Las lagrimas de una princesa

Capitulo 8: Simple amor adolescente

5 de junio de 1985

- ¿Realmente debe de ser asi? – Pregunto Nadine, mirando a el asistente real en la entrada de su casa, junto a sus hermanos.

- Eres la prometida del príncipe, deberás vivir en el palacio, a partir de ahora. – Dijo el asistente, al cual le habían dado la orden de traer a Nadine lo antes posible a la casa real, debido a que los preparativos para la boda debían realizarse ya.

- En algún punto debía de pasar este momento querida, estarás bien. – Pronuncio Leila, tratando de calmar a su hermana menor.

- Serás una verdadera princesa, calma Nadine, lo harás muy bien. – Dijo Alexander, acercándose para darle un abrazo. Ambos estaban conscientes de que sería una tarea ardua, y más para una chica relativamente joven, como lo era su hermana menor, sin embargo, confiaban en ella y tenían fe en que todo marchara bien.

- Te queremos demasiado, te extrañaremos más, no obstante, ambos estamos muy orgullosos de ti, pequeña. – Admitió Alexander, Nadine dio una sonrisa confortable, y procedió a retirarse.

Camino al palacio, Nadine era consumida por sus pensamientos: hace una semana, solamente era una chica universitaria la cual había conseguido un empleo en la familia real. Ahora, en pocas semanas, se convertiría en princesa, esposa del heredero a la corona; únicamente había un inconveniente que nadie había previsto: ella seguía encadenada a su pasado, al igual que David. Y encadenarse al pasado, es vivir una condena pura.

Arribando a su destino, la duda caía poco a poco en sus hombros: en la entrada principal, la esperaba el príncipe, junto a él, un joven de tez blanca y cabello negro como el azabache. Delicadamente se aproximó a ellos, y realizo una reverencia, el joven soltó un corto regocijo, minutos antes, David le había dicho ‘‘- dirígela a una maestra de etiqueta y modales, sus reverencias dejan mucho que desear’’.

- Bienvenida, señorita Moreau, seré su asistente personal durante un buen periodo de tiempo. Un gusto, Alejandro Lomelí. – Exclamo el joven, dándole su mano.

- Un gusto conocerle, Nadine Moreau. – Respondió ella, a la vez que contestando el saludo.

- Como usted sabrá, su unión matrimonial se llevará a cabo en 1 mes, exactamente, el 5 de julio. Es muy poco tiempo para instruirla completamente, tomando en cuenta que es una total principianta en etiqueta y protocolo, mas confió plenamente que con arduo trabajo y dedicación, será posible. – Pronuncio Alejandro, con plena seguridad.

Nadine sentía cierta inseguridad sobre sí misma, en ello, el pensamiento de ‘‘todos confían en mí, ¿Por qué yo he de no hacerlo?’’ le trajo cierta calma y paz. Los tres se adentraron en el palacio, Nadine atrajo varias miradas, David y Alejandro se detuvieron en unos segundos, David se posiciono frente a Nadine y pronuncio:

- Haremos un recorrido previo al palacio, con el objetivo de mostrarte la casa real y ubicarte en ella de la debida manera. – Exclamo el, de manera firme. Nadine sintió, acompañándolo a través de la lujosa residencia.

La joven se mostraba fascinada ante todas las habitaciones y espacios, realmente era una residencia de ensueño, cualquier espíritu se sentiría honrado de vivir en ella.

- Esta es mi alcoba, nada mal para ser digna de un príncipe. – Pronuncio David, adentrando a su prometida a la habitación.

Esta era sencillamente majestuosa. Una gran cama, las paredes decoradas detalladamente, un excelente armario, un pequeño sillón afelpado, un gran escritorio, una preciosa estantería rebozada de libros, y lo mejor: una ventana decorada por bellas cortinas, la cual daba lugar a una encantadora vista.

- Es sencillamente magnifica, alteza. – Exclamo Nadine, admirando el espacio.

De pronto, su vista se concentró en una fotografía que descansaba sobre una estantería. Resaltaba de las demás, quizá por su marco dorado, y su ligero mayor tamaño. Se acercó levemente a ella, era de una joven, de encantadores ojos verdes, y una espléndida cabellera negra. Lucía un ajustado vestido azul rey, ella sonreía a quien sea que haya sido el fotógrafo, una parte de su cabello flotaba, sus ojos resplandecían, al parecer, la capturaron en su momento de felicidad más puro. ‘‘Cualquiera que viera a aquella muchacha misteriosa en ese estado, se sentiría en el mismo paraíso’’.

El mundo de David se detuvo por un momento, no pensaba que su prometida enserio se dedicaría a observar aquella foto.

- Ella es… - Se apresuró a decir David.

- Qué joven tan mas encantadora, alteza… - Se limitó a exclamar Nadine.

- Ella era realmente encantadora… - Admitió David, sus palabras se encontraban un poco opacadas, y Nadine se percató de ello.

- ¿Era? – Pregunto, preocupada.

- Murió hace no mucho tiempo. – Revelo David, cabizbajo.

- Lamento mucho escuchar eso, David. – Menciono Nadine, para después rodearlo con sus brazos y reconfortarlo con un abrazo. David se mostró confundido ante tal suceso, sin embargo, ello le transmitió calidez.

- Estoy bien, fue un simple amor adolescente. – Recrimino el, separándose.

- No, David, ninguna persona que toca tu corazón es solo un ‘‘simple’’ amor. El amor no conoce la simplicidad. – Dijo Nadine, mirándolo fijamente. David suspiro.

Ambos se retiraron de su alcoba y continuaron con el recorrido. Al termino de este, ella ya se encontraba mejor posicionada y ubicada en el palacio, se le asigno su propia habitación, un plan de asesoramiento y enseñanza, y una agenda acerca de todo lo que tendrá que realizar las próximas semanas.

Sera un largo proceso, básicamente buscan transformar completamente a una jovencita en la futura brillante promesa del reino. Pero Nadine, aunque atemorizada, un rayo de confianza la atravesaba: podría caerse muchas veces, pero se aseguraría de levantarse.

10 de Julio de 1985

Residencia Kanzas

‘‘Buenos días, habitantes del glorioso país Carines: Esta mañana, el príncipe David y su prometida, la futura princesa Carinesa, Nadine Moreau, nos concederán el honor de aparecer finalmente como pareja ante las cámaras, además de otorgarnos una exclusiva entrevista…’’




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