HA ESCAPADO

-Llevas ropas inapropiadas para una joven como tú-hizo notar Rengt rodeándola. No le había dicho que se moviese, y ella no planeaba hacerlo. Seguían en medio del salón, en calma aparentemente. Pero ella estaba esperando la oportunidad para que aquel hombre bajase la guardia y pudiera matarlo. Si era posible, antes de que éste quisiera quitarle la vestimenta.

Rengt clavó la mirada en ella y despojó cordialidad alguna. De dos zancadas se acercó a Sansce y la sujetó del cabello con fuerza. La maga reprimió una exclamación ahogada.

-No quieras fingir que no tienes miedo-argumentó el rey, pero Sansce permaneció en silencio-. Cómo si tú pudieras hacerme creer que no quieres aniquilarme. ¿O acaso te gusta?-inquirió el hombre pegándola a su cuerpo-¿Te causa placer el que pasee mis manos por donde yo quiera?

Mientras decía esto iba subiendo la mano por su abdomen, hasta detenerse en su escote. Cuando Sansce creía que no lo soportaría más, Rengt la aventó. Haciéndole caer al suelo.

-Hay algo en ti que me repugna a sobremanera. Maldita puta-insultó Rengt con desprecio-. Pareces llevar peores enfermedades que la sífilis.

Sansce sólo soportó su mirada, deslizando su mano con discreción hacia su muslo, donde guardaba una daga.

-Sin embargo, puedo cogerte y matarte después. Eso no importa, haré una excepción por esos increíbles senos-dijo el hombre con intención de abalanzarse. Pero en el momento en que Sansce sacaba la daga y él se inclinaba hacia ella, la puerta se abrió de golpe. Por suerte, el rey no vio el filo del arma de la joven porque el soldado que allí se encontraba lo distrajo.

-Es la prisionera-anunció-. Ha escapado.

Una brisa sacudió la túnica del rey, y al girarse descubrió que Sansce había desaparecido. Sin poder evitarlo alzó la mirada al techo y rugió de furia.