Las Gemas de Zira: El Rubí Protector.

Capitulo:6.5 ¿Valdrá la victoria todas las muertes que conlleva?

Un sonido agudo e insoportable se apoderó de mis oídos por lo que pareció ser una infinidad, mis ojos tardaron en acostumbrase a la débil claridad, debido a la negrura que los nubló por unos cuantos segundos, por un momento olvidé en donde estaba y lo que sucedió, pero tras un minuto la lucidez me abofeteó, en mi mente empezaron a proyectarse una secuencia de imágenes donde Alessia era la protagonista, con un brusco movimiento me senté para apartar los restos de ramas y bestias que tenía encima. La descuidé, bajé la guardia y ahora podría encontrase muerta por mi culpa, lo último que recordaba era el demonio abalanzándose sobre ella.

Me puse en pie y de inmediato un fuerte dolor me recorrió de pies a cabeza, mi espalda recibió una buena paliza al golpearse con todos esos árboles y mi costado derecho aullaba de agonía, debía tener alguna costilla rota, miré hacia mi izquierda y derecha tratando de localizar mi espada, noté la empuñadura negra adornada con pequeños zafiros brillantes debajo de unos cuantos escombros, eliminé la distancia que nos separaba con velocidad y la saqué de allí, aferré mi mano a ella caminado con sigilo, alerta ante cualquier cosa.

El humo teñía el aire, pronto comencé a ver las llamas consumiendo los cuerpos asquerosos de los monstros seguido de una leve tos a la cual se le unieron más.

- ¿Te hiciste daño? - acunó su rostro con delicadeza.

-Esto-  con cuidado posó sus dedos en su ceja derecha rota, la sangre formó un camino hasta el final de su mejilla-no es nada Tyler, somos guerreros las heridas son parte de nuestras batallas-sonrió y deposito un beso tierno en su mentón.

-Despejado ¿no Rose? - le reprochó su hermana menor.

-Te juro que no vimos nada- articuló en su defensa.

- ¿Ahora puedes ver algo o me lo estoy imaginando? - James guardó su arma, traía raspones en sus brazos y cara la cual perdió su tono claro por la oscuridad de la ceniza, lucía como todos, llenos de ella.

-Nemidas no es estúpido, él es como nosotros, probablemente alteró a sus bestias dándoles la habilidad de poder ocultarse de nosotros-formulé reuniéndome con ellos.

-Hemos perdido nuestra ventaja al no poder sentir su energía oscura- mi hermano menor se colocó a mi lado- a papá no le agradará esto.

-Bueno no se verá complacido con muchas cosas, ¿están bien?

-Estamos vivos, es lo que importa.

- ¿Dónde está mi hermana?

- Makenna levantó su blusa mostrando su vientre donde se apreciaba un rasguño causado por la extremidad filosa de una bestia- Mierda- dijo entre dientes- tenemos que irnos ya o si no el veneno se esparcirá y moriré, el diamante no me podrá curar si toma todo mi sistema.

-Negué con mi cabeza- No podemos irnos sin Alessia y Haether.

Un grito inundó el ambiente sombrío, mecánicamente giramos nuestros rostros en dirección de su posible procedencia.

-Es Heather- James sin pensarlo corrió preocupado y aterrado por su hermana.

Mi prima se encontraba sentada con su espalda recostada a un tronco, su respiración era entre cortada y el cabello estaba pegado a su frente, el arco y flechas se hallaban tirados a unos cuantos metros de ella, arrojó un pedazo de madera cubierto en un líquido rojo y espeso.

-Hermana- se colocó en cuclillas a su lado.

-James…-susurró sin muchas fuerzas, estaba mareada debido a la pérdida de sangre y aún tenía otro trozo de madera clavado en su pierna.

-Tranquila voy a ayudarte- cogió la madera entre sus manos- ¿Lista? - le dio un leve asentimiento y sin vacilar sacó el trozo acompañado de otro chillido.

Aparté mi rostro, no contaba con mucho tiempo debía encontrar a Alessia, dos de nosotros necesitaban del diamante con urgencia y probablemente vendrían más monstros, no nos hallábamos en condición para enfrentarlos. Cerré mis ojos, quizá podría sentir su energía, los abrí de golpe tras percibir un aura demasiado poderosa, incluso más que cualquier demonio o Gemier, esto era totalmente diferente.

Obligué a mis piernas moverse con rapidez, sin importar el dolor que recorría cada parte de mi ser con tan solo dar un paso, cegado por esa sensación extraña, con la esperanza de que fuera ella. Paré repentinamente al verla tendida en el suelo, su ropa llena de ceniza al igual que su faz, me dejé caer a su lado, admirando su rostro tranquilo, algunos mechones de cabello cubrían sus facciones delicadas.

- ¿Alessia? - aparté el pelo de sus mejillas y las acaricié- ¿Linda? - la recorrí con mi mirada, su piel bronceada estaba intacta no tenía absolutamente nada.




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