Santiago.
Me sentía tranquilo al no saber de ella, al pensar que ya no le importaba y al pensar que dejaría de aparecer. Pero no fue así, como no le atiné con respecto al agradecimiento que tenía porque no hubiera una cuarta Jones. En este caso también me equivoqué, porque volvió. Y aunque la última vez llamó, creí que era no más para molestar.
Desde el lunes que apareció en el instituto de mis hermanos; que todavía no entiendo cómo es que llegó no ha aparecido, este lugar es muy grande como para encontrarnos tan fácil. Y siendo así, hasta debe saber donde vivo.
Mi vida se estaba estabilizando, porque al estar con ella no tenía estabilidad. Ahora que tengo un proyecto importante en marcha, aparece ella y lo peor es que me conozco y esa mujer suele ser una debilidad.
Éramos amigos desde la secundaria, nos llevábamos bien, ambos éramos de los que disfrutábamos de nuestra vida sexual. Sabía lo hermosa que era y su gran cuerpo, ese que volvía a cualquier hombre loco. Pero en ese entonces solo éramos amigos, yo un amigo que le tenía ganas.
Hasta entrar a la universidad a los dieciocho años, ella no estudiaba, sin embargo siempre me iba a buscar a las afueras de la universidad para llevarme a casa ya que no tenía auto. Con esas salidas, resultó que me enamoré. Fue algo extraño, me lo sigue pareciendo. Pero se adentro en mí, para quedarse ahí. Todo iba bien, hasta que llegó el punto de posesividad y de limitaciones. Dejé de hacer muchas cosas que me gustaban, porque me parecía mejor estar con ella, al igual que yo le prohibía muchas cosas a ella.
Me aleje un poco de mi familia y de mis amigos, por el círculo vicioso que formamos.
Fue mi refugio en su momento; con los problemas que habían en mi casa, los de la universidad y cuando solo sentía que no podía más. Renata siempre estaba para mí, pero ambos nos aprovechamos de eso y terminamos destruyendonos de la peor forma.
¿Cómo terminamos? al verla con un amigo suyo enrollándose en el sofá de su casa.
Fue una escena horrible de ver y más que todo porque la quería. Fueron cinco años de relación que quedan entre nuestra historia. Sin embargo, las cosas a veces se tienen que dejar a un lado.
Para ese entonces mi mamá tomó la decisión de ejecutar su trabajo desde acá en California, ya que Mark ya era su jefe desde New York. Entonces decidí dar de baja a esta relación y tratar de empezar de cero.
Pero volvió y equivale que necesito ser fuerte, mi hombre primitivo y necesitado, debe esconderse —o por lo menos de ella—.
Aparte como si lo mío no fuera poco, mis hermanos también me tienen preocupado. Mateo y sus misterios. Al imbécil que está teniendo problemas con Pablo por Aina. Austin que va haciendo cualquier cosa sin pensar. Pocas veces lo demuestre me preocupo por ellos; son mis hermanos menores y siempre tengo la responsabilidad de ayudarlos siendo una figura paterna para ellos.
—Pero quien te tiene en las nubes —llega sentándose al frente de la mesa de la cafetería, Kyle—. Uh... Déjame adivinar, la ex que está muy buena —Le conté a Kyle sobre este pequeño problema y le mostré una foto de Renata, pero quedó encantado.
—Hablamos de mi ex —le reclamo, y él me sonríe.
—Tranquilo, si ella aparece, estamos todos nosotros para defenderte.
No es como si los chicos supieran todo, sin embargo, les hice saber la idea de lo que pasaba con Renata. Todavía no estamos en ese punto donde les pueda contar sobre ella.
—Eres muy mal amigo, Santiago, al no esperarnos —se queja André, al llegar se sienta al frente de nosotros—. Esto de tener trabajo me parece muy bueno —dice con una sonrisa y emocionado.
—Gracias por ponernos a nosotros de compañeros —agradece Kyle.
—¡André! —viene corriendo a él enojado su novio. Se para al frente de nosotros cruzado de brazos viéndolo—¿Es cierto qué se te declararon? —el chico cierra los ojos con fuerza antes de abrirlos lentamente—¿Quién fue?
—Will, ven y siéntate, tenemos que almorzar —le ofrece el espacio a su lado.
—Responde. ¿Quién se atrevió a hacerlo? Casi todo el mundo sabe que eres mi novio.
—Will, solo te conocen en la facultad de medicina. De resto eres una persona
Dejo de prestarle atención a la pareja cuando veo a Layla caminar junto a una chica quien le habla mientras Iveth no se ve de la mejor manera. Tiene sus brazos alrededor de su estómago y parece que se está quejando. Will deja de discutir cuando la ve y camina a ella, con preocupación. Agradece a la chica y la hace sentarse en la mesa.
—¿Dónde estuviste después de clase de Anestesia? —le pregunta su amigo, al tiempo que acaricia su cabello.
—Tengo cólicos —se queja, echándose sobre la mesa.
—Eso se traduce a que no hables —me dice Kyle.
—No empieces, Kyle —le lanza una mirada.
—Layla, eres peligrosa en ese proceso femenino.
—¡Pues lo siento! —exclama molesta—. Ojala a ti te dolieran las piernas, nos las sintieras entumecidas y tuvieras los humores de perros, que ni siquiera tú aguantas.
—Ya, bebé, yo me callo —se cierra los labios y pasa sus dedos por encima de ellos, cerrando la llave—. Más tarde te llevó chocolates.
—¿Te compra con eso? —pregunto.
—Me encanta el dulce. Por lo que es un estimulante para seguir viviendo.
Me regala una sonrisa tierna, antes de volver a hacer una mueca y quedarse con los ojos cerrados. Mamá dice que es un proceso muy difícil; por lo que no quisiera ser ella en estos momentos.