Las lagrimas de una princesa

Capítulo 4: Únicamente una oferta de trabajo

Por otro lado, Alexander continuo con sus labores en la cocina del palacio, y una vez concluidas sus actividades, procedió a retirarse de la casa real y se dirigió a su hogar. Este constaba de una distinguida morada en un área selecta de Bernaby, capital de Carino. A pesar de que él no le especifico concretamente a David acerca de su posición económica, la realidad era que ellos se posicionaban entre la clase alta de la población, pero preferían no hacer énfasis en ese tema.

Al llegar a su destino, se tomó un rato de descanso, y en menos de 2 horas, ya se encontraba preparando la cena. Se escuchó que alguien entraba por la puerta principal, se trataba de su hermana melliza: Leila, quien estudiaba un posgrado en economía, en la misma universidad en la que estudiaba Nadine. Se acercó a la cocina y saludo a su hermano, quien enseguida le pregunto:

- ¿Nadine no volvió contigo? – Cuestiono Alexander, a la par que cortaba algunos vegetales.

- No, pero me comento que volvería un poco más tarde, se ha quedado en la biblioteca estudiando para sus exámenes finales – Respondió Leila.

- Hmm, espero no demore mucho, necesito hablar con ella… - Dijo Alexander, añadiendo los vegetales al estofado.

- ¿Es que ha hecho algún mal nuestra querida hermana menor? – Pregunto Leila, al mismo tiempo que salía de la cocina rumbo a su habitación.

- Más bien porque el príncipe me hablo personalmente para preguntarme si Nadine puede ir mañana al pala… – Contesto el, pero no pudo terminar su respuesta ya que su hermana lo interrumpió.

- ¡¿El príncipe David quiere hablar en persona con nuestra hermana?! – Grito Leila con sorpresa desde las escaleras, aturdiendo un poco a Alexander.

- Si Leila, ¡Te lo acabo de decir! – Respondió en voz alta Alexander, removiendo un poco el estofado, para finalmente dejar que se terminara de cocer en el fuego.

Su hermana melliza se acercó, tomo algunos platos, cubiertos y servilletas, para empezar a acomodar la mesa. Alexander estaba ordenando la cocina, revisando y agregando los toques finales al estofado, y luego de 30 minutos, la cena ya estaba lista. El acerco la cacerola con estofado a la mesa, Leila sirvió zumo de manzana en los vasos, cuando se escuchó el sonido de la puerta principal.

- ¡Ya he llegado familia! ¡Buena noche! – Exclamo una voz alegre desde el corredor.

Nadine se dirigió a su habitación, dejo la mochila sobre el escritorio y se cambió de ropa. Se sentó a la mesa junto con sus hermanos y comenzaron a cenar tranquilamente, conversaron sobre su día, lo que era habitual durante la noche. En eso, Alexander cambio el torno de la conversación:

- Nadine, el príncipe David me ha pedido que mañana vayas al palacio – Dijo él.

- ¿Es que cometí alguna falta ayer? – Pregunto Nadine, algo preocupada.

- No, en lo absoluto, o eso es lo que me respondió el príncipe, más bien ahora que recuerdo… también hizo hincapié en tu experiencia como mesera... – Dijo Alexander.

- En ese caso lo más seguro es que te ofrezca un trabajo permanente en el palacio – Exclamo Leila, a la vez que se servía más zumo.

- Podría ser, pero de ser asi no sé si tomarla, quiero decir, me dedico a mi pregrado toda la semana, además mantengo mi empleo en la cafetería Loyalcoffe los fines de semana -  Contesto Nadine, pensativa.

- Puede que se trate de un empleo solo para ocasiones especiales, desde mis conocimientos, el personal ya está completo – Respondió Alexander.

- En ese caso podrías tomarlo Nadine, es una buena oportunidad – Dijo Leila, con una actitud positiva.

- De ser asi, me parece un perfecto empleo, y no estaría de más contar con otra entrada de dinero – Respondió Nadine.

Leila y Alexander sonrieron ante la respuesta de su hermana menor. Continuaron la cena en silencio, y una vez concluida, siguieron con sus actividades nocturnas: Alexander recogió la cocina, Leila fregó los platos, Nadine limpio algunos rincones de la casa, para después dirigirse a sus respectivas habitaciones y descansar, hasta el día siguiente.

La duda del motivo por el cual el príncipe quisiera verla sucumbía a Nadine, al final de cuentas solo era una estudiante universitaria que acepto ayudar a su hermano en un evento de la realeza, sin embargo, trataba de no pensar tanto en eso, se calmaba por lo que opinaron sus hermanos al momento de la cena: simplemente se trataba de una oferta de trabajo.

23 de marzo de 1985

Nadine despertó, se dio una ducha rápida, se cambió a su uniforme de trabajo en la cafetería, tendió su cama, ordeno algunas cosas de su escritorio y preparo su pequeño bolso antes de dirigirse a la cocina a tomar el desayuno. Usualmente los desayunos no eran tan preparados como la cena, asi que opto por un emparedado de jamón y queso con un café. Comió apresurada, ya que se ha olvidado programar la alarma la noche anterior.

- ¡Eh, que te vas a ahogar si continúas comiendo asi! – Replico Alexander, al notar la velocidad con la que tomaba el desayuno su hermana menor.

- Disculpa, se me ha hecho tarde, ayer se me ha olvidado configurar la alarma y sabes que me disgusta ser impuntual – Contesto Nadine, terminándose a grandes bocanadas su café.

- Claro, de solo pensar que vas a hablar con el príncipe David yo también me hubiera olvidado de poner la alarma – Dijo Leila, y empezó a carcajear levemente.

- Buen chiste, pero no fue precisamente por eso – Contesto Nadine, dando la última mordida a su emparedado. – Hablando de, Alexander, por favor notifícale que no me es posible estar en la mañana, tendría que ser en la tarde, a las 3 pm – Dijo ella, un poco tensa por el apuro de llegar temprano y no ser sancionada.

- Ya se lo había comentado ayer cuando estábamos charlando, por ello no hay cuidado – Notifico Alexander, que, al contrario de su hermana, desayunaba tranquilamente.

- Entendido, entonces nos vemos hasta la noche ¡bonito día familia! – Dijo Nadine a la vez que terminaba de lavar su vajilla, para posteriormente salir por la puerta principal.




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