-¿¡Qué sucede?!, ¿¡Qué son esos gritos?!.-
Era Sigmund que había entrado a mi habitación, aún estaba con el pantalón que tenía anoche, pero estaba sin camiseta, se habría asustado con los gritos de mi pesadilla.
-¡¡S-SIGMUND!!-
Con unas lágrimas en mi mejilla, la respiración agitada, y con muchísimo miedo, me acerqué a él y lo abracé.
-¿Q-qué pasó?.- Sigmund me acariciaba el cabello.
Me alejé un poco de él. -Era la bruja......la anciana, se llama Krukut...Se metió en mis sueños.- Le decía mientras me secaba las lágrimas.
-Bueno, tranquilo, ya estás despierto.... Y al menos sabemos más sobre la anciana...Eres valiente, pudiste salir de ahí. Tranquilo...- Lo dijo con un tono tan calmante. Tanto como el té de Valeriana, una hierba que solía tomar en estos casos.
No le respondí, yo solo jadeaba y seguía secándome las lágrimas.
-¿Quieres que duerma contigo? Es medianoche, tú mismo me dijiste que teníamos que descansar, ¿No? Si la bruja vuelve, yo estaré aquí.- Dijo tratándome de hacerme reír. Se notó sus buenas intenciones.
Yo solo le asentí con la cabeza. No podía reírme. Estaba angustiado. Lo pudo entender, así que solo me abrazó por un buen tiempo hasta que dejé de llorar.
Sigmund, al notar que estaba más tranquilo, me llevó a la cama, y él se acostó al lado mío. A pesar de que la cama era algo pequeña para dos, lo abracé, de manera que pudiéramos estar más cómodos.
-Buenas noches Abraham.-
Editado: 04.04.2020