperaba que realmente sucediera, creo que por fin tengo una oportunidad con Leo y quiero aprovecharla pero no te quiero fuera de mi vida si eso es lo que piensas.
– Ni yo te quiero fuera de la mía hermanita, – nos dimos un raro abrazo de hermanas, digo raro porque aunque nuestra familia siempre ha sido muy unida, las muestras de afecto nunca han sido muy comunes. – Además quiero que seas mi dama de honor cuando me case con Mateo.
– ¿Lo dices en serio? – La solté para ver su expresión. – ¿Apenas se encontraron ayer y ya te pidió matrimonio? – Audry soltó una carcajada.
– Todavía no, pero no lo pienso dejar escapar. Es que míralo, es tan lindo. – Miró hacia el capó del auto y pude ver cierto brillo en los hermosos ojos grises de mi hermana. Irradió ternura con la mirada y me sentí un poco avergonzada por mentirle sobre la forma en que conocí a Mateo pero después de todo yo no tenía idea de que se conocían y menos de que había algo entre ellos.
– ¿Están bien? – Dijo Jhoan abriendo la puerta del copiloto.
– Si, ya vamos – respondimos y bajamos del auto para entrar a la casa de los padres de Sofy y Leo.
Sofy salió a recibirnos y la seguimos hasta el jardín trasero perfectamente iluminado con series de luces vintage y algunos faroles. Había 4 mesas y unas 30 personas y música tranquila, aquello parecía una sencilla fiesta familiar. Mi amiga dijo que estaban celebrando la expansión del bufete jurídico que su padre fundó.
Saludamos a sus padres y nos sentamos en la mesa donde cenaban Naty y Alex que al parecer es cliente del bufete.
– Voy a la cocina a pedir que les sirvan sus platillos – dijo Sofy.
–Te acompaño – Me levanté para ir con ella. Pidió que llevaran los platillos a la mesa, sirvió un par de tragos y me jaló del brazo para que nos sentáramos en uno de los sofás de la sala.
–Leo no tarda en llegar, fue a la ciudad por Gian. – Dio un trago a su bebida – nena quiero decirte que me da gusto que por fin tengan una oportunidad de estar juntos, desde que se fue él siempre me ha preguntado por ti.
– ¿De verdad Sofy? ¿Por qué hasta ahora me lo dices?
–Lo siento amiga, tú nunca diste señales de estar interesada en mi hermano. – Sé que es verdad pero en mi defensa, las señales de enamoramiento que él me mandaba cuando éramos amigos eran confusas. Me daba miedo que todos supieran que estaba enamorada y que al final resultara que Leo no quería nada más conmigo, cosa que supuse cuando lo vi besando a Audry. Sé que no es justificable pero alejarme poco a poco de él hasta que nos distanciamos por completo fue mi manera de protegerme de una dolorosa ruptura de corazón, ya que en aquel momento calculé improbable que el se fijara de forma romántica en mi.
– Lo sé, sabes que nunca he sido muy expresiva y me apenaba lo que fueras a pensar de mí.
– ¿Pero qué dices mujer? Si yo ayudé a Leo a que se acercara a ti al principio, quería que fuéramos cuñadas. – No podía creerlo, si lo hubiera sabido en aquel tiempo tal vez las cosas hubieran sido muy diferentes y me hubiera ahorrado muchas inseguridades, pero el hubiera no existe y no podía culpar a mi amiga por eso.