Las lagrimas de una princesa

Capítulo 9: ‘‘No es tan rosa como parece’’

- Se trata de un vestido digno de toda una princesa real – Afirmo Sahara, la modista encargada de la realización del atuendo de Nadine.

- Confió en que asi será, por el momento, tu acabado es realmente admirable. – Menciono Nadine, dándole otra mirada al atuendo que se postraba en el maniquí.

Tenía el largo perfecto, de corte clásico, la tela era suave, ideal, faltaban pocos detalles para que este estuviera finalizado, y definitivamente, era una pieza que encandilaría absolutamente a todos los invitados. El velo caería frágilmente sobre ella, y por tradición, usaría las joyas de la familia real en ese mágico día.

El ensayo había tomado lugar solo 3 días antes, y para Nadine, realmente fue exhausto. No con ello, no percibió como si su futuro esposo fuera realmente feliz, se le notaba apagado, mas no dijo nada, sabía que sobre pensar no traería nada bueno. El reino se mantenía atento, desesperado, las horas pasaban y cada hora menos significaría menos tiempo para ver a los futuros reyes carineses.

‘‘Lucia tenia razón, realmente nuestro reino se alegra ante la idea de una boda real’’ pensaba Cristina. Por su parte, compartía el sentimiento de orgullo que antes había mencionado, pero igual que su futura nuera, el presentimiento de que algo no marchaba bien la asechaba en algunas ocasiones.

28 de junio de 1985

1 semana para el gran acontecimiento, las palabras de su prometido le proporcionan confort, pero eso no descarta el hecho de que su pequeño cambio de actitud y sus acciones aumentan sus dudas.

Durante la noche, se escucharon fuertes voces en el piso superior, una mujer y un hombre estaban discutiendo: su repercusión dificultaba la identificación de estas, salvo por el obvio enojo y rabia de estas, el acto solo pudo escucharse durante escasos 10 minutos. A la mañana siguiente, todo parecía calmado, como si nada hubiese ocurrido.

 

4 de julio de 1985

- Finalmente, mañana es el gran día – Dijo Alejandro, al terminar la lección de hoy

- Pasaron muy rápido estos últimos días, tal vez sea producto de mi euforia o el hecho de que este ambiente es totalmente nuevo para mí. – Respondió Nadine, ordenando su espacio de trabajo.

- Eres una mujer que aprende relativamente rápido, no te mentiré, no serás una experta absolutamente, pero has avanzado mucho. – Admitió su tutor, con leve orgullo.

- Me es grato escuchar eso, Alejandro. – Menciono ella, suavemente.

- Espero mañana sea un excelente día para usted, alteza. – Dijo el, despidiéndose.

- Gracias por tus deseos, Alejandro, gracias por todo. – Exclamo Nadine, observando como este se alejaba.

Abandono el salón de enseñanza y se dirigió al salón principal, observo detenidamente su alrededor, a la vez que reflexionaba en lo que le había dicho el príncipe el primer día en que lo conoció: ‘‘Deslumbrante por fuera, eso es seguro, pero se encuentra totalmente vacío por dentro, a pesar de estar concurrido’’…

Sumida en sus memorias, el sonido de pisadas detrás de ella y el sentir de alguien acercándose, la hicieron volver a la realidad, su realidad:

- ¿Se te ha perdido algo? – Pregunto Lucia, irónicamente.

- No, alteza, disculpe… - Respondió Nadine, cabizbaja.

- Nunca bajes la cabeza, mírame bien. – Exclamo Lucia, rápidamente y con dureza.

- Perdone alteza, fue un error mío. – Menciono Moreau, con mayor confianza.

- Precisamente ello es el problema, no puedes cometer errores. – Dijo la princesa real, de forma sólida y rígida. Nadine se sintió intimidada, sabía perfectamente que Lucia no brinco de alegría cuando se enteró que su hermano le había propuesto matrimonio.

- No volverá a pasar, Alteza. – Contesto Lucia, viendo el rostro completamente serio de quien se volvería su cuñada.

- Esperemos que asi sea. Acompáñame, necesito hablar contigo. – Ordeno Lucia, Nadine no pudo pronunciar ninguna palabra, únicamente camino tras ella.

Ambas llegaron a una sala de estancia, Lucia indico que tomara asiento frente ella, acto seguido, Nadine se encontraba insegura acerca del tema a tratar.

- Tu inseguridad es muy notable, debes aumentar tu confianza personal. – Exclamo Lucia, Nadine se enderezo, por lo visto los diarios no mentían, a pesar de su referente corta edad, su carácter fuerte, duro y tenaz, es sorprendente.

- Siento una gran carga sobre mí, Lucia… - Se sinceró Nadine, repentinamente. Lucia volteo a verla, y durante un segundo, la pudo observar con raciocinio: un espíritu novato lanzado prácticamente al abismo.

- Es entendible, mañana te unirás con el heredero al trono, lo que te convierte a ti, en la próxima reina Carinesa, lo cual requiere de gran sacrifico y responsabilidad – Respondió Lucia, con total sinceridad.

- No puedo seguir mintiéndome a mí misma, no me siento preparada por completo. – Admitió Nadine, con cierto temor. Lucia se mantuvo callada por unos segundos, hasta que finalmente, admitió:

- Mientras no lo muestres abiertamente, está bien. Mira, Nadine, seré franca contigo: llegaste a esta familia sin conocimiento previo, y me gustaría prevértelo, no todo es color de rosa, no todo va a ser color de rosa, ser una princesa en realidad no tiene comparación con las princesas de los cuentos infantiles. Deberás tener carácter, seguridad, y fortaleza, y aun si todo tu mundo se cae a pedazos alrededor tuyo, deberás guardar la postura, dar el ejemplo de superación y resiliencia. – Afirmo Lucia, con la mayor seriedad posible del mundo.

Enseguida de haber finalizado, se levantó y se retiró, dejando a Nadine completamente sola en la sala de estancia, dejando un tenue vacío dentro de ella. Presencio como la figura de Lucia se perdía a medida que avanzaba, cada paso que daba era firme, ella tenía mucha presencia y ello nunca se podía poner a discusión. ¿Llegaría el día en que ella fuera como la princesa real?.




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