Las Hermanas Deltaff

NUNCA TOMARÁS MI LUGAR

La tormenta duró mucho tiempo. Una semana tal vez. Tiempo en el que Sansce y el desconocido tuvieron que permanecer juntos. A él no le importaba quedarse allí, había algo en Sansce que le llamaba la atención, cosa nunca sucedida antes.

Por otro lado Sansce tampoco quería demostrarlo, pero ése sujeto la atraía y la repelía a la vez. Se decía a sí misma que no podía confiar en nadie. Sin embargo cada vez que él le sonreía, no podía evitar olvidarse de las precauciones.

Menos aún cuando él hacía ciertos detalles. Por ejemplo, al segundo día de tormenta le dejó una camisa nueva a su lado.

-No es digno de una dama vestir así-fue lo único que dijo. Así que a cambio de su amabilidad, Sansce se lavó usando su magia.

Y cuando la suciedad no ennegreció su piel blanca el muchacho de los ojos dorados se quedó impactado ante tal belleza. El cabello azul le caía como olas sobre la espalda y su piel resplandecía con las gotas de lluvia. Como el rocío en las mañanas.

-Gracias-dijo Sansce sentándose al calor del fuego que él se había encargado de prender. Nunca se había considerado alguien pudoroso, pero tenerla de frente, después de haberla espiado mientras se duchaba, hacía que el rubor amenazara con apoderarse de sus mejillas.

-¿Quién eres?-soltó de pronto Sansce, sacándolo de pensamientos-. Llevamos una semana compartiendo el refugio y ni siquiera sé tu nombre. Sé que hicimos una promesa, que no nos haríamos daño, pero no puedo confiar en un hombre del cual no sé nada.

El chico dejó de remover la madera y con un suspiro soltó el palo.

-Adelante, seré lo más explícito que pueda.

-¿De dónde eres?-preguntó.

-De ningún lugar-respondió él. Sansce torció el gesto, disgustada.

-Creí que ibas a responder con la verdad-replicó.

-Y eso es lo que hago. No soy de ningún lugar y si lo fui, no lo recuerdo.

-Alguien debió criarte-dijo ella.

-No recuerdo a mi madre, mucho menos a mi padre. Lo único que sé de mis progenitores es que ambos están muertos. Mi madre era...era de los pueblos que rodean Joylar.

-¿Y tu padre?-inquirió Sansce. Él no pudo reprimir una sardónica sonrisa antes de decir.

-Del mismo inframundo.

_________________________________________________________________________

Sato observaba a Okono mientras dormía, sin perder un solo detalle.  La forma en que su pecho al subía y bajaba, el cabello que le cubría los hombros, sus labios entreabiertos y las pestañas que rozaban  sus mejillas. 

Alzó la mano, tentado a acariciarle el brazo. Pero antes de que pudiera rozarla, se detuvo, notando una presencia tras él. 

-No deberías estar con ella-escupió Sari  sin tapujos cuando el muchacho se giró para verla a la cara-. Tú no puedes protegerla.

-¿Qué te hace creer eso?-respondió el joven.

-Si tú fueras suficiente yo no estaría aquí-dijo con cizaña.

Sato esbozó una media sonrisa sin ofenderse ni un poco.

-¿Te acaban de mandar aquí, cierto?-afirmó Sato. Sari crispó los dedos de las manos, visiblemente molesta-. Verás, yo llevo en este mundo dieciocho años y la mayor parte de mi nueva vida aquí, la pasé junto a ella-dijo señalando a Okono, que ajena a la discusión dormía plácidamente-. No eres quién para decirme si puedo o no estar a su lado.

-¿No te da miedo morir?-inquirió Sari-. Eres sólo uno. Y las amenazas contra ésta joven te superan.

Sato la penetró con la mirada.

-Estuve muerto una vez, cómo tú. Y créeme que no me importaría morir una segunda vez por ella

Sari se rió con mal sana alegría. No le agradaba Sato en lo absoluto. Pero antes de que pudiese replicar, el joven concluyó:

-Eres igual que yo, pero jamás llegarás a tomar mi lugar-las palabras se escurrieron por los labios del joven, despacio. Para que Sari pudiera percibir el odio  en cada sílaba. Y con esto se dio la media vuelta para acostarse al lado de Okono. 

 



#24029 en Fantasía
#5198 en Magia
#49905 en Novela romántica

En el texto hay: romance y magia, guerra y enfermedad

Editado: 23.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.