Las Jones.

4. Universidad.

 

Mi día ha estado algo pesado y el hecho que mis hermanos hayan tenido un mal tampoco ayuda mucho

Santiago.

Mi día ha estado algo pesado y el hecho que mis hermanos hayan tenido un mal tampoco ayuda mucho. Pablo y Austin tienen una cara de no querer volver nunca, Mateo por el contrario está sereno y con sus audífonos e ignorando olímpicamente las quejas de este par.

—¡Gallinita ciega!, ¿¡Cuántos años mentales tienen!?—grita y se revuelve el cabello Austin —. Si no fuera porque Aitana me decía por donde caminar, me hubiera matado en un terreno plano.

—Por lo menos lo hizo, agradécele —Se ríe un poco Pablo, quien se gira a ver a Mateo que esta al lado suyo—. ¿A ti que te hicieron? —Suspira y le saca un audífono a Mateo, el cual lo voltea a ver con mala cara—. ¿Nos puedes prestar atención?

—¿Qué quieres? —le pregunta con fastidio.

—¿Qué te hicieron a ti?

—Nada, porque yo no soy tan idiota como ustedes —contesta, lo que hace que Austin le pegué un cabezazo.

—¿Idiotas?, respétanos, Mateo. No me creo nada que no te hayan hecho ninguna broma —se cruza de brazos—. Tienes más cara de ser un ser que jodan a nosotros.

—Pues al parecer no tengo cara de pendejo como ustedes dos, Austin. Yo sí me informé antes de venir aquí y sabía a lo que ayer las vecinas se refieren.

—¿Ahora eres un investigador o algo parecido?—bromeo para calmar un poco el ambiente entre los tres, ellos se ríen hasta Mateo.

—No querido, hermano mayor, nada de eso. Solo que sé que puedo llegar a ser el blanco de muchos — dice y todos nos quedamos callados.

Mateo antes no era tan cerrado a las demás personas. Tampoco es que haya sido muy social cuando estaba pequeño, pero a comparación de ahora si. Para Pablo y Austin, Mateo es el adoptado de la familia. No obstante, es nuestro hermano, quien años atrás era unido a nosotros, pero que poco a poco empezó a alejarse hasta hablarnos prácticamente por obligación.

—Las Jones son muy populares —comenta Pablo—. Aitana se la pasa con chicos y muchas chicas le dedican miradas de odio, pero al parecer ella ya está acostumbrada —Los tres le prestamos atención y yo mientras volteo para estar a unas cuantas cuadras para llegar—. Sofía es la de último grado y por lo visto también es conocida, pero solo tiene una amiga y Aina tiene novio —Esto último me sorprende.

La chica de ayer se mostraba muy tímida y tierna, no quiero decir que esas son las que no deben tener novio, pero pues son las más difíciles de enamorar o por lo menos que tengan pareja.

—Me parece que las observas demasiado —agrega Mateo, con algo de burla.

—No es que tuviera mucho más que hacer —se defiende y por fin aparco al frente de la casa.

—Antes de que salgan les comento que mamá está donde las vecinas, según lo que me dijo tienen un proyecto importantísimo dentro de unos meses y necesitan ver que van a hacer —Nos desabrochamos los cinturones para bajarnos del auto.

—No me gusta que esté tanto tiempo con el vecino —se queja Austin y hace una mueca. Empezamos a caminar a la entrada y le doy la razón.

Sé que el señor Mark es bueno, por lo que sé es bueno con mamá quien es una planificadora de eventos, su mano derecha y una de sus secretarias. También por lo que vi ayer es un hombre muy de familia, dedicado a las tres chicas guapas que tiene como hijas y a su trabajo —Sin exagerar —. Pero sencillamente me aterra la idea de ver a mamá con otro hombre y que este la pueda dañar, ya sufrió mucho por culpa de nuestro padre, no merece que la destrocen otra vez. Además no sé que es de la vida de la madre de ellas, solo sé que no vive con ellos.

Pero, ¿Por qué?

—A ti, ¿Cómo te fue en la universidad? —inquiere Mateo mientras entramos a la casa.

—Fue un asco ser el único nuevo y encima ver como manejan diferente todas las materias —le digo mientras me recuesto en un sofá y cierro los ojos.

—¿La llamaste? —Sé a lo que se refiere y su rostro se me viene a la cabeza.

—No.

—Te felicito, ella no merece que estés mal, ni mucho menos comiéndote la cabeza por personas que no valen la pena —Escucho como se va por las escaleras y los imbéciles de mis hermanos los escucho discutir en sus cuartos.

Uno de mis dolores de cabeza y mis desvelos últimamente tiene nombre y apellido Renata Kili. Mi actualmente ex novia, terminamos hace un mes y el dolor sigue, tres años de relación al parecer no se olvidan tan rápido. Tengo claro que lo nuestro no se resuelve ni con pegamento, ya que el error que hubo no se perdona, pero no dejo de recordarla y de querer llamarla. Me siento patético la verdad.

El sonido de la puerta me hace pararme con algo de pereza y al abrirla me encuentro con dos de las vecinas. Sofía y una de las gemelas.

—¡Sofía!, Ai... — le hago una seña con la mano para que continúe.

—Mira, a mí me reconoces por la manera de mis labios que son más gruesos que los de Aina —explica, señalando sus labios.

—Anotado —Me hago a un lado dejándolas pasar.

—Vaya que les falta acomodarse... —Sofía pasa la mirada por toda la casa. La verdad falta sacar las decoraciones, pero como buenos hijos que somos, eso de decorar no se nos da.

—Sí, mamá es la única con estilo.

—¡Nosotras podemos ayudar! —chilla Sofía, Aitana y yo nos tapamos los oídos.

—Bueno... —Me encojo los hombros y empezamos a caminar al patio donde están las cajas con cosas que pueden servir.



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En el texto hay: vecinos, ex novio y mentiras, playboys

Editado: 23.01.2022

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