Pablo.
Han pasado exactamente dos semanas desde que nos mudamos a este sector de California, muchos dirían que vivir en San Diego es un privilegio; lo es cuando tienes el mar cerca y sumándole a ello estamos en una época del año con bastante calor. Es más, justo ahora estoy sin camisa y con unas bermudas rojas, pasa que justo en estas semanas no está siendo un privilegio vivir aquí, ya que en el instituto nos exigen demasiado y eso que solo llevamos dos semanas de clases.
No sé si resistiré.
En estas dos semanas han pasado ciertas cosas —Nada del otro mundo —Por ejemplo, que Austin y yo no tenemos amigos, solo nos hacemos con los nuevos. Ninguno se ha adaptado a los cambios que requiere estar viviendo aquí. Lo que sí es gracioso, que Mateo los tenga, o sea el antisocial de esta casa, tiene amigos y sumándole a eso son populares. Esto no pasaba donde estudiábamos antes, los que teníamos la atención éramos nosotros, ¿qué hizo para que eso sucediera? Sigue siendo un misterio para nosotros.
Lo otro es que los de mi curso son unos idiotas y se debe al imbécil de Gustavo —el novio de Aina—. Es de esos chicos ridículos de la clase, ama tener la atención y sus chistes son lo más horrible que había escuchado en mi vida, por lo que escuche es famoso por su hermano, quien estudiaba allí. Lo que lleva a que sea como "el modelo a seguir" y eso hace que todos me caigan mal.
Aina, de las tres Jones, es la única que nunca viene a visitarnos. Siempre se la pasa con su novio, ni tiene amigas por lo que he podido ver, lo que me hace sentir pena con ella. Parece que vive es para Gustavo y ni siquiera por ella.
—¿Qué te tiene tan pensativo? —pregunta Mateo mientras entra a mi habitación. Me deja una carpeta en mi escritorio y se debe a que me ayudó con la tarea, él es un puto genio, yo por el contrario no entendía nada de lo que decía en las hojas que me entregaron ayer en el instituto.
—Las vecinas... —me sincero.
Para nadie es un secreto que Mateo no es mi hermano favorito, el que ocupa ese puesto es Austin. Aunque eso no quita que sepa qué cualidades tiene y la inteligencia es una de esas.
—Ay, estás madurando —Frunzo el ceño—. Ya no piensan en esas chicas de las revistas que tienes debajo de la cama.
Me pongo rojo y reviso debajo de la cama para ver si están bien escondidas de mamá.
—Chismoso —Me siento en la cama y él lo hace en mi escritorio—. Estas semanas han sido buenas para ti, tienes amigos y se te ve sereno.
—No son mis amigos, solo las personas que escucho hablar y opinar, también compañeros de clases —ruedo los ojos, este quejándose y yo necesitando amigos.
—Por lo menos...
—¿Qué pensabas de las vecinas?
—En lo diferentes que son y cómo se han acoplado a nosotros en estas dos semanas.
—Tienes razón, son buenas muchachas, aunque la verdad ninguna me cae bien —Mira hacia el techo yo volteo a ver a la ventana, allí me encuentro a Aina escuchando música y moviendo sus caderas de un lado a otro sin ritmo, la verdad es que baila super mal—¿Te gusta?
Lo miro y este me mira con burla porque cree haber dado en el clavo. Pues claro que se equivoca, no me puede gustar alguien que tiene novio y encima ni personalidad tiene.
—Claro que no —niego.
—Tus ojos hace unos segundos no decían lo mismo —señala.
—Tiene novio —respondo como si fuera razón suficiente.
—Sabes, escuché que por acá ellas son famosas, no solo en el instituto, si no en casi toda la zona y dicen que Las Jones tiene ese algo interesante, algo que te da ganas de estar con ellas, detrás de ellas hay varios y esta —me señala a Aina quien sigue bailando—, no es la excepción. "Las Jones tiene su belleza" y si, puede ser que tenga novio, pero quién eres tú, alguien que entre más le digan no lo haga, más lo haces.
Sin más se va dejándome con un millón de preguntas, ¿quién acabó de entrar a mi habitación?, ¿fue el Mateo de siempre?, ¿qué hago con la vecina?, ¿me meto con ella sabiendo que tiene novio?.
No lo sé, pero supongo que no debería. Hay terrenos que no se deben tocar y ese es uno de ellos.
***
Las Jones vinieron para que fuéramos a la playa con ellas. Mi secuaz y yo aceptamos sin siquiera repetirlo dos veces. Santiago se hizo de rogar pero aceptó, Mateo casi lo tenemos que sacar a escobazos de su pieza. Lo especial de esta salida es que Aina si nos va a acompañar.
—Hoy si la obligamos a compartir con nosotras —añade Sofía y Aina la mira mal y con algo de pena—. A ver si dejas al tonto ese que tienes de novio y nos prestas más atención a nosotros.
—Tú eres igual o peor con Patrick —se defiende ella.
—Ella si se la pasa con él pero en el instituto, no se lo trae prácticamente a vivir a la casa —defiende su gemela.
—Ah, a Layla se le aplazó el viaje y se va a quedar unos meses más — habla entre ellas y hacen una mueca por lo que le acabo de decir Sofía.
—¿Quién es Layla? —murmuró para que solo ellos escuchen, Austin encoge los hombros y Mateo se queda viendo el paisaje; ignorándonos.
—La señora del servicio —contesta Santiago, haciendo que Mateo suelte una pequeña risa —¿Qué dije de gracioso?